24.6.04

TRES TEXTOS SOBRE ARGENTINA Y SU FUTURO

Por Luis Alberto Lecuna

Argentina está atravesando una situación por demás complicada: según el índice "Riesgo - País", es junto a Nigeria y Ecuador, una de las tres naciones del mundo "menos indicada" o de "mayor riesgo" para invertir capitales. Mucho es lo que se ha dicho y escrito sobre el tema...

Refiriéndose a Buenos Aires, un abogado escribió:
"He visto con dolor, sin salir de esta Capital, una infinidad de hombres ociosos en los que no se ve otra cosa que la miseria y la desnudez, gente infeliz, con niños que resultan salteadores o mendigos... Estados seguramente deplorables que podrían cortarse si se les diese auxilio desde la infancia, proporcionándoles una regular educación".

Quizás uno de los problemas principales de Argentina es el no haberse adaptado a tiempo a los drásticos cambios que nos impone este mundo globalizado, y está claro, que las sociedades que no modifican sus esquemas mentales en épocas sujetas a cambios drásticos y constantes, están condenadas a desaparecer.

Con respecto a este tema de adaptación a los cambios, el mismo abogado que cité anteriormente, escribió lo siguiente:

"La extensión de conocimientos, la ilustración general, que todos se instruyan, que ni el labrador, ni el comerciante ni el artista ignoren lo que les corresponde, que unos y otros procuren no apegarse a los pensamientos del pasado, los cuales sólo deben adoptarse cuando convienen y cuando no, desecharlos y abandonarlos, porque lo que fue útil en otro tiempo, ahora es perjudicial, las costumbres varían, los usos también, y todo, de tiempo en tiempo cambia, sin que en esto haya demasiado misterio que el de la vicisitud de las cosas humanas"

Ambos textos, por demás criteriosos y surgidos de la misma pluma, no pueden encontrar oposición en la mente de quien se considere poseedor de sentido común. A nadie le escapa hoy en día que la educación es el motor de la calidad de vida y el instrumento para eliminar las miserias físicas y morales que se abaten sobre las sociedades. Tampoco a nadie le resultará inadvertido que es una necesidad imperiosa adaptarse y posicionarse apropiadamente ante los cambios.

Pero parece que los argentinos no hemos entendido cabalmente el profundo significado de estos dos textos. Lopez Murphy, el efímero Ministro de Economía que precedió a Cavallo, tuvo la osadía de decirle a los argentinos la verdad: que una empresa que gasta más de lo que produce no puede funcionar, a menos que drásticamente deje de gastar tanto, y empiece a producir. El error quizás fue pretender empezar el ajuste por la educación, quizás porque Murphy no leyó en ningún periódico el primer texto que consigno en este artículo.

Tampoco parecen haber leído el segundo texto la inmensa mayoría de los argentinos, que despotrica contra la globalización, el Mercosur y el ALCA, y siguen aferrados a sus obsoletos y perimidos esquemas mentales...

Y es así que mientras miles de argentinos "marginados del modelo" no se cansan de protestar y hacer piquetes en rutas y autopistas, por su lado los chilenos (que se han preparado a conciencia para comerciar en este mundo globalizado en vez), le proveen de energía eléctrica a Buenos Aires, desarrollan actividades bancarias y empresariales en todo el continente y sus productos son competitivos, buenos y baratos, porque hace años que están flexibilizados, y las empresas chilenas públicas, privadas y mixtas han incorporado con decisión los standares internacionales de calidad total.

Y voy a citar un tercer texto, pero no de un conocido abogado (como los dos anteriores), sino de un calificado docente y escritor, que se refiere a la "resolución de conflictos", y reflexiona además sobre la "verdadera" democracia:

"La educación es un instrumento que prepara a las personas para resolver los problemas con los que deben enfrentarse. LA INSTRUCCION PUBLICA ES LA MEDIDA DE LA CIVILIZACION. Sólo a través de la educación puede desarrollarse un pueblo capaz de gobernarse a sí mismo. LA DEMOCRACIA POLÍTICA es IMPENSABLE sin un pueblo educado.
El poder, la riqueza y la fuerza de una nación dependen de la capacidad industrial, moral e intelectual de los individuos que la componen y la educación no debe tener otro fin que el aumentar estas fuerzas de producción, de acción y de dirección, aumentando cada vez más el número de individuos que las posea".

La democracia, el gobierno "del pueblo, por el pueblo y para el pueblo" como decía Abraham Lincoln, es impensable sin un pueblo educado. Yo agregaría que una cabal democracia es impensable sin sentido de pertenencia al país de sus ciudadanos.

¿Y qué sentido de pertenencia pueden tener los catorce millones de pobres y marginados que habitan Argentina, muchos de ellos argentinos, y muchos otros hermanos latinoamericanos que vienen huyendo de la miseria que encuentran en su Bolivia, Perú o Paraguay natales?

¿Qué sentido de pertenencia habrán de tener los argentinos que en vez de invertir en su propio país, como lo hacen brasileños y chilenos, tienen 160 mil millones de dólares en cuentas secretas, en paraísos fiscales del extranjero?

Y finalmente, ¿Qué sentido de pertenencia tendrán los miles de argentinos que hacen diariamente larguísimas colas en las puertas de las embajadas de España, Italia o Estados Unidos, convencidos de que la única salida que tiene Argentina es Ezeiza?
Pero volvamos a los tres textos que tomé para fundamentar esta nota para EL SUPLEMENTO. Los dos primeros textos, fueron escritos... hace más de 204 años, por el Secretario del Consulado de Buenos Aires, Don Manuel Belgrano. El tercer texto, fue escrito por otro patriota, Don Domingo Faustino Sarmiento, hace casi siglos...

En la época de Sarmiento, a las escuelas, para significar la grandeza de su misión, se las llamaba "Escuelas de la Patria"

En la época de Sarmiento, para significar la trascendencia y el altísimo objetivo de su misión, en el Congreso Nacional, a los Senadores no se los llamaba "Senadores" sino "Padres de la Patria". ¿Cómo llamar hoy "Padres de la Patria" a senadores altísimamente sospechados de actos de corrupción?

Belgrano nos habla de adaptación a los cambios, y 204 años después no sabemos o no queremos saber lo que es adaptarse a los cambios... La globalización no es buena ni mala, el Mercosur no es bueno ni malo, el ALCA no es bueno ni malo... Todo depende de cómo este posicionado cada país...

Cuando vino a Argentina José Ortega y Gasset concluyó su visita con una frase a la que le seguimos haciendo oídos sordos: ¡¡¡ARGENTINOS, A LAS COSAS!!!
Cuando vino de visita el Ministro de Hacienda japonés, hace unos 20 años, le preguntaron cómo había hecho un país devastado por la guerra, para ser una potencia de primer nivel mundial, y éste respondió: "-Lo logramos con tres cosas: educación, educación y educación"...

Los que estamos en Argentina, los que amamos a nuestro país, no tenemos vocación de masoquistas. Pero entendemos que debemos poner nuestro grano de arena por esa patria eternamente postergada, que cumpla con aquél "designio de grandeza" que imaginaron los próceres que nos precedieron. Vivir hoy en Argentina es una lucha. Una lucha constante contra la desesperanza, contra las injusticias, contra la mediocridad... Es vivir con la emoción a flor de piel en un permanente combate contra la adversidad, la corrupción, la inoperancia...

Quienes piensan que siempre hay que ver el vaso "medio lleno" y nunca "medio vacío", comprenderán que vivir aquí es una lucha que hay que vivir como una fiesta, porque está todo por hacerse, porque podemos realmente contribuir en el área que queramos, en la construcción de un nuevo país, porque nuestra labor seguramente será necesaria y bien recibida en el ámbito que sea, porque los principios y recomendaciones de los Belgrano, San Martín y Sarmiento aún no han sido llevados a la práctica, por el ferviente deseo de que sus habitantes estemos alguna vez a la altura del magnífico país que nos tocó en suerte y porque los que queremos ver una Argentina orgullosa de su destino y de sus logros, nunca nos resignaremos a perder la esperanza.

(Nuestro columnista, el Dr. Luis Alberto Lecuna, acaba de recibir en el marco de la XXVII Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, el Premio "Vocación Académica 2001 en mérito a su trayectoria profesional como educador)