24.6.04

EL PAIS QUE NO FUE

Por Luis Alberto Lecuna

Los nervios me impidieron seguir frente al aparato de TV para seguir viendo el segundo tiempo. Es que empezó para el infarto: a los veinte segundos, el árbitro expulsa a Vargas, y a los pocos minutos, llega el tremendo patadón de Lucho González, y con él, el empate de River.

Por eso fui a mi escritorio, encendí el ordenador y me puse a jugar on line al scrabble. De todas maneras se escuchaba nítidamente la voz del relator desde algunos de los televisores o radios encendidos por cábala en toda la casa.

En un momento, me percaté que me encontraba trilocado, esto es, en tres lugares a la vez. Estaba en www.cyberjuegos.com jugando a las cruzadas con una española de nick “Arantxa”, también estaba acompañando con el sentimiento a un grupo de jugadores xeneizes que por decisión de Castrilli estaban solos frente a setenta mil simpatizantes millonarios, y por esas cosas de la mente que no está sujeta a atadura de ningún tipo, también me había transportado a mi niñez, a partir de una pregunta que me había hecho a mí mismo, surgida de la combinación de una palabra escrita en el scrabble, y del partido de fútbol que antes veía, y ahora sólo escuchaba. La palabra escrita horizontalmente en el tablero por Arantxa era “país”.

País. Nuestro querido país... Ese país que pudo ser y no fue. Este país que es como ahora es y que nos duele por estar como está. El país que guardan en sus sentimientos más profundos los argentinos del exilio, aquellos que por ejemplo leen estas páginas desde algún lugar de California, de Miami, o de la española Costa del Sol...

Esa Argentina que tantos quisieran que cambiara, que tuviera un futuro predecible, expectativas ciertas de estabilidad y progreso. Una Argentina ideal a la que todos volverían de buen gusto, porque la mejor posibilidad de bienestar económico en el extranjero, no siempre compensa la nostalgia, las salidas con los amigos del barrio, los asaditos del fin de semana, y ese “no sé qué” de la patria lejana.

Porque por más que se consiga en Europa o EEUU yerba, dulce de leche, alfajores Havanna, o alguna carnicería argentina, no es lo mismo. Todos, los que estamos acá o allá, añoramos un país seguro, culto y educado, con un sistema de salud digno. Una patria que nos enorgullezca, y no esté en los esporádicos titulares de los diarios internacionales sólo por noticias catastróficas. Todos deseamos que nuestro país recupere las características de progreso que alguna vez tuvo, y que irremediablemente perdió, y que vaya uno a saber cuánto tiempo pasará para que vuelva a tener.

Y la pregunta que me hice fue “¿Por qué soy hincha de Boca Juniors?”

Automáticamente ví al chico que fui, jugando a la pelota en el patio del colegio salesiano de Mar del Plata... En esa época y debido al inevitable exitismo infantil, hubiera sido inconcebible que fuera de River como mi tío Luis, o de San Lorenzo, como mi tío Coco, o como Independiente, el club de mi papá. De hecho son muy pocos los argentinos que se hicieron hinchas del club de Núñez durante los 18 largos años que van desde 1957 hasta 1975 y en los que el título de campeón nacional le fue iteradamente esquivo. En cambio, Boca siempre daba satisfacciones, y en el colegio, al comentarse los éxitos del domingo anterior, el camino a ser hincha de Boca era un camino expedito y sin escollos: Campeón en 1962, 1964, 1965, 1969... Era el Boca de Roma, Simeone, Rattín, el “Tanque” Rojas, “Rojitas” y Paulo Valentim... Era la época de los chupetines “ChupeTucho” y de las figuritas “Fulbito”, cuyo álbum logré completar, y así pude tener la ansiada pelota “Número 5” de cuero...

La década del sesenta era para esos niños que éramos, pletóricos de vida e ilusiones, una década promisoria de tiempos mejores. Habíamos comenzado con un presidente constitucional elegido democráticamente, y su Ministro de Economía y de Trabajo (cuya pequeña hija no sabía entonces que iba a posar semidesnuda en un hebdomadario de circulación masiva y más tarde terminar en la cárcel por no poder demostrar que su enriquecimiento “no fue ilícito”), nos decía que debíamos ajustarnos el cinturón y que “había que pasar el invierno”, para acceder a una mejor Argentina, a un futuro próspero para todos...

La presencia de la cultura norteamericana seguía tan vigente como desde la misma irrupción mundial de Hollywood con su industria cinematográfica, y si bien no habían nacido ni Brad Pitt ni los fantásticos films de Steven Spielberg, se apreciaban en la pantalla grande “Amor sin Barreras”, “Lawrence de Arabia” o “My Fair Lady”, y a artistas de la talla de Sofía Loren, Rex Harrison o Julie Andrews. Pero había una diferencia sustancial con esta Argentina defaulteada y mediocre del nuevo siglo: El folklore nacional brillaba en todo su esplendor, y no había chico que no tuviera su guitarra, para entonar las nuevas zambas y chacareras que brotaban como agua de manantial: “Trago de Sombra”, “Guitarrero”, “Puente Pexoa”, “Sapo Cancionero”...


Y si bien el discurso de nuestros padres y maestros era el mismo, en el sentido de que su generación “había fracasado” y ya no vería a la “nueva Argentina”, el mensaje era que “ya llegarían tiempos mejores”, y que en nosotros, que representábamos el futuro, estaba depositada la esperanza de una Argentina mejor ...

¡Cómo se equivocaron!

La realidad es que a la distancia, sin haber imaginado nuestros docentes y progenitores lo que vendría, la vida que vivimos en los sesenta, hoy suena a paradisíaca, más allá del “Club del Clan” y los inviernos de Alsogaray, y gracias a los Beatles, el “flower power”, al amor a la patria, y a una estabilidad económica y un futuro inmediato mucho más predecible que el actual. Era la época en que se podía ahorrar, y un argentino medio podía cambiar todos los años su auto, entre los que ofrecía “Industrias Kaiser Argentina”

Estábamos más educados, había atención hospitalaria de muchísima mejor calidad, había más respeto entre la gente, más cuidado por los espacios públicos, quizás mayor solidaridad, y teníamos un presidente (Arturo Frondizi), que según los expertos de hoy, fue el mejor presidente que tuvimos los argentinos: un verdadero estadista, con un equipo que diseñó un verdadero plan estratégico, que se preocupó y ocupó en desarrollar el país más allá de la complejísima coyuntura interna y externa, hasta que los golpistas de siempre se lo permitieron...

La expansión industrial que propuso el desarrollismo logró incorporar tecnología y capitales extranjeros lo que permitió la evolución de la industria pesada y semipesada, y del aparato productivo. Una Argentina con industrias de bases, con PyMEs florecientes y un febril desarrollo fabril, que se extendió con sus vaivenes a lo largo de toda la década, más allá de que en 1962 un golpe militar acabara con la presidencia de Don Arturo (Frondizi), como lo volvería hacer en el ’66 con el otro Arturo (Illia).

La picardía del mellizo Guillermo me trajo al presente. El grito de mi hijo menor me acercó al televisor, para ver cómo el pretexto de los proyectiles arrojados por la hinchada, le sirvieron a Barros Schelotto para enfriar el partido y calentar a los de River, con Hernán Díaz a la cabeza.
Entonces se sucedieron 8 minutos para el infarto cardíaco masivo y la muerte súbita: Amarilla al mellizo - Rojas que se va lesionado - Astrada que se apuró en hacer los cambios y no puede reemplazarlo - Sambuezza (versión vernácula de Pee Wee Herman), que insulta al linesman Taddeo y por eso es expulsado - El Gol de Tévez - la expulsión de Tévez....

Otra idea disparatada me vino a la cabeza... ¿Cómo sería hoy un Boca-River como el que se estaba jugando, si se hubiera concretado la esperanza de nuestros mayores de los sesenta de una Argentina próspera, y después de cuarenta años de crecimiento sostenido, en vez de una nación emergente y periférica que exporta jugadores, fuera hoy un país del primer mundo que importa jugadores como España o Italia? Imagine el lector un Boca-River con los jugadores de ambos equipos que migraron al fútbol europeo, con más el refuerzo, por ejemplo de Zinedin Zidane, Henry, Ronaldo y Ronaldinho?

Pero la realidad es otra. País de contradicciones profundas, Argentina parece no tener la capacidad de generar instancias superadoras de las continuas antinomias que se dan desde su misma gestación, y que retardan ab aeternum su siempre postergado camino de progreso: morenistas o saavedristas, unitarios o federales, azules o colorados, peronistas o antiperonistas, Alfonsín o Menem, De La Rúa o Chacho-Alfonsín, Menem o Duhalde, y ahora, para no ser menos, Duhalde o Kirchner, que en vista de la conquista del poder en la estratégica provincia de Buenos Aires (decisorio terreno de batalla de la pretendida contienda ente la vieja y la nueva política), parece ser que cada hueste cuenta con sus propios piqueteros: los piqueteros kirchneristas de D’Elía, y según el propio D’Elía, los piqueteros duros de Castells, que son funcionales a Duhalde para desestabilizar el poder que se ha sabido construir Kirchner, desde el tibio 22% de votos presidenciales, hasta el actual 84% de aceptación por parte de la opinión pública.

¿Hasta cuándo durará este idilio del electorado con Kirchner? A nadie le conviene que a Kirchner le vaya mal, salvo a quienes alientan la esperanza de convertirse en presidente de los argentinos del post-kirchnerismo. Si el país crece, si ese crecimiento se evidencia en la calidad de vida de la gente, si se empieza a ver que además de la tarea permanente de crear poder, se piensa en el país de los próximos 5, 10 y 15 años, si se ve que se planifica estratégicamente, la confianza en Kirchner se mantendrá firme y sostenida.

Si se persiste en cierta adolescente actitud de rebeldía setentesca y no se gobierna con reformas de base y planes de desarrollo estratégico y bienestar que involucren a la totalidad de los argentinos, se habrá tendido nuevamente como con los anteriores presidentes de esta democracia tan magra en resultados, a repetir los errores del pasado, logrando nuevamente la paradoja y el triste mérito de que un “futuro mejor” lo hayamos tenido en algún momento del pasado.

Como tantos argentinos, crecí escuchando en mi infancia, adolescencia y vida adulta, que “ya vendrán tiempos mejores”. Pero la dolorosa realidad, es que con el correr de los años, cada vez estuvimos peor. Por eso la diáspora, por eso tanta desesperanza, por eso tantos argentinos buscando nuevos horizontes en países más creíbles, por eso tantos argentinos que se destacan en otros lados y añoran la posibilidad de volver a su patria, cuando la misma ofrezca signos inequívocos de que las cosas han definitivamente cambiado para bien.

Ojalá Kirchner no sea más de lo mismo, su discurso de cambio se concrete en la realidad, y la política clientelística y prebendaria no se lo fagocite, al tener que pactar con ella, para poder sostener la gobernabilidad.


NO SON SOLAMENTE LOS POLÍTICOS

Por Luis Alberto Lecuna

La "mayoría silenciosa", la clase media, aquella que siempre toleró sin hesitarse abusos de todo tipo y especie por parte de los gobernantes de turno, finalmente reaccionó, y sumó su grito de protesta al del pobrerío, al de los desvalidos de siempre, los cada vez más numerosos excluidos del sistema. (Ya se habla de un 40% de los habitantes en estado de pobreza)

Es que esta vez osaron tocarle la más sensible de las vísceras: el bolsillo. Fue así que el pueblo argentino sin distinción de banderías encontró en la clase política a su demonio, la causa de todos sus males. Y entonces saludable y promisoriamente ha emprendido un sistemático ataque contra sus representantes.

La mayoría ya no es más silenciosa: ahora habla, reacciona, se opone, reclama justicia. A este país que ha sido tratado como "jardín de infantes" (tal cual lo definía María Elena Walsh en la época de la dictadura militar), el corralito lo ha hecho madurar. "Cuando el pueblo se cansa, hace tronar el escarmiento", decía el viejo general.

Refiriéndose a la corrupción de nuestros congresales y de la deformación perversa del oficio de político como carrera para alcanzar velozmente y a toda costa el lucro personal, un conocido médico escribió: "Causa honda de esta contaminación general es, en nuestra época, la degeneración del sistema parlamentario. Cuando la política se degrada, se convierte en profesión. Lo que antes era signo de infamia o cobardía, ahora
se tornó en signo de astucia. Los deshonestos son legión; asaltan el Parlamento para entregarse a especulaciones lucrativas. Venden su voto a empresas que muerden las arcas del Estado; pagan con destinos y dádivas oficiales a sus electores, comercian su influencia para obtener concesiones en favor de su clientela".

He aquí una excelente pintura del escandaloso congreso nacional y de los políticos que supimos padecer. Al igual que los argentinos que salieron a las calles cacerolas en mano, quien escribió estos conceptos sabe de quienes habla, y por eso lo hace con propiedad. Sabe de los gastos superfluos, de los empleados "ñoquis", de los votos comprados y vendidos, de las coimas, del tráfico de "favores", en fin, del consuetudinario modus operandi de nuestra deleznable clase política.

El único dato que de algún modo puede llamar la atención, es que el autor de estas líneas en las que con tanta precisión se define a los políticos actuales, fue un médico fallecido en 1925: José Ingenieros, autor de "El hombre mediocre".

Achacarle a la dirigencia política y a los jueces de la Suprema Corte la culpa de la eterna postración y el fracaso de Argentina como nación, es reducir la verdad de una manera simplista, es usar la ley del menor esfuerzo, es no profundizar en razones mucho más profundas y diversas.

Porque no son solamente los políticos. La crisis es global y le atañe la responsabilidad a toda la dirigencia, sea esta política, económica, religiosa, sindical, empresarial o militar, y a muchos argentinos comunes que con su actitud también son culpables por acción u omisión.

Por eso avancemos un poco más. Dejemos por un momento a los que ostentan cargos políticos dentro y fuera del gobierno, utilicemos nuestro razonamiento para analizar a estos otros responsables, y veremos con dolor que son muy pero muy pocos los que quedan libres de culpa y cargo en esta sociedad enfermiza y decadente.

Hagamos entonces un boceto de los otros causantes de que estemos como estamos:

1.- Los empleados públicos
Los políticos son apenas un emergente de una manera de ser, hacer y ver el país cuyas consecuencias sufrimos todos por igual. La corrupción es histórica, y forma parte de la trama social, de la estructura del estado, de la inmensa mayoría de los ámbitos y corporaciones que constituyen la nación, de esas sucesivas seudopatrias que postergaron ab aeternum nuestro futuro de una sociedad mejor para todos (patrias sindicalista, contratista, financiera, bancaria).

Un concepto que ahora todos compartimos, "Si hay corrupción, no puede haber nación", ya fue dicho nada menos que por Manuel Belgrano hace casi doscientos años, en los albores de nuestra conformación como nación.

A fuer de cometer el error propio de las generalizaciones, y habida cuenta de que son escasísimos los lugares donde hay gente que escapa de esta categorización, comencemos por un nido de la corrupción estructural: el excesivo staff de las plantas permanentes de funcionarios públicos de municipios, gobernaciones y reparticiones públicas nacionales.

Es ese monstruo paquidérmico, ineficiente, y oneroso, meticuloso ejecutor de la "máquina de impedir" que se extiende en oficinas oficiales. Supernumerario, alejado de los conocimientos mínimos que deben poseer los integrantes de las organizaciones modernas, es uno de los sacos rotos por donde se pierde el esfuerzo de los argentinos que pagan sus impuestos.

Aun los políticos con buenas intenciones al poco de asumir su cargo, son devorados por el monstruo asfixiante de la burocracia estatal, constituido por la escoria de la política. El origen es polimorfo: son pocos los funcionarios de carrera, y muchos (demasiados) los amigos a los cuales se les devuelve el favor por haber "colaborado con la campaña" con un puesto en el gobierno, puestos pactados previamente con un puntero barrial, cargos reservados para un sindicalista que "movilizó gente", para "gente que hizo proselitismo para el candidato"...

La lista es infinita, y es así que quedaron en planta permanente estas excrecencias de los gobiernos de turno, ya sean de facto o democráticos, contribuyendo eficazmente al incremento inconmensurable de ese eufemismo que llamamos "gasto público".
En vez de generar en municipios y provincias actividades y emprendimientos que se dediquen a la producción de bienes, los políticos año a año, gestión tras gestión, han contribuido al incremento en el número de empleados públicos. Es así que son mayoría los municipios y provincias donde una de las principales "fuentes de trabajo" es ser empleado del gobierno.

La escena grafica un día tipo en una repartición oficial de un municipio: Al cohete pero muy temprano, ya llegan a su "puesto de trabajo". Tomar mate, lectura del diario, el obligado comentario del partido de fútbol de la noche anterior, hasta que se hacen las ocho y media de la mañana y llega el descanso de rigor con el café con las medias lunas. Atención al público como si se le hiciera un favor, expedientes que se mueven con la velocidad de una tortuga, y la ansiosa espera de la hora para retirarse a sus casas.

El razonamiento simplista del político es causa de la prolongación endémica de este mal: "Si se redujera a un límite lógico la cantidad de empleados deplanta, quedaría muchísima gente sin empleo ni beneficios ni "conquistas sociales", ocasionando el enrarecimiento del clima social, aumentando el desempleo y por ende agrandando la crisis".

Generar microemprendimientos, grupos cooperativos para implementar planes de vivienda, de producción de insumos básicos agrícolas, favorecer medidas que apunten a la autonomía económica de tanta gente, no son tareas que figuren en la agenda de prioridades de ningún político. Es más facil vivir a expensas del Estado...

2.- La justicia que no juzga
El argentino medio está absolutamente convencido de que la justicia no funciona. Que no es un poder independiente del legislativo y el ejecutivo. Que se mueve como una elite con prerrogativas y ventajas de high society que las alejan de la plebe. No pagan impuestos a las ganancias. Son vitalicios. y lo que es peor, no imparten justicia. Y sin justicia no hay país que funcione. También el común de la gente está convencida de que los peces gordos del robo, la coima, los negociados, las prebendas y privilegios, siempre "zafan", mientras que a los pobres pelagatos, a los pequeños infractores, indefectiblemente les cae todo el peso de la ley.

Por eso cuando se inauguró la fuente de la peatonal San Martín de Mar del Plata, debido a sus problemas de diseño la sabiduría popular la bautizó "La cárcel", porque "los chorros pequeños quedaban adentro, y los chorros grandes iban todos afuera".
La lista de delitos sin sanción cometidos en las últimas dos décadas es infinita, y justifican el descrédito y la total falta de confianza del pueblo en la justicia de nuestro país. La enumeración de estos affaires sin castigo sería de nunca acabar, pero baste citar casos en el que el mero nombre del elemento ya los identifica: la aduana, los guardapolvos, la leche, IBM-Banco Nación, el oro, las armas...

Pero el tema, insisto, es primariamente cultural. Es una excepción a la regla encontrar un juez de cámara, un secretario de juzgado, un abogado que en su escala de valores figure la patria. La inmensa mayoría tiene como meta en lugar de "hacer la patria" un norte más terrenal, concreto e inmediato: "hacer mucha plata".

3.- Los protagonistas de la "diplomacia generativa"
El término "diplomacia generativa" es una sofisticada manera de llamar a un sistema de concreción de obras públicas, en la que los actores salen beneficiados a costa de los ciudadanos. La diplomacia generativa tiene objetivos nobles y atendibles, pero el camino para llegar a ellos está sembrado de corrupción. Ejemplo: un grupo de empresas privadas al borde de la desaparición por falta de trabajo, detecta una necesidad de la gente.

Digamos por caso, la construcción de una ruta asfáltica para reemplazar a un camino de ripio que comunica varias localidades provinciales, o la construcción de casas dentro de un plan de viviendas. Entonces alguien se presenta ante las autoridades gubernamentales pertinentes, le propone realizar la ruta o el barrio en cuestión, se arma la licitación pública, se elige al mejor oferente, y la ruta se hace. Hasta aquí todo bien. Pero veamos los pormenores...

Las empresas contratistas que ingresan en la licitación, conforman una especie de "club" o "liga" y acuerdan previamente cuál será de todas la que realizará la obra, presentando el presupuesto más bajo. Ese precio más económico, en realidad es exorbitante: digamos el doble o mucho más de lo que realmente cuesta hacer el trabajo. Lo que pasa es que la empresa adjudicataria para haber ganado se comprometió a abonarle a cada una de las empresas que forma parte del "club" una suculenta "comisión" en mérito a haberse presentado en la licitación con propuestas inaccesibles. Además, deberá restituir el dinero que el club le dio a los gobernantes de turno para que aprobaran la idea y efectuaran el llamado a licitación. Estas sumas (siempre millonarias), va en parte a las arcas del político para financiar futuras campañas, y/o directamente para sus bolsillos.

Por lo tanto, la "diplomacia generativa" llega concretar muchos objetivos: se hace la ruta, se hacen las viviendas, lo cual es bueno, pero también se hace que políticos y empresarios incrementen notoriamente sus ingresos, y el pato de la boda es el pobre contribuyente, que paga a precio vil una obra que se podría haber hecho por muchísimo menor costo. Con la plata malhabida de funcionarios y empresas, se podrían haber construido no una sino dos rutas y/o dos barrios de viviendas...

4.- Los proveedores del Estado
Otro tanto con muchos de los proveedores de insumos, materiales, alimentos, etc. a dependencias del estado nacional. El esquema es que se paga por un bien o servicio un plus que va a parar a la empresa beneficiada y al funcionario espurio, lo que significa que con el mismo costo se podía haber brindado por ejemplo a las escuelas y hospitales públicos más alimentos, más medicamentos, más comida, más material didáctico, etc.

5.- Las seudopatrias
Eufemísticamente se les ha dado el nombre de "patrias" a los grupos y corporaciones que por encima de los intereses de la nación, presionan para lograr enormes y descabellados beneficios para su sector. Las "patrias" sindicalista, bancaria, financiera, contratista, son ejemplos concretos de este cáncer que carcome a la verdadera patria, y que alternativamente han ocupado el sitial protagónico en la historia del país, a costa de los ciudadanos honestos.

6.- Los argentinos sin sentido de pertenencia
Comencemos por los empresarios. No son malos en su rol. De hecho, si su negocio ha sobrevivido a 20 años de pésimas políticas gubernamentales y a varios años de recesión, algún mérito han de tener. ¿Sería entonces justo considerarlos con una cuotaparte de responsabilidad en la debacle de Argentina? Únicamente, si el análisis lo hacemos desde el sentido de pertenencia.

Cada empresa que por ejemplo se fue a Brasil alentada por las ventajas impositivas, significó una contribución significativa al aumento de la desocupación. ¿Y qué iban a hacer? ¿Quedarse y fundirse como tantas miles de empresas, desamparadas por un gobierno que pretendía hacernos creer que ya estábamos en el primer mundo?

Otro tanto en el caso de los miles de argentinos que tienen en cuentas de bancos ubicados en paraísos fiscales del extranjero, un monto igual o superior al de nuestra deuda externa. ¿Son apátridas por no haber invertido en el país y no haberle proporcionado empleo a cientos de miles de argentinos? ¿Acaso fueron más vivos que los idealistas que sí confiaron en el país y quedaron encerrados en el corralito?

Los problemas a resolver¿Cómo recuperar la confianza en las instituciones de la democracia?
Un famoso dicho popular afirma que "El que se quema con leche, cuando ve una vaca, llora". Las letanías y falsas promesas, y la defraudación moral a la gente, forman parte de la trama de nuestra historia contemporánea: ("Hay que pasar el invierno", "El que apuesta al dólar, pierde", "Hay que juntar plata y tejer bufandas para los soldaditos de Malvinas", "Después se va a devolver sin problemas lo del ahorro forzoso", etc. etc.)

La gente, el pueblo, los ciudadanos no confiamos en los políticos. Ni en la Suprema Corte, ni en los jueces menores. No confiamos en los sindicalistas, no confiamos en los banqueros. Sólo confiamos en nosotros mismos. No esperamos nada de gobiernos corruptos. Pero alentamos la esperanza de contar en esta refundación que llevará su tiempo, con gobiernos honestos, porque sí confiamos en las instituciones republicanas.

Estamos presenciando los estertores agónicos de un país que desaparece y que nos ha causado mucho daño. Mucha gente honesta ha quebrado económica y moralmente. Millones de sueños y de esfuerzos de toda una vida han sido tronchados. Las embajadas no dan abasto para atender a los argentinos de la diáspora. El gobierno actual, de Duhalde con Alfonsín entre bambalinas, es más de lo mismo, y la gente lo percibe.

El presidente (legal pero no legitimado por la gente), parece haber entrado en una anomia delarruesca fruto de las presiones internas y externas que recibe y que lo llevan errático a andar y desandar caminos. En el túnel sólo se ve oscuridad, o sea que no se ve nada.

Pero detrás de la crisis que recién comienza y que puede llegar a extremos y consecuencias inimaginables, tenemos la necesidad y el compromiso de gestar una nueva república sin los vicios y errores de la primera. Se está gestando una nueva Argentina, y el cambio cultural y de esquemas mentales que esto conlleva, será doloroso y complicado. No son solamente los políticos los responsables de que haya llegado Argentina a este estado terminal.

Por eso la idea de esta nota de explicitar otros bolsones de corrupción y otras causas de porqué se llegó a esta situación. Pero como los honestos son mayoría, sólo resta la esperanza de que la toma de conciencia que comenzó con los cacerolazos, se consolide en nuevas ideas, nuevas actitudes, nueva gente para un nuevo país.

El parto será doloroso, largo, terrible, pero recibiremos alborozados a una nueva y gloriosa nación, la nueva Argentina que se gestará a partir de la revolución de los honestos, de los patriotas, de los ciudadanos cabales.

"TO GO AWAY OR TO REMAIN?" IS THAT THE QUESTION?

Por Luis Alberto Lecuna

¿Irse o quedarse? Esa es la pregunta que se hacen miles de argentinos que viven (o sobreviven) acosados por una recesión económica que ya lleva varios años y con escasos indicios de que termine.

Una tanguera bruma de melancolía, desilusión y desesperanza se ha apoderado de los argentinos, que siguen sin ver la luz al final de este oscuro túnel de recesión económica que ya lleva tres años...

Solamente Domingo Cavallo, el "Superministro" de Economía, es el único que no sólo no está "bajoneado", sino que exhibe una euforia y un entusiasmo a toda prueba.

Amparado por el fuerte respaldo que el FMI le dio a él y al país, diciendo que las medidas que está tomando merecen el respaldo internacional, el hiperkinético Cavallo se muestra seguro y optimista como siempre en cuanto reportaje se le hace.

Pero como dice el dicho campero: "El que se quema con leche...", los argentinos siguen desconfiando de sus gobernantes, hasta que no vean señales claras de reactivación, de disminución del gasto público, de los exorbitantes sueldos de muchos funcionarios, de... El megacanje como usted sabrá, querido lector de EL SUPLEMENTO, consiste en reemplazar bonos de la deuda externa argentina que ya están por vencer, por otros bonos a 5, 10, 20 o 30 años a mayor interés. En otras palabras, un desahogo financiero ahora, y un mayor ahogo financiero a futuro...

Pero a fuer de ser sincero...¿Qué otra medida queda para no caer en el default? Cavallo quiere unos cuatro o cinco años de tranquilidad para intentar reactivar una economía aniquilada por un pésimo concepto de lo que son los procesos de globalización y de cómo hay que situarse como país ante los mismos.

Por otro lado, es cierto que un hombre con la ambición de poder que él tiene, está apostando todo a ganador para llegar de manera inmejorable como candidato a presidente de la Nación en el 2003. Y en los próximos años, si le va bien a Cavallo, le irá bien a Argentina que en este momento no tiene otra salida a la vista (salvo Ezeiza), en el alicaído y desprestigiado panorama que brindan los políticos argentinos.

Aún así, el país sigue gastando más de lo que ingresa, y así no hay empresa que resista... En otras palabras, Argentina deberá crecer y mucho, para pagar una deuda que se agigantará aún más por los grandes intereses que deberán honrarse... (Se está hablando de un 15%)

Recuerdo un dicho que viene al caso: "Cuando uno debe, el problema es del que debe; pero cuando uno debe muchísimo, el problema es del que debe y del que le prestó". Esta parece ser entre líneas la razón de tanto auxilio externo por parte del FMI con el "blindaje", y tanto apoyo discursivo al "megacanje"... Sin estos recursos, Argentina en poco tiempo entraría en cesación de pagos, y el problema no sería entonces solamente de los argentinos sino también de sus acreedores...

En tanto, las colas de argentinos en las Embajadas de USA, España e Italia, para obtener su visa de residente o su pasaporte de la Comunidad Europea, se suceden unas a otras, provocando la perplejidad de quienes seguimos firmes, luchando por esa idea de una Argentina mejor, tratando de poner nuestro granito de arena en pos de esa patria que nos enseñaron en la escuela que debíamos construir con el ejemplo diario...

Les cuento por caso, que estoy sumamente orgulloso de formar parte de un equipo que dirige un colegio de vanguardia, que nada tiene que envidiarle a ninguna institución de jerarquía del "primer mundo". Un colegio donde aprenden English as a First Language, Francés y Portugués, que manejan tecnología de punta, con alumnos pensadores críticos y creativos...

Ex-alumnos nuestros están tanto en la Universidad de Buenos Aires como en la prestigiosa Universidad Di Tella, en Alabama en Birmingham, en Florida, Tampa, en la Universidad de Washington y hasta una ex-alumna cursando un semestre en La Sorbona. Pero también les digo que seguir adelante aquí es cada vez más duro, y el panorama parece un campo de batalla: en los últimos años, sólo en Buenos Aires han cerrado sus puertas unos setenta colegios privados...

Hace unos días le pregunté por Email a una colega por qué hizo lo inverso a la tendencia: de vivir con su familia en California, decidió volver a nuestro país, donde están sus padres. Esta excelente docente, cuando le pregunté sobre lo extraño de que habiendo vivido tanto tiempo en Estados Unidos no tengan deseos de volverse, me contestó entre otras cosas:

Dear Doctor: Regarding my home place: believe me it is a "hot" issue for me. My husband is always going around this point and trying to convince me to return to the USA to live. I LOVE Argentina, and I want my kids to grow up here, but I realice that every time it gets harder and harder for me to defend things here.
I always say that this country has much more virtues than USA but of course things are getting difficult here. I want my kids to grow with their whole family (grandparents, cousins, etc). Education is another big point. Believe me Dr. Lecuna, that High School and Elementary in the States are a nightmare!!!!! The level is so low that sometimes you cannot believe it. That´s why when people bring things that come from the US educational system I am horrified!!!!. Even the USA has seen this and is desperate to change things. They are in some way, going back to the old system (believe it or not). This is what was going on in California, which is one of the leading states in many ways."


Yo que he tenido la posibilidad de viajar a menudo, me he percatado de los problemas de la escuela pública, y he escuchado de boca de los mismos americanos del Norte que los docentes son "functionally illiterates", y que el problema de la educación en USA no es económico sino de "responsibility" y de "accountability"... ¿No es oro todo lo que brilla?

Argentina durante décadas fue un foco de cultura que irradió su fulgor en todo el mundo de habla hispana. Aún hoy, en medio de quizás la más profunda decadencia, muchos docentes delirantes, líricos y locos, escasos de medios y esperanzas, siguen luchando desde su puesto mal pago en las Universidades Nacionales (Buenos Aires, La Plata, Córdoba, Tucumán, Rosario, etc.), o en sus puestos de maestros rurales y de frontera en tantas escuelitas carenciadas desplegadas a lo largo y lo ancho del país, a la espera, de que alguna vez Argentina retome el rumbo que hace tanto tiempo no encuentra, con políticos probos, con empresarios con sentido de pertenencia, con inversores nativos que en vez de tener más de ciento sesenta mil millones de dólares en bancos del extranjero, tengan la suficiente garantía de que no van a ser esquilmados por gobiernos corruptos y derrochadores, y por leyes que en vez de protegerlos los desalienten, y apuesten al país, como lo hacen chilenos y brasileños con sus naciones.

Argentina merece un destino mejor que el de país emergente y eternamente postergado. Y nuestro futuro depende de todos los argentinos: los que estamos acá, luchando como podemos, y los que están afuera pero llevan la patria en su corazón, y que con su don de gente y su cordialidad, dejan bien parada a esta tierra que esperamos todos, pueda en este siglo surgir como "una nueva y gloriosa Nación"...

Por eso entiendo que la pregunta no es si "irse o quedarse"... Me animo a decir sin equivocarme que todos los que se fueron siguen teniendo adentro suyo a la patria en el recuerdo, en la nostalgia, en el tango y el folclore, en el mate y los asaditos, en el corazón y en la mente... Mientras que muchos de los que se quedaron, tienen menos sentido de pertenencia e identidad que los que se fueron, y operan en consecuencia...

El asunto entonces está precisamente en esto: En Argentina o en el extranjero, hacer profesión de fe de nuestra argentinidad, amar a la patria, ser dignos de ella, luchar desde nuestro campo de acción por una Argentina mejor, hacer control de gestión de nuestros empleados, los gobernantes, hacer que los extranjeros amen al país a partir de nuestras actitudes, mostrar y demostrar nuestra identidad, nuestro sentido de pertenencia, nuestro respeto por las manifestaciones de su cultura.

Por eso, recordando a Ortega y Gasset, termino con aquella famosa frase dicha para sacudirnos y despabilarnos de una vez por todas, en este nuevo siglo: "¡Argentinos, a las cosas!"

PODER LEGISLATIVO, PODER JUDICIAL, Y LA "ENCICLOPEDIA DE LA INFAMIA"

Por Luis Alberto Lecuna


Internet es un excelente vehículo para entender una de las mayores causas de por qué Argentina está como está.

Basta que el lector desprevenido acceda al Web Site de la Procuración del Tesoro de la Nación, en el cual se encuentra el copioso "Informe Preliminar sobre Beneficios Jubilatorios Especiales", o como se dice en el lenguaje del hombre de la calle, las famosas "jubilaciones de privilegio". Vale la pena analizarlo detenidamente en http://www.ptn.gov.ar/Investigaciones/accesos.htm

Nombres ignotos, apellidos famosos, funcionarios de alto o pequeño nivel, de diverso tinte político (radicales, peronistas, frepasistas, de la época de la dictadura, etc.)... todos están hermanados en sus ominosas prerrogativas que no son otra cosa que una terrible burla a la inmensa mayoría del pueblo argentino que sufre su cuarto año de recesión, con el PAMI quebrado y los jubilados sin atención, con quitas en el presupuesto de salud y de educación para poder pagar los servicios de la también ominosa deuda externa, con la incorporación mensual de 60.000 nuevos pobres al mapa social de un país que se cae a pedazos.

Argentina, que vive de ajuste en ajuste, tiene un área inmune al mismo: la conformada por el poder legislativo y judicial. Es que existe un lema tácito, no escrito, que quienes mandan asumen a rajatabla "El ajuste es para la gente, no para sus dirigentes". Es que la clase política constituye un ghetto exclusivo y exquisito, que tiene en su conjunto la responsabilidad absoluta de por qué nuestro país se encuentra como se encuentra.

Mientras muchos jubilados que trabajaron y aportaron al fisco durante toda su laboriosa vida, cobran poco más de 100 dólares por mes, el listado de jubilaciones de privilegio nos indica la holgada situación de gente que se "jubiló" a los 40 años, con un ingreso mensual de unos U$S 3.500, simplemente por el hecho de haber estado unos meses en la función pública. La provincia de la La Rioja encabeza el ranking de la infamia: seiscientos once individuos perciben mensualmente U$S 2.716.086 es decir que anualmente se llevan del erario público la suma de U$S 32.593.032
Pero aquí no termina la cosa... También hay "jubilados especiales", que además de percibir suculentas cifras mensuales, también cobran otros ingresos como miembros activos de organismos oficiales. Estos montos, llegan hasta los 9.200 dólares mensuales, como es el caso de un integrante del poder judicial, que recibe dicha cifra, más la jubilación de $ 4.762, o sea casi U$S 14.000 mensuales...

Repasando una de las listas que por ser tan numerosas, están por orden alfabético, constituyendo algo así como la "Enciclopedia de la Infamia", hay un tal Carlos Omar Menem que se jubiló a los 44 años, y que percibe $ 5859 como "jubilado", más $ 4800 por estar en actividad. Hay dos Alfonsín que, más modestos, perciben cada uno $ 3.500. Hay un absuelto (por la justicia pero no por el pueblo) Eduardo Angeloz, y hay intelectuales y escritores famosos que también pasaron por la función pública, cuyos ingresos no bajan de los U$S 3.500

La lista de apellidos conocidos es vasta y sorprendente ( si es que de algo podemos sorprendernos los argentinos a esta altura del partido...) Lo que más indignación me provoca, es que conozco a muchos de los que allí figuran, que antes se desgarraban las vestiduras enarbolando la bandera de la ética y la democracia...

No obstante, entre cientos de nombres, de vez en cuando aparece alguien con un asterisco, que explica que ésta persona "suspendió sus haberes". Toda una "rara avis" en este conciliábulo de despilfarro a costa del pueblo.

Quizás lo más "simpático" de todo esto, es que la edad requerida para estas jubilaciones especiales fluctúa entre los 60 y 65 años. Ingenio no les sobra a nuestros políticos, para haberse "jubilado" entre los 39 y los 50...

Argentina y California son similares en cuanto a su población. Pero... ¿Cuánto produce California? Desde luego muchísimo más que Argentina. ¿Y cuánta gente tiene en la función pública? Desde luego que muchísima menos gente. Sería muy bueno cotejar estos datos...

¿Cómo atacar este mal endémico, esta estructura consolidada que escudada en la bandera de la democracia esconde la más oprobiosa ineptitud, la mediocridad en procederes y actitudes, y tolera y sustenta semejante corrupción estructural?

¿Qué pasó con las denuncias de corrupción en la Cámara de Senadores? ¿Quién está preso? Quiénes de ellos pueden ser considerados con el sinónimo utilizado en la época de Sarmiento de "Padres de la Patria", si en realidad se han comportado como "Hijos de mala madre"? Por supuesto, hay que destruir al mensajero, y el Senador Cafiero, que denunció lo de las coimas, fue el blanco de los más arteros ataques...

Más allá de si Menem estuvo bien o mal encarcelado, y bien o mal desencarcelado por el tema de la venta de armas...¿Se indagará alguna vez dónde fue a parar el dinero de las armas vendidas? ¿Qué pasó con los resonados temas judiciales de "los guardapolvos con sobreprecio", "la leche adulterada" del menemista Vicco, el caso "Yaciretá" que el Menem en campaña describió como "el monumento a la corrupción", el caso de las "coimas IBM - Banco Nación", el probable "enriquecimiento ilícito de María Julia", el tema de la "mafia del oro"?

¿Qué margen le queda a un argentino honesto, de esos escasos 200.000 que figuran registrados y pagan sus impuestos, para creer en las bondades de "ésta" democracia que sólo es beneficiosa para los que están en el poder? ¿Qué seguridad le puede brindar la ineficiencia judicial? ¿Qué tranquilidad con gobernantes que sólo piensan en acrecentar su patrimomio personal?

¿Dónde fue a parar el dinero de las privatizaciones, cuando prácticamente se vendió todo el país? ¿Y dónde están los controles por parte del Estado, de las innúmeras empresas que "se compraron todo"?

Demasiadas preguntas sin respuestas. Y el mundo sigue andando, a la expectativa de qué va a suceder en este otrora maravilloso país, granero del mundo, tierra de promisión, nuevo mundo del inmigrante, paraíso en la tierra, con todos los aires, con todos los climas, con todos los paisajes de su pródiga naturaleza...

Si Argentina tiene tanta gente altamente capacitada, que descolla en todos los ámbitos del saber, que trabaja en los más afamados centros científicos y tecnológicos del mundo, ¿Cómo es posible que nos gobierne gente que individualmente puede que sea magnífica, pero que como clase política no es otra cosa que una sarta de ineptos? ¿Dónde están las políticas gubernamentales que tengan como finalidad el bienestar de las grandes masas populares, si las masas populares cada vez están peor?

¿Qué tiene que ver esta pretendida "democracia", con la democracia "del pueblo, por el pueblo y para el pueblo?
¿Qué harían, más allá de sus diferencias personales, si resucitaran San Martín, Belgrano, Moreno, Castelli, Alberdi, Sarmiento y Rosas y observaran semejante corrupción e ineficiencia, esta falta de patriotismo, este lastimoso despeñarse por el sendero de declinación ética?

¿Será una utopía que los políticos trabajen ad honorem, que se achique a su mínima expresión la estructura y los cargos de senadores, diputados, miembros del poder ejecutivo, de las gobernaciones y de los municipios?
¿Será una ilusión pensar que alguna vez los jueces se dediquen a hacer justicia, y hagan tronar el escarmiento, por más gordo que sea el pez?

En la plaza principal de mi ciudad natal, Mar del Plata, se construyó una fuente con agua que en vez de cumplir su cometido ornamental, mojaba a los transeúntes que distraídamente se acercaban. El ingenio popular la bautizó ya hace más de 20 años como "la cárcel", porque "los chorros grandes van afuera, y los chicos adentro". Los argentinos nos sentimos presos en esta cárcel, víctimas de esta realidad en la que el pueblo cada vez se aleja más del bienestar, la seguridad, la salud, la educación y todos los bienes que supuestamente provee un estado democrático... Somos prisioneros de los malos gobernantes.

Para terminar, más de uno se habrá preguntado al ver que hice mis reflexiones acerca de los poderes legislativo y judicial, porqué no me referí al poder ejecutivo nacional...
¿Qué poder ejecutivo?

HAY UN CAMINO MEJOR

Por Luis Alberto Lecuna


El encuentro Internacional del BID realizado recientemente en Uruguay, sirvió para ratificar el concepto de que no todo está perdido, y de que no está en las políticas económicas ortodoxas del FMI, sino en el desarrollo del capital social, la clave para que Argentina salga adelante.

Hay un viejo apotegma que dice “Sólo el pueblo salvará al pueblo”… Los países escandinavos lo entendieron. Nosotros aún no. Seguimos con el concepto del líder magnánimo y providencial que solucionará todos nuestros problemas…

Por lo pronto, y salvo en escasísimas situaciones que lamentablemente no tuvieron continuidad en el tiempo, la sociedad argentina en su conjunto no ha adquirido aún el grado suficiente de concientización, de condena moral a los corruptos de toda laya, de compromiso cívico, de movilización, participación, y control de gestión de sus gobernantes que debe tener todo país soberano para garantizarse a sí mismo el desarrollo integral de su comunidad nacional, la igualdad de oportunidades, una calidad de vida digna para todos.

En nuestro caso, mientras nos dejábamos llevar por los cantos de sirena de los gobernantes que supimos conseguir en estas dos últimas décadas, no sólo no hemos progresado sino que retrocedimos hasta límites impensables…

El resultado de aplicar obedientemente las recetas ortodoxas neoliberales dictadas por los centros de poder ya desde la época de la dictadura, está a la vista: una sociedad desarticulada en un país desintegrado, con millones de nuevos pobres y el 25% de la población indigente, es decir, con casi diez millones de habitantes que no pueden siquiera alimentarse, lo que implica desnutrición y deterioro global, porque la miseria económica es fuente de otras miserias: físicas, morales, intelectuales y psíquicas.

Si todos sabemos que la desnutrición duradera produce daños neurológicos irreversibles… ¿Es exagerado inferir que ya hay al menos una generación perdida?

Un indicador contundente del deterioro es lo que sucedió con la clase media en los últimos cuarenta años: de casi el 60% de clase media y 10% de pobreza en la década del sesenta, hemos pasado a tener en la actualidad sólo un 23% de clase media y casi el 60% de pobres.

Pero la enumeración de fatalidades no termina: de ser uno de los 10 países más avanzados y ricos del mundo a principios del siglo pasado, ahora contamos con todas las “delicias” del subdesarrollo: pésimas condiciones sanitarias, deterioro de la calidad de vida, servicios de salud colapsados, un sistema educativo que se quedó en el tiempo, índices terribles de desnutrición infantil en el país de las vacas, el trigo y la soja, y un por demás preocupante incremento de signos de declinación moral y espiritual: resquebrajamiento de la familia como institución fundacional de la sociedad, falta de trabajo y por ende de expectativas de una vida digna, baja de la autoestima, aumento de la violencia familiar, del alcoholismo, la drogadicción, y consecuentemente, de la inseguridad y el delito.

Si tuviéramos siempre presente que por cada argentino (niño, embarazada o anciano) que muere cada día por falta de atención médica o por enfermedades ligadas a la pobreza (tuberculosis, desnutrición, etc.), y que por cada chico que carece de los recursos mínimos como para adquirir una educación adecuada que le permita acceder a un futuro mejor, hay un funcionario corrupto que desvió hacia sus bolsillos el dinero que el pueblo pagó para salud y educación, quizás la presencia cívica de la gente sería mas contundente, y no seguirían hoy en sus cargos tantos funcionarios reciclados que han hecho de la política una profesión altamente redituable para engrosar sus cuentas personales.

Los vientos de cambio sólo llegaran cuando la justicia sea implacable con tanto hijo e hija de mala madre que han usado al Estado y la función publica para su propio beneficio.

Otro apotegma reza: “Cuando los pueblos se cansan, hacen tronar el escarmiento”.
El cansancio del pueblo argentino se evidenció con los cacerolazos, pero lamentablemente el “que se vayan todos” no tuvo la persistencia necesaria. Por eso en vez de irse siguen todos, por eso están los mismos de siempre, por eso tenemos un gobierno peronista tratando de reconstruir la Argentina destruida por otro gobierno peronista.

Mientras no se implemente una profunda reforma de la política, eliminando por ejemplo las listas sábana, normatizando y supervisando el financiamiento de los partidos políticos (primer escalón de la corrupción), todo cambio será cosmético.

Todo seguirá siendo igual mientras la gente no tome conciencia de que es la única y verdadera dueña del poder, mientras el pueblo no comprenda que cualquier funcionario publico, desde una empleada estatal o un policía o un gobernador o hasta el mismísimo presidente son meros empleados que debe cumplir un mandato dado por el mismo pueblo, y que si así no lo hicieren, deben ser demandados tal cual se les dice a los que juran “por Dios y la Patria”, con sus manos sobre los santos evangelios.

Muchos países que han alcanzado un importante desarrollo económico y calidad de vida, son también países sin corrupción, y ésta no existe porque existe la sanción social, el repudio de todos sus ciudadanos. Son países en que el grado de civismo y participación de la gente en los asuntos del Estado (que son sus propios asuntos), es muy elevado.

Un pueblo que ejerce su rol de dueño del poder, supervisa estrictay constantemente a sus empleados, llámense estos legisladores, intendentes, jueces, gobernadores o policías.

Un pueblo que sabe defenderse a si mismo, tiene un gran compromiso social y es fiel custodio de la existencia de equidad, de igualdad de oportunidades, de buenos servicios educativos y de salud.

Un pueblo con estas características, cívicamente maduro, sabe que la clave está en el desarrollo del capital social, y que para ello, la principal herramienta es la participación ciudadana. Por eso la gran importancia que adquiere el voluntariado y las organizaciones del tercer sector: organizaciones no gubernamentales que trabajan con estamentos oficiales en acciones de desarrollo social, en tareas solidarias, organizaciones no gubernamentales que también hacen control de gestión de los actos de gobierno.

¿Algunos signos de nuestra inmadurez social? Es doloroso reconocer que en ciertas capas de nuestra sociedad no es infrecuente que exista cierto insano sentimiento de admiración e incluso envidia ante quien aumentó su patrimonio de forma inexplicable desde el punto de vista de la ética. Las frases y argentinismos hablan por sí solos: “Éste sí que la hizo bien”, “Éste se salvó para toda la cosecha”

Esta carencia de sanción social, es la consecuencia lógica de la falta de sanción legal, de la inexistencia de una Justicia que castigue a todo el que delinque, sea pez gordo o chico. Cuando todo está corrupto, es muy complejo y terriblemente difícil que se instale la ética en una sociedad.

Por eso es altamente auspiciosa la feliz idea del Dr. Enrique Iglesias, Presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), denominada “Iniciativa Interamericana de Capital Social, Ética y Desarrollo”, tarea que ha encomendado al prestigioso Dr. Bernardo Kliksberg.

En los últimos días del mes pasado se realizó en la ciudad de Montevideo un Encuentro Internacional del BID, que convocó a más de dos mil participantes de 35 países, y en el que tema excluyente fue “la agenda ética pendiente” de América Latina.

Esta importante iniciativa que cuenta con el apoyo logístico de Noruega, el país con menor índice de corrupción y con uno de los mayores índices de desarrollo del capital social, al contar con un pueblo solidario y cívicamente activo, que vive con equidad, con un Estado eficaz, y con empresarios con un elevado sentido de responsabilidad social.

Nada más abrumadora que la triste experiencia de Argentina, para concluir que de ninguna manera el desarrollo de los pueblos se logra a partir de una visión exclusivamente economicista. No es el capital económico sino el capital social en un marco de equidad, igualdad de oportunidades, solidaridad y ética, el que garantiza el crecimiento integral de una sociedad.

En su excelente libro “Hacia una Economía con Rostro Humano”, Bernardo Kliksberg habla de varias falacias referidas a los problemas económico sociales de América Latina. Muchas de estas falacias instaladas como supuestas verdades, se deben a la prédica incesante de la ortodoxia neoliberal: “Hay que tener paciencia y ajustarse el cinturón”, ya vendrá la reactivación económica cuyos beneficios “se derramaran hacia las clases mas desfavorecidas”. Otra falacia es “La desigualdad es algo natural, y no es obstáculo para el desarrollo” La verdad es que cuanto más equidad social hay en un país, mas fácil crece económicamente, y lo prueban los países nórdicos, cuyo crecimiento esta sustentado en el capital social y la equidad. Nosotros somos la viceversa… y así nos va.

Otra falacia surgida también del pensamiento liberal ortodoxo es que “No hay otro camino” que el planteado por las políticas económicas que dictan los centros de poder. En realidad, de Martínez de Hoz a Cavallo, pasando por Alsogaray, la implementación de esta mentira y simultáneamente el evitar todo tipo de discusión sobre otras alternativas, logro lo inimaginable: que uno de los países más ricos del mundo como es Argentina, haya llegado al borde del colapso total.

Y así, arribamos a la Argentina del impensado Dr. K… A nadie le escapa que nuestro presidente que en cierta forma y hasta el momento, ha resultado ser un “tapado”. De escasas o nulas posibilidades de acceder a la primera magistratura, pudo finalmente llegar a la presidencia de la Nación con el poder del clientelismo prebendarlo del peronismo bonaerense.

Mas allá de la forma de llegar al sillón rivadaviano, asumamos que Kirchner, con su estilo tan peculiar, está haciendo en el tema que hoy nos toca, lo que hay que hacer. Se está implementando una red federal de políticas sociales en cuyo diseño e implementación han intervenido organismos oficiales y organizaciones no gubernamentales. Y en este tema, entendemos que la tarea y los objetivos impulsados por la Ministra de Desarrollo Social Alicia Kirchner, avalada de algún modo por el BID y la ONU, son los adecuados: volver a la familia como motor de la sociedad, propender al desarrollo social a partir de una economía solidaria, priorizar las políticas sociales, generar cadenas productivas y oportunidades para garantizar un desarrollo sustentable.

Las cosas serán aún mucho mas auspiciosas, cuando los planes “Trabajar” y “Jefe y Jefa de Hogar”, se transformen no en un subsidio para combatir la indigencia y el hambre, sino en una fuente de generación de trabajo genuino que permita un desarrollo sustentable para tantos millones de compatriotas que como la mermada clase media, los pequeños empresarios, los que luchan para sacar adelante su empresa, su colegio, o su microemprendimiento, sufren los resultados lacerantes de la fiesta menemista cuya orquesta interpretó con singular eficacia las partituras musicales de la orquesta neoliberal.

EL ASESINATO DE UN MAESTRO

Por Luis Alberto Lecuna

El día previo a las vacaciones de invierno, envié a toda la comunidad educativa una nota titulada "Acerca de ese desprestigiado oficio de ser patriotas".

En ella me refería precisamente a "aquellos hombres de carne y hueso, con fortalezas y debilidades, que fueron fieles a sus convicciones, a sus sueños e ideales..." Se trataba de hombres y mujeres que "no se sabían patriotas, no se sentían como tales. Simplemente cumplían con su deber. No perseguían dinero ni jubilaciones de privilegio ni el aplauso ni el bronce o el mármol. Simplemente tenían ideales comunitarios a los que consideraban más importantes que ellos mismos. Por eso los consideramos patriotas: por pensar primero en el bien común".

Lo que acaba de pasar es algo terrible. No hay peor asesino que quien aún con las manos tintas en sangre y después de haber cometido su macabra acción, desconoce haber hecho lo que hizo.

El país que deploro, ese país mediocre, banal, le ha dado la estocada mortal a uno de los escasos patriotas que tenía, a un patriota que expresamente siempre quiso que cuando muriera solamente se lo recordara como a un simple maestro. No como a un patriota, no como a un excelente ser humano, no como a un sabio y excepcional hombre de ciencias que le había salvado la vida a cientos de personas y brindado a la comunidad mundial un método revolucionario para prolongar la vida de pacientes cardíacos.

Rene G. Favaloro simplemente deseaba que cuando muriera se lo recordara como a un maestro. Tal y tan grande era su vocación docente. Un docente de raza es aquél sin horarios, dispuesto al esfuerzo que no rehuye el sacrificio y la entrega total, un ser con la pasión a flor de piel, un ser ético a carta cabal, porque sabe que es referente de sus alumnos, y porque el ejemplo es la mejor enseñanza.

Las crónicas dirán sobre el contenido de las cartas que dejó, se referirán a los avatares económico y financieros que atraviesan todos los que apuestan a un país distinto, a una Argentina de la que nos sintamos dignos y orgullosos. Esta Argentina me da dolor, me da vergüenza, me provoca indignación y asco.

Por eso, con mi ínfimo granito de arena he tratado durante toda mi vida de luchar día a día por ese otro país que soñaron nuestros próceres fundadores, por ese país mejor que soñó el Dr. Favaloro, por ese país que estoy viendo cada vez más lejano...
Un sarcástico de profesión, dijo alguna vez: "Argentina es el país del futuro... y siempre lo será..."

Acostumbrados a encontrar siempre un "enemigo externo" a quien responsabilizar de nuestras ineptitudes como sociedad, surgirán desde luego presuntos causantes y causales de la muerte del prestigioso cardiólogo.
Yo prefiero decir que "estamos como estamos y nos pasa lo que nos pasa, porque somos como somos".

Favaloro ya no está entre nosotros. Esto significa que el país deseado, la Argentina soñada, se ha alejado aún más... Es doloroso. Es lamentable. Es angustiante. Y esta muerte anunciada y desoída, se provoca en el mismo momento en que se incrementan como nunca las colas frente a las embajadas de países extranjeros... Colas de argentinos que han matado o están matando definitivamente al patriota potencial que tienen adentro, rendidos ante la desazón de un país mediocre que mata a quienes quieren cambiarlo, y antes de morir, prefieren iniciar una nueva vida en el extranjero. Esas largas colas me aterran. Colas de compatriotas muertos en vida, por aquello de que "muertos son los que tienen muerta el alma, y viven todavía..."

Y no es problema de ningún perimido color político: todos, derechosos y progres se hermanan en la misma mediocridad, ya que es la sociedad actual la que votó tanto al gobierno actual como a la oposición, ya que es la sociedad actual la que admite con su inacción extremos que van desde la intolerancia racista hasta la tolerancia inaudita de travestidos con las tetas al aire en la vía pública.

La muerte del maestro me ha cambiado la vida. Me deja perplejo. Me deja vacío. Es al menos para mí, un antes y un después. ¿Tiene que pasar algo más patético para darnos cuenta que hemos tocado fondo? ¿Será posible que un hecho tan trágico para el concepto de patriotismo, un hecho que nos enluta y nos compromete, llegue a pasar desapercibido entre la vorágine de información basura que nos brindan graciosamente muchos medios?
Ya imagino las culpas y reproches cruzados de unos y otros, las expiaciones y los actos y actitudes vindicatorias tardías que desde luego no nos traerán a la vida al maestro Favaloro. Hagámonos cargo alguna vez en la vida, señores: todos han matado al maestro.

El país que sólo sabe agitar la bandera nacional cuando juega la selección de fútbol, y que canta el himno con la voz escasa y apagada, el país que no usa cinturón de seguridad y cruza las calles por la mitad de cuadra, el país de corruptos de uno y otro signo político, el país de las prebendas y negociados, el país del "sálvese quien pueda", el país que piensa que "la única salida es Ezeiza", el país que no apoya a las PyMes y emprendimientos privados como el de Favaloro, el país que hace que hayan desaparecido infinidad de escuelas privadas, de empresas, de fuentes de trabajo, el país que está accediendo a este mundo globalizado pletórico de oportunidades con la cabeza agachada, acaba de matar a uno de los escasísimos patriotas que le quedaban y luchaba desde su trinchera por una Argentina mejor.

LA PREGUNTA DEL MILLÓN

Por Luis Alberto Lecuna


¿Cómo es posible que con la probada capacidad de los argentinos, que actualmente descollan en todos los ámbitos del quehacer humano, formando parte de instituciones científicas, megaempresas, centros de investigación y entidades de todo tipo instaladas en el “primer mundo”, no hayan logrado darse para sí, en su propia patria (tierra pródiga si las hay), un país digno, con gobiernos probos, y un destino signado por el progreso y la calidad de vida de sus habitantes?

Hernán V. es un joven ingeniero capacitado en sistemas, sin las posibilidades de un futuro acorde a su jerarquía académica y esfuerzo cotidiano. Luego de bregar incansablemente, tuvo lo que puede llamarse la “oportunidad de su vida”: una pasantía de dos meses en Dallas, en la sede de la empresa estadounidense para la que trabajaba en Argentina. En menos de un mes de verlo trabajar con ahínco y suficiencia, sus jefes texanos no dudaron en proponerle de inmediato trabajar permanentemente en los Estados Unidos: sesenta mil dólares anuales, vivienda, auto, y una serie de beneficios sociales y empresariales como forma inicial de ingresar a su nueva vida.

Su cuñado, Enrico S. es otro joven argentino brillante: arquitecto egresado con Diploma de Honor, Medalla de Oro y abanderado de su promoción en la Universidad de Buenos Aires. Actualmente trabaja en uno de los estudios más importantes de la capital de los argentinos y, teóricamente, debería sentirse agradecido por permanecer en la empresa después de que sus dueños hubieran reducido el plantel de arquitectos de 30 a 14, y por percibir mensualmente el equivalente a unos 240 dólares, algo así como 20 veces menos de lo que Hernán V. percibirá en igual período.

La ida de Hernán V. a EE.UU. ha generado, desde luego, los lógicos revuelos familiares. Desde Argentina, su novia María Celia M., ya está organizando su inminente boda, para así viajar, a principios de abril, hacia su nueva vida, en un cambio impensado meses atrás. María Celia es contadora pública, y también su carrera fue meteórica y brillante. Su hermana, la joven abogada María José M., mientras la ayuda en los preparativos, no desdeña la posibilidad de que ella y su marido Enrico S. tengan el mismo destino.

Para ello, el primer paso será que María Celia M. y Hernán V. lleven, junto con la mudanza, los currículums de María José M. y Enrico S. Y, seguramente, en no mucho tiempo, cuando los empresarios que tengan delante suyo los papeles que consignan la trayectoria de estos argentinos sin futuro en su tierra, pero altamente capacitados y con un perfecto dominio del idioma inglés, no dudarán en proponerles un trabajo con una remuneración acorde a sus capacidades y talentos.

Carlos Alberto M., el hermano menor de María José M. y María Celia M., un estudiante a punto de terminar el secundario en el colegio privado porteño Pueblo Blanco High School, en donde aprendió English as a first language, francés y portugués, es un gran jugador de fútbol, pero por ese apego tan especial que tienen entre sus integrantes las familias argentinas, dudaba de la alternativa de intentar conseguir una beca deportiva para estudiar Management y a la vez jugar en EE.UU al “soccer”. Ahora ve más concreta y factible la posibilidad, dado que no estará solo a partir de la “cabecera de playa” que una y quizás dos de sus hermanas se instalarán de ahora en más en la ciudad de Dallas.
Rafael H., ex compañero de colegio y de curso de Carlos Alberto M., tuvo que irse con su familia a vivir a EEUU, a un suburbio de New Jersey, pocas semanas después del trágico suceso de las Twin Towers, debido a razones eminentemente económicas: en Argentina sus padres no tenían futuro.

Con sentida emoción, quien fuera su Director en el citado colegio argentino, recibió a fines del año pasado una serie de e-mails y un fax, enviado por Mel H., la madre de Rafael H., donde consignaba que su hijo había sido preseleccionado para integrar el National Honor Roll, algo así como el Cuadro de Honor de los 25 mejores alumnos de todos los High School de Estados Unidos.

Daniel E., otro ex-alumno de la citada escuela, tuvo que viajar con sus padres y hermano a Florida, por las mismas razones económicas que la familia de Rafael H. y por la necesidad de contar con un futuro previsible. Se fue estando en 2º año del secundario, pero hete aquí, que su nivel académico rebasaba ampliamente los estándares norteamericanos, por lo que fue promovido inmediatamente a años superiores, y ahora está cursando materias correspondientes a 4º y 5º del High School.
Recientemente, una entidad inglesa de origen judío, habida cuenta de la terrible realidad argentina, ha ofrecido emigrar a Gran Bretaña a profesionales judíos argentinos: odontólogos, médicos y abogados que incrementarán el número de esta calificada diáspora de materia gris.

Estos ejemplos reales, concretos y contundentes, ofrecen sólo una faceta más de la debacle argentina: la de la enorme descapitalización de recursos humanos altamente calificados, que se viene produciendo con intensidad creciente en los últimos años.
En el otro extremo de esta dolorosa realidad que nada envidia a los macondos garcíamarquianos, el país que exporta el equivalente a 8380 calorías diarias por habitante y está en condiciones de alimentar a más de 250 millones de personas, tiene a la mitad de su población infantil padeciendo anemia, y a la mitad de su población total sin contar con las necesidades alimenticias básicas, lo cual implica desnutrición, imposibilidad de desarrollo aceptable de todas las potencialidades genéticas, y concomitantemente, disminución de masa corporal, retardo en el crecimiento, y trastornos neurológicos irreversibles.

La falta de trabajo, y la existencia de fuentes laborales que pecuniariamente no se condicen con la capacidad y el esfuerzo desplegados, el lógico temor ante un futuro incierto, una crisis que ya lleva muchos años y que parece haber llegado a su piso, pero “nunca se sabe”, la imposibilidad de poder diseñar un proyecto de futuro, la inseguridad urbana y rural, la violencia cotidiana retroalimentada por la falta de posibilidades, por el hambre y por la falta de ejemplos edificantes, y por encima de todo, la legítima desconfianza que despiertan los mediocres gobernantes que integran las corporaciones corruptas y literalmente mafiosas que tienen al país bajo su merced, son razones más que suficientes para que sigan estando las inmensas colas de argentinos en las puertas de las embajadas, en busca de nuevos horizontes fuera de su país.

Otra patética manera de ponderar la debacle del país es que antes de quedarse, muchos argentinos prefieren ir a vivir a Israel, a pesar de los atentados terroristas en las calles, restaurantes y micros y del interminable conflicto palestino-israelí.
En tanto, inversionistas extranjeros y los dolarizados empresarios argentinos amigos del poder, están haciendo sus pingües negocios ante los precios de la tierra y de inmuebles que están por los suelos. En esta Argentina de la debacle, el país está a precio de remate, y no es necesario tirar un solo tiro para apropiarse de él.

En tanto, los medios de comunicación nacionales, lejos de ser tribunas de esclarecimiento de ideas, de control de gestión, de ser unos de los ámbitos de concientización para la refundación patriótica del país, se han ocupado y preocupado minuciosamente por llenar sus páginas, sus espacios orales y televisivos en exponer las miserias de la reciclada y deleznable clase política, especialmente el conflicto del peronismo, la disputas intestinas de sus “capos”, la supuesta renovación justicialista expresada en “jóvenes” como Quindimil, preparando consciente o inconscientemente el terreno para una nueva gestión (¿o indigestión?) peronista para los próximos cuatro años.

En tanto, sigue sin producirse la cohesión de la gente honorable, para gestar esta necesaria “revolución de los honestos”, que dé por tierra con las corporaciones mafiosas políticas, sindicales, empresariales, bancarias, legislativas y judiciales que han hecho de Argentina un país que expulsa a los capacitados, e incapacita cada vez más a los que no se pueden ir.

La idea y los ideales de la Alianza, más allá de los errores garrafales de sus referentes máximos, Chacho y Chupete, sigue vigente. La reconstrucción del país, la posibilidad de cortar definitivamente con el “más de lo mismo” representado por Duhalde y Menem, son directamente proporcionales a la posibilidad de que quienes están desunidos y superan el umbral ético, puedan reunirse en una gran coalición, por encima de sus intereses y ambiciones personales, y colocándose la investidura de lo que la Argentina necesita imperiosamente: estadistas probos, capaces, idóneos, decentes, y con capacidad de gestión.

Patricia Bullrich propuso acordar la firma de un documento de concordancia democrática, con una propuesta programática base, pero cada uno de los referentes potables, encerrado en su torre de marfil, no tuvo en cuenta esta propuesta. No parecen estar dadas las condiciones para que el espíritu aliancista que insisto, sigue absolutamente vivo a pesar de los tremendos errores de sus referentes frepasistas y radicales, logre instalarse por encima de las antinomias.

Hace unos meses atrás, cuando el fervor de los cacerolazos y las asambleas populares estaba intacto como hoy en día, pero también activo y en la calle como hoy no lo está, hubiera pensado con criterio, que esta no por postergada inevitable “revolución de los honestos”, tendría su primavera.

Hoy, ante la inminencia de unas elecciones carentes de seriedad cívica, no me parece tan loca la idea de una coalición por encima de izquierdas y derechas, pero unida por la honestidad y la decisión unánime de eliminar a la corrupción.

Caso contrario, temo que la imperiosa refundación nacional seguirá postergada por otro período, que continuará la diáspora de miles de argentinos con la dolorosa descapitalización de materia gris argentina que ello implica, y se profundizarán los males, las miserias físicas y morales de un país a la deriva, que continúa perdiendo entidad e identidad.

Lo doloroso de la pregunta del millón no es la pregunta, sino que la respuesta sea individual, y tenga que ser buscada en el extranjero, ya que el diagnóstico lo conocemos todos, pero no estamos preparados cívicamente para “ponerle el cascabel al gato”, y encarar todos los argentinos honestos, la definitiva cruzada contra la corrupción y los corruptos que nos dominan y deciden por nosotros nuestras vidas, condenándonos a padecer nuestra historia, en vez de hacerla, digna, de calidad, acorde con la prodigalidad de la bendita tierra en la que hemos nacido, y que cada vez nos es más ajena.

¿QUIÉN SE EQUIVOCÓ?

Por Luis Alberto Lecuna

Estamos en 1990. Guillermo y Matías no se conocen, pero tienen varias cosas en común. Ambos nacieron en Argentina, ambos tienen la misma edad, ambos dicen amar a su país, ambos poseen una pequeña fortuna, ambos disfrutan del futbol criollo, ambos son afectos al dulce de leche, a los alfajores marplatenses, al mate bien cebado y a los buenos asados.

Después del patético final del gobierno de Alfonsín, de la hiperinflación, de las esperanzas incumplidas, del vacío institucional, de la excelente retórica pero pésima administración radical ("Con la democracia se come, se educa, se cura"), de las claudicantes "Felices Pascuas, la casa está en orden", de ese sentimiento de "país a la deriva", surge la Era de la Convertibilidad, con la promesa de un nuevo país con moneda fuerte, con estabilidad, con un futuro predecible y con atisbos de primer mundo, en el que cada uno iba a poder "proyectar su futuro".

Guillermo apostó a ese nuevo país. A una nueva Argentina, justa, solidaria, ética, confiable... Y como siempre había leído y escuchado que "la clave de la transformación social, política y moral de una sociedad está en la educación", decidió poner su granito de arena por su patria y construir un colegio, diseñando un proyecto pedagógico de avanzada, acorde con la expectativas de un mundo en constante cambio.

Matías por su parte, que no había sido educado en conceptos idealistas tales como "patriotismo", "sentido de pertenencia", "amor al país", e "identidad nacional", siguió con sus actividades empresariales familiares, pero no reinvirtió un solo peso ni se modernizó. Simplemente continuó manteniendo su fortuna en una cuenta off-shore de un banco extranjero ubicado en Bahamas, y mes a mes, fue girando remesas de dólares fruto de las utilidades de su emprendimiento comercial.

Guillermo, con toda su economía en blanco, nunca dejó de ser hostigado por la AFIP (Administración Federal de Ingresos Públicos), ya que es uno de los escasos 200.000 grandes contribuyentes que cumple con sus obligaciones impositivas, y como es de los que pagan, obviamente está registrado y constantemente "bajo la lupa".

Matías, con buena parte de su economía en negro, no sufrió nunca el acoso de la AFIP, a pesar de ser uno de los millones de empresarios que siempre eludieron al fisco.

Hacia 1997, cuando las cosas comenzaron a complicarse económicamente, Guillermo decidió redoblar su esfuerzo, y solicitó un crédito bancario para seguir adelante con el colegio, mantener el nivel de sueldos y apostar al crecimiento de la población escolar.

Matías en cambio, decidió trasladar su empresa a Brasil, donde tenía una serie de ventajas impositivas y menores complicaciones en materia laboral, en un país que no tiene como Argentina tantas "conquistas sociales". Se las ingenió para que el traslado a tierras cariocas significara la menor erogación posible, eludiendo con un sutil vaciamiento empresarial, las demandas de sus operarios que tras cartón, se incorporaron a la creciente fila de nuevos desempleados.

Desde 1999, Guillermo tiene una gran preocupación, porque ve con angustia cómo esa Argentina soñada, se desdibuja día a día. Uno tras otro, al igual que innumerables pequeños y medianos emprendimientos, los colegios privados también van desapareciendo. Nada le garantiza que él no vaya a ser el próximo en caer. Los padres están cada vez más complicados en sus economías, y la única fuente de recursos con que cuenta el colegio son los aranceles que abonan las familias. La población de la escuela va mermando en vez de crecer, debido a la diáspora: padres que se van a vivir al extranjero y padres que cambian a sus hijos a colegios públicos, porque no pueden afrontar el costo de una escuela privada como la de Guillermo.

Desde 1999, Matías tiene una gran preocupación, porque luego de apelar a sus ancestros y tramitar la ciudadanía de la Comunidad Económica Europea, las terribles discusiones con su esposa e hijos son sobre dónde irse a vivir: si Ibiza o Florencia o Miami.
Mientras tanto, y para calmar los nervios familiares, sus dólares siguen creciendo en el banco off-shore en una cartera sabiamente administrada por su eficiente e informado encargado de cuenta.

A fines de 2001, Guillermo, como tantos argentinos que echaron sus raíces en Argentina y apostaron a su país, se encuentra ante una nueva injusticia: el dinero que tenía el colegio para afrontar parte de las erogaciones salariales del verano, le es retenido por un nuevo invento: el "corralito".

A fines de 2001, Matías tiene nuevas oportunidades de negocios. Sus dólares, seguros fuera del país, no están "acorralados" en Argentina. Pero sabedor de que "crisis equivale a oportunidad", alquila una pequeña oficina en el microcentro porteño y pone una "mesa de dinero" semiclandestina, donde compra y vende dólares, ofrece dinero en efectivo a cambio de dinero del "corralito", previo importante descuento que desde luego linda en la usura. Mucha gente, desesperada, ante la incertidumbre que le plantean gobierno y entidades bancarias, se desprende del dinero del "corralito", de parte de sus ahorros de toda una vida de trabajo, al percibir una cifra significativamente inferior.

En 2002, Matías y Guillermo están viviendo dos realidades diametralmente opuestas. Matías, que finalmente vendió su fábrica brasileña, incrementó notablemente su patrimonio en dólares. Guillermo en cambio, tiene una deuda hipotecaria con el banco (que por otro lado ha sido el único que ganó con el colegio en estos diez años), y como en el verano el "corralito" le secuestró su propio dinero y no pudo afrontar pagos de salarios, algunos docentes avalados por avezados abogados especialistas en carroña, le iniciaron demandas por "considerarse despedidos", en las cuales le reclaman al colegio el oro y el moro, apoyados por leyes laborales argentinas que favorecen decididamente a los empleados, y colocan a instituciones como su escuela en un absoluto estado de indefensión jurídica.

Diez años atrás, ambos tenían una pequeña fortuna.
Hoy, la realidad de Guillermo está poblada de problemas, angustias, ingratitudes, demandas, juicios laborales, y deudas impositivas e hipotecarias que se acrecientan día a día. Si el país sigue su estrepitosa caída, si los padres del colegio siguen deteriorándose en sus economías, y si cada vez son menos las familias que pueden acceder a una educación de excelencia, el colegio de Guillermo será tarde o temprano y muy a pesar de su propuesta de excelencia y sus logros académicos, uno más de los ochenta y pico de instituciones educativas porteñas que habrán caído en estos cuatro años de recesión, junto a miles y miles de PyMes, en esta tierra de las promesas incumplidas.
De ser así, no sólo habrá perdido Guillermo y su familia aquella pequeña fortuna de 1999, sino también sus ilusiones, sus esperanzas, sus sueños e ideales.

La realidad de Matías (que no fue educado en conceptos como "solidaridad", "identidad" y "pertenencia"), le muestra un futuro acomodado, en el que su "pequeña" fortuna de 1990 se ha transformado ahora en una "considerable" fortuna.
Su único drama es no haber decidido aún si quedarse o irse a vivir afuera. Es que más allá de los reclamos de mujer e hijos de vivir en algún lugar del "first world", este gobierno tan contradictorio, con tantas idas y venidas, con un dólar que en cualquier momento se va a cinco pesos, le está augurando nuevas y excelentes oportunidades de negocios para seguir especulando y acrecentando su riqueza...

Guillermo dice amar a su país y fue fiel a sus ideales.
Matías dice amar a su país, y fue fiel a sus ideas.


¿Quién se equivocó?

TRES TEXTOS SOBRE ARGENTINA Y SU FUTURO

Por Luis Alberto Lecuna

Argentina está atravesando una situación por demás complicada: según el índice "Riesgo - País", es junto a Nigeria y Ecuador, una de las tres naciones del mundo "menos indicada" o de "mayor riesgo" para invertir capitales. Mucho es lo que se ha dicho y escrito sobre el tema...

Refiriéndose a Buenos Aires, un abogado escribió:
"He visto con dolor, sin salir de esta Capital, una infinidad de hombres ociosos en los que no se ve otra cosa que la miseria y la desnudez, gente infeliz, con niños que resultan salteadores o mendigos... Estados seguramente deplorables que podrían cortarse si se les diese auxilio desde la infancia, proporcionándoles una regular educación".

Quizás uno de los problemas principales de Argentina es el no haberse adaptado a tiempo a los drásticos cambios que nos impone este mundo globalizado, y está claro, que las sociedades que no modifican sus esquemas mentales en épocas sujetas a cambios drásticos y constantes, están condenadas a desaparecer.

Con respecto a este tema de adaptación a los cambios, el mismo abogado que cité anteriormente, escribió lo siguiente:

"La extensión de conocimientos, la ilustración general, que todos se instruyan, que ni el labrador, ni el comerciante ni el artista ignoren lo que les corresponde, que unos y otros procuren no apegarse a los pensamientos del pasado, los cuales sólo deben adoptarse cuando convienen y cuando no, desecharlos y abandonarlos, porque lo que fue útil en otro tiempo, ahora es perjudicial, las costumbres varían, los usos también, y todo, de tiempo en tiempo cambia, sin que en esto haya demasiado misterio que el de la vicisitud de las cosas humanas"

Ambos textos, por demás criteriosos y surgidos de la misma pluma, no pueden encontrar oposición en la mente de quien se considere poseedor de sentido común. A nadie le escapa hoy en día que la educación es el motor de la calidad de vida y el instrumento para eliminar las miserias físicas y morales que se abaten sobre las sociedades. Tampoco a nadie le resultará inadvertido que es una necesidad imperiosa adaptarse y posicionarse apropiadamente ante los cambios.

Pero parece que los argentinos no hemos entendido cabalmente el profundo significado de estos dos textos. Lopez Murphy, el efímero Ministro de Economía que precedió a Cavallo, tuvo la osadía de decirle a los argentinos la verdad: que una empresa que gasta más de lo que produce no puede funcionar, a menos que drásticamente deje de gastar tanto, y empiece a producir. El error quizás fue pretender empezar el ajuste por la educación, quizás porque Murphy no leyó en ningún periódico el primer texto que consigno en este artículo.

Tampoco parecen haber leído el segundo texto la inmensa mayoría de los argentinos, que despotrica contra la globalización, el Mercosur y el ALCA, y siguen aferrados a sus obsoletos y perimidos esquemas mentales...

Y es así que mientras miles de argentinos "marginados del modelo" no se cansan de protestar y hacer piquetes en rutas y autopistas, por su lado los chilenos (que se han preparado a conciencia para comerciar en este mundo globalizado en vez), le proveen de energía eléctrica a Buenos Aires, desarrollan actividades bancarias y empresariales en todo el continente y sus productos son competitivos, buenos y baratos, porque hace años que están flexibilizados, y las empresas chilenas públicas, privadas y mixtas han incorporado con decisión los standares internacionales de calidad total.

Y voy a citar un tercer texto, pero no de un conocido abogado (como los dos anteriores), sino de un calificado docente y escritor, que se refiere a la "resolución de conflictos", y reflexiona además sobre la "verdadera" democracia:

"La educación es un instrumento que prepara a las personas para resolver los problemas con los que deben enfrentarse. LA INSTRUCCION PUBLICA ES LA MEDIDA DE LA CIVILIZACION. Sólo a través de la educación puede desarrollarse un pueblo capaz de gobernarse a sí mismo. LA DEMOCRACIA POLÍTICA es IMPENSABLE sin un pueblo educado.
El poder, la riqueza y la fuerza de una nación dependen de la capacidad industrial, moral e intelectual de los individuos que la componen y la educación no debe tener otro fin que el aumentar estas fuerzas de producción, de acción y de dirección, aumentando cada vez más el número de individuos que las posea".

La democracia, el gobierno "del pueblo, por el pueblo y para el pueblo" como decía Abraham Lincoln, es impensable sin un pueblo educado. Yo agregaría que una cabal democracia es impensable sin sentido de pertenencia al país de sus ciudadanos.

¿Y qué sentido de pertenencia pueden tener los catorce millones de pobres y marginados que habitan Argentina, muchos de ellos argentinos, y muchos otros hermanos latinoamericanos que vienen huyendo de la miseria que encuentran en su Bolivia, Perú o Paraguay natales?

¿Qué sentido de pertenencia habrán de tener los argentinos que en vez de invertir en su propio país, como lo hacen brasileños y chilenos, tienen 160 mil millones de dólares en cuentas secretas, en paraísos fiscales del extranjero?

Y finalmente, ¿Qué sentido de pertenencia tendrán los miles de argentinos que hacen diariamente larguísimas colas en las puertas de las embajadas de España, Italia o Estados Unidos, convencidos de que la única salida que tiene Argentina es Ezeiza?
Pero volvamos a los tres textos que tomé para fundamentar esta nota para EL SUPLEMENTO. Los dos primeros textos, fueron escritos... hace más de 204 años, por el Secretario del Consulado de Buenos Aires, Don Manuel Belgrano. El tercer texto, fue escrito por otro patriota, Don Domingo Faustino Sarmiento, hace casi siglos...

En la época de Sarmiento, a las escuelas, para significar la grandeza de su misión, se las llamaba "Escuelas de la Patria"

En la época de Sarmiento, para significar la trascendencia y el altísimo objetivo de su misión, en el Congreso Nacional, a los Senadores no se los llamaba "Senadores" sino "Padres de la Patria". ¿Cómo llamar hoy "Padres de la Patria" a senadores altísimamente sospechados de actos de corrupción?

Belgrano nos habla de adaptación a los cambios, y 204 años después no sabemos o no queremos saber lo que es adaptarse a los cambios... La globalización no es buena ni mala, el Mercosur no es bueno ni malo, el ALCA no es bueno ni malo... Todo depende de cómo este posicionado cada país...

Cuando vino a Argentina José Ortega y Gasset concluyó su visita con una frase a la que le seguimos haciendo oídos sordos: ¡¡¡ARGENTINOS, A LAS COSAS!!!
Cuando vino de visita el Ministro de Hacienda japonés, hace unos 20 años, le preguntaron cómo había hecho un país devastado por la guerra, para ser una potencia de primer nivel mundial, y éste respondió: "-Lo logramos con tres cosas: educación, educación y educación"...

Los que estamos en Argentina, los que amamos a nuestro país, no tenemos vocación de masoquistas. Pero entendemos que debemos poner nuestro grano de arena por esa patria eternamente postergada, que cumpla con aquél "designio de grandeza" que imaginaron los próceres que nos precedieron. Vivir hoy en Argentina es una lucha. Una lucha constante contra la desesperanza, contra las injusticias, contra la mediocridad... Es vivir con la emoción a flor de piel en un permanente combate contra la adversidad, la corrupción, la inoperancia...

Quienes piensan que siempre hay que ver el vaso "medio lleno" y nunca "medio vacío", comprenderán que vivir aquí es una lucha que hay que vivir como una fiesta, porque está todo por hacerse, porque podemos realmente contribuir en el área que queramos, en la construcción de un nuevo país, porque nuestra labor seguramente será necesaria y bien recibida en el ámbito que sea, porque los principios y recomendaciones de los Belgrano, San Martín y Sarmiento aún no han sido llevados a la práctica, por el ferviente deseo de que sus habitantes estemos alguna vez a la altura del magnífico país que nos tocó en suerte y porque los que queremos ver una Argentina orgullosa de su destino y de sus logros, nunca nos resignaremos a perder la esperanza.

(Nuestro columnista, el Dr. Luis Alberto Lecuna, acaba de recibir en el marco de la XXVII Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, el Premio "Vocación Académica 2001 en mérito a su trayectoria profesional como educador)

¡SON NUESTROS INTERESES, ESTÚPIDO!

Por Luis Alberto Lecuna

Imaginemos que en pleno medioevo, vasallos y campesinos se pusieran de acuerdo y decidieran decirle al señor feudal que en adelante ya no le darían más sus tierras para que las proteja, ni le pagarían por esa protección; que ya no tolerarían más sus caprichosas decisiones ni sus vergonzantes privilegios, como el derecho de pernada; y que si bien les interesaba seguir con el feudalismo, éste debería remozarse, adecuarse a los nuevos tiempos. Y que por lo tanto ya no deberían existir tantos indigentes por un lado, ni tampoco, por el otro, unos pocos como él detentando el poder y viviendo con boato tras los seguros muros de su castillo. En síntesis, que la idea era hacer para el futuro un feudalismo más justo, equitativo y participativo. Y que para realizar esa histórica transformación, le pedían al señor feudal que fuera él mismo quien implementara el cambio.

Seguramente el señor feudal, los miraría con su mejor cara de sorprendido, los "felicitaría" por su impactante idea, y les diría que se fueran tranquilos, que él se encargaría prestamente de "la magna tarea" de cambiar el status quo medieval y convencer a los demás señores feudales de abandonar definitivamente su mundo de privilegios.

En su fuero íntimo se reiría a carcajadas de la inocente estupidez de sus vasallos... ¡Pedirle a los ratones que abandonen su afición por el queso!
Volviendo al aquí y ahora argentino... ¿A quién se le podía ocurrir que esta nueva "alianza" de la corporación política que puso al titubeante Duhalde en el poder, iba a ser quien produjera la transformación de la política, la transición hacia un nuevo país, implementando medidas troncales, como la transformación de un estado paquidérmico en uno pequeño y eficiente? ¿Qué se hizo desde la legislatura, desde el gobierno, desde los pactos Alfonsín-Duhalde, Duhalde-Sindicalistas, por remozar la vieja política, por diseñar una nueva ley electoral, por eliminar las jubilaciones de privilegio? No se hizo ni se hará nada.

Los señores feudales siguen jugando con fuego, ciegos y sordos a la apremiante realidad, en un país al borde del estallido...
Decía el viejo general que "sólo el pueblo salvará al pueblo". Habida cuenta del incierto rumbo del actual gobierno con sus idas y venidas, el tiempo que nos resta es exiguo para diseñar la estructura política de un nuevo país. La gente cuando dice airada "que se vayan todos", quiere decir que no sólo es menester cambiar en elecciones al presidente, sino a todos los actuales gobernantes, en una nueva estructura democrática.

Sería una estupidez llamar a elecciones para elegir un nuevo presidente y continuar con la misma y excesiva cantidad de funcionarios, con la misma inapropiada estructura y organigrama funcional de los tres poderes. Se impone previamente una reformulación global de la política de esta segunda república que se necesita fundar.
Para instalar un estímulo transformador integral, producir cambios sustanciales en la esfera política y elegir administradores honestos, capacitados y patriotas, se necesita previamente modificar la estructura operativa de la función pública en todos sus estamentos. ¿Existe en los actuales gobernantes la voluntad de hacerlo? Si existe, no se nota.

Un dato halagüeño: la gente honesta está cambiando sus esquemas mentales. El tocar fondo ha servido para tomar conciencia de su realidad, y ya no está dispuesta a tragarse más el sapo de los corruptos, mediocres, punteros políticos y chantas de siempre. El país de los que han usado la función pública para propio beneficio, está en agonía. Sus estertores mortales se intensifican.

Y, simultáneamente, hay aroma a vida nueva. Espontánea y afortunadamente, han surgido los Noé, aquellos quienes están diseñando el Arca antes de que el diluvio arrase definitivamente con esta Argentina. ¿Y quién es Noé? Desde luego no son los políticos ni los gobernantes de estas últimas décadas, muchos de los cuales están tratando de "diferenciarse" del resto con la intención de ser de la partida en la Nueva República.

Tampoco son los dirigentes sindicales que a lo largo de la historia se han enriquecido mientras se regodeaban discursivamente por "defender los intereses de la clase obrera". Tampoco el poder judicial de "una justicia que no juzga con justicia". Noé es la gente, que generalmente no ha participado de la política y que a partir de asambleas populares, de organizaciones no gubernamentales y de las universidades, está pensando y construyendo en estos momentos el nuevo país.

Recuerdo que hace un par de años intenté organizar una lista de discusión para "pensar la Argentina del futuro", y aportar ideas y propuestas. Se llamaba "FuturizArgentina". No tuvo éxito. Quizás era demasiado pronto. Ahora, después de la bochornosa gestión de De la Rúa y de quienes le siguieron, la presencia en Internet de sitios donde encontrar y ofrecer propuestas de cambio se ha incrementado de una manera notable. Baste citar "Respública" www.respublica.org , "Qué queremos" www.quequeremos.com.ar , y los hasta ahora tres "Manifiestos a la Nación", www.manifiestoargentino.cjb.net , generados por intelectuales progresistas como Angélica Gorodischer, Héctor Timerman y el chaqueño Mempo Giardinelli quien acaba de editar el recomendable libro "Diatriba por la Patria", en el que reproduce algunos párrafos de una nota que escribí para El Suplemento, pero sin citar como fuente a nuestra revista.

Asombrosamente (o no tanto), las propuestas que surgen de estos "Noé", de estas organizaciones populares o académicas o no gubernamentales, coinciden en sus puntos centrales, lo cual significa que hay un consenso no sólo en el diagnóstico, sino también en el camino a seguir y las medidas a tomar. Analicemos algunos de los puntos más importantes de esta voluntad colectiva:

1.- Reducción de los cargos de gobernantes (en municipios, provincias y estado nacional), instaurando lo que yo llamaría una "democracia de mínima expresión". Esto implicará la eliminación de cargos oficiales supernumerarios, de legisladores con legiones de ayudantes, asesores, secretarios, ñoquis (empleados estatales que cobran pero no trabajan), y demás variantes del exceso burocrático de gastos y principal artífice de la corrupción estructural estatal.

2.- Reforma del Estado. Reforma Constitucional. Reforma Electoral. Eliminación de las leyes electorales vigentes. Eliminación del sistema de Listas Sábanas por partido, sustituyéndolo por otros sistemas, como por ejemplo la Lista Única con pluralidad de candidatos y sistema de tachas. Eliminación del aporte estatal a los partidos políticos. Auditoría del origen de los fondos utilizados en las campañas electorales. Disminución de los jueces, legisladores y ministerios a la mínima expresión posible. Análisis de alternativas en tal sentido, como la puesta en funcionamiento de una Asamblea Legislativa con tantos miembros como provincias, que reemplace a las cámaras de Senadores y de Diputados. Ídem para provincias y municipios en cuanto a la composición de sus tres poderes. Poder Judicial electivo (por concurso de antecedentes) y no vitalicio.

3.- Implementación de un efectivo, eficiente y eficaz sistema de control de gestión de todos los integrantes de los tres poderes. Auditoría e investigación Integral: Deuda Externa, Privatizaciones, Corrupción, Patrimonio de los gobernantes.

4.- Implementar mecanismos legales para combatir la corrupción y eliminar la impunidad, para hacer desaparecer las prebendas y privilegios como por ejemplo las ominosas jubilaciones de tantos funcionarios de los sucesivos gobiernos de facto y democráticos, partidas de gastos reservados, viáticos excesivos, becas, pensiones graciables, subsidios, etc. etc. Eliminación de los ATN (Aportes del Tesoro Nacional) que se han usado espuriamente desde sus orígenes para cualquier fin menos para el cual fueron creados.

Está claro que las corporaciones dominantes (empresarias, políticas, sindicales, judiciales) tratarán de reacomodarse a los nuevos tiempos, para persistir en sus privilegios. Entonces, surge la pregunta del millón: ¿cómo modernizar el aparato político, la Administración del Estado, cómo hacer una gestión democrática de mínima expresión (sin tantos burócratas), si sabemos que estas medidas están absolutamente en contra del status quo actual, y que quienes detentan el poder tratarán de "embarrar" la cancha para impedirlo? Esta claro que los ratones no se van a autoprohibir el queso así nomás.

Veámoslo así: en este momento hay tres bandos, tres sectores, tres realidades en el país, quienes propiciaron el infierno, quienes se merecen el cielo y quienes se redimen en el purgatorio argentino.
- El infierno argentino está ocupado por la dirigencia que ha sido alternadamente la protagonista del proceso de decadencia nacional de las últimas décadas (dirigencia política, económica, empresarial, militar, educativa, sindical, etc.)
- El cielo (la esperanza), es la que anhela el resto: aquí también hay empresarios, políticos, sindicalistas, militares, profesionales y fundamentalmente el ciudadano común: la gente honesta. Aquellos que nunca se enriquecieron a costa del Estado, aquellos que siempre han sido el pato de la boda, aquellos que pagan sus impuestos, que siempre han sido ciudadanos cabales, que en vez de llevarse la plata afuera, la pusieron en el país y ahora están en el "corralito", aquellos a quienes no los animan intereses personales sino esa palabra absolutamente desconocida por los hacedores del infierno: patriotismo. Sólo el accionar organizado de este bando garantizará la segunda fundación del país.

El tercer bando (el que está en el purgatorio), está conformado por los que necesitarán después de un sincero mea culpa, modificar su actitud para poder formar parte con dignidad, del bando de los honestos. Aquí están los políticos que quizás sean admitidos por la gente luego de su actual proceso de reciclaje, los ciudadanos que tienen parte de su economía en negro, los que no pagan adecuadamente sus impuestos, los que tienen sus ahorros en dólares y euros en bancos de paraísos fiscales y decidan finalmente pensar en función del futuro país y su gente, y repatrien el dinero, y hagan empresas argentinas competitivas, nuevas fuentes de trabajo para argentinos.

Salvo en las corporaciones política-sindical-judicial, que siguen viviendo en sus nubes de ventosidades y gozan de un buen pasar gracias sus privilegios y prebendas legalizadas, ese heterogéneo eufemismo que llamamos "el pueblo" o ahora "la gente", tiene más claro que nunca que llegó la hora de barajar y dar de nuevo, pero como cuando se juega al truco, sacando del mazo las cartas que no serán de la partida, para garantizar no volver al "infierno tan temido".

Antes de que corra sangre (posibilidad dolorosamente cierta), ¿podrá concretarse la pacífica revolución de los honestos, la de quienes pueden diseñar y construir un nuevo país? ¿Podrán los argentinos de ley vencer a los indeseables, a los corruptos, a las corporaciones de los viejos políticos, de los "sindicalistas gordos", de los jueces que no juzgan, de los empresarios de las coimas y negociados?

¿Podrán acceder al poder los honestos, los probos, los sabios, los administradores eficientes, que trabajen por el bien común y hagan una encendida defensa de los intereses nacionales? Y me detengo finalmente en esta última frase: "hagan una encendida defensa de los intereses nacionales", porque aquí está la esencia de la política. La historia de los países es de algún modo, la historia de la defensa o no de sus propios intereses.

¿Supo Argentina defender sus intereses? La creatividad argentina supo hacer estragos en cinco buques de la flota británica. ¿Fue bueno para nuestros intereses que el proyecto de desarrollo del misil Cóndor se haya desactivado?. ¿Por qué los Altos Hornos Zapla, que pueden producir acero de calidad superior, ahora hacen briquetas para el asado?. Las privatizaciones de nuestras utilities (gas, petróleo, electricidad, etc.)... ¿fueron hechas teniendo en cuenta nuestros intereses estratégicos?. Mientras tanto, el acero, la miel o los limones nacionales encuentran serias trabas para ingresar en otros países que sí defienden sus intereses, como si el discurso globalizado de la "apertura económica de los mercados" fuera (¡Es!) unidireccional...

¿Cuántos argentinos valiosos forman parte de los planteles científicos de los más importantes laboratorios, universidades, centros de investigación, y hospitales del mundo? ¿Quién ha medido en términos de pérdida económica y de intereses estratégicos, la "fuga de cerebros", la diáspora y el exilio de la inteligencia argentina desde la dictadura de junio del 66 a la fecha? ¿Por qué buscamos siempre un "enemigo externo" para explicar nuestras falencias, falta de patriotismo y la no-defensa de nuestros intereses nacionales?

¿Por qué no les va tan mal con la globalización a los chilenos? ¿Por qué lograron importantes acuerdos económicos con la Comunidad Europea y con EEUU? Porque son confiables. Y son confiables porque son creíbles. Y son creíbles porque defienden sus intereses. Y defienden sus intereses porque son patriotas. Y son patriotas porque aman a su país, y proceden en consecuencia.

Si no hay patriotismo, se da la frase de Hipólito Irigoyen: "No temo tanto a los de afuera que nos quieren comprar, como a los de adentro que nos quieren vender".
Cada receta del FMI será una tabla de salvación o una estocada mortal, si no se defienden los intereses nacionales y no se es patriota. Ejemplo: "Privatizaciones": Bien hechas, eliminan la corrupción estructural, y transforman déficit en superávit, cuando se hacen patrióticamente y se audita a posteriori su accionar. Mal hechas, son fuente de negociados y sobornos.

Otro ejemplo: "Precios regulados por el mercado" si no hay patriotismo significará especulación, desabastecimiento y subas indiscriminadas... o coincidencia masiva de todos los consumidores para no comprar un producto hasta que no baje su precio a valores razonables, si priva en ellos la conciencia colectiva de defender el interés común.

Insisto: Para que exista una nación debe haber sentimiento nacional. Y éste se evidencia cuando hay patriotismo. El patriotismo se da cuando hay sentido de pertenencia. Cuando hay sentido de pertenencia se ama la propia tierra. Cuando se ama la tierra de uno, se la defiende. Defender el país es defender nuestros intereses nacionales, y no los intereses personales, como han defendido los gobernantes que durante décadas, usufructuaron la política en su propio beneficio. Parafraseando a Bill Clinton en su campaña electoral, podemos decir: ¡Son nuestros intereses, estúpido!