26.4.09

Scioli: candidatura testimonial y obediencia debida

No me miró con buena cara el Sr. Vicepresidente de la Nación cuando le tomé la foto...


Todos recordarán que a poco de iniciado el gobierno de Néstor Kirchner se produjo un conflicto de proporciones entre él y Daniel Scioli. La respuesta al intento de libertad de acción del entonces vicepresidente, fue contundente: con la celeridad de orgásmico precoz, Kirchner decapitó a todos los referentes e integrantes del equipo de Scioli que estaban en la Secretaría de Turismo.
A nadie le escapa que desde el primer momento de su presidencia, Kirchner dio muestras claras de cómo sería su gestión: un cacicazgo autoritario, intolerante de todo diálogo, sin margen alguno para la disidencia o la opinión distinta a la propia, impulsor del pensamiento único. Algo así como "Quien no piensa como yo, y no acepta mis designios, es mi enemigo y será tratado como tal".
Para colmo de males, la impronta y verdadera personalidad del vicepresidente era (y es) opuesta a la de Kirchner: desde siempre Scioli se presentó como una persona sociable, proactiva, con capacidad de escucha, dialoguista, propensa a la búsqueda del consenso como método civilizado para superar los problemas lógicos del devenir social e institucional de una nación.

Por el contrario, su jefe comenzaba a mostrar y demostrar su afición por la profundización de los conflictos, su desprecio por el funcionamiento independiente de los tres poderes, su afinidad por redoblar la confrontación cuando surgían opiniones distintas a la suya, apostando siempre a la ley del Todo o Nada.
Dueño de una cintura que envidiaría el mismísimo Nicolino Locche, Scioli entendió prontamente cuáles serían las reglas de juego para no sufrir la furia de Kirchner, y desde entonces cambió radicalmente su forma de actuar, alineándose definitivamente a la dialéctica kirchnerista del discurso único.
Como buen discípulo y cultor de la obediencia debida al santacruceño, ahora, lejos de expresar su criterio conciliador y propositivo, y de decir lo que piensa de los iterados errores de la gestión presidencial que Néstor Kirchner ahora ejerce entre bambalinas, sigue a pie juntillas las órdenes de su jefe, atando definitiva y peligrosamente su futuro político al del presidente consorte.
Temeroso de represalias, no se animará a decir lo que realmente piensa, a marcar los innumerables errores del matrimonio K como sí se están animando a plantearlo tantos políticos y funcionarios kirchneristas y ex-kirchneristas, que están dispuestos a acompañar al Néstor hasta el camposanto, pero con la suficiente inteligencia histórica peronista como para no atravesar con los K la puerta de entrada al cementerio político de ambos.

La obediencia debida ahora lo llevará a Scioli a incursionar en este engendro dialéctico, a este supuestamente recurso democrático recientemente inventado de ser un "candidato testimonial", esto es, integrar un plebiscito con pátina de elección, donde como sabemos, los candidatos se postularán, pero en caso de ganar, no ocuparán el cargo para el cual los ciudadanos los votarán.

12.4.09

¿Y si a la tan necesaria revolución educativa, en vez de los docentes, la hacen los alumnos?

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Docentes analfabetos tecnológicos,
alumnos altamente alfabetizados en TIC.



¿Y si a la tan necesaria revolución educativa, en vez de los docentes, la hacen los alumnos?

por Luis Alberto Lecuna


Todos los años, cuando deben comenzar las clases, se repite la misma historia: Llegan los paros, y los sindicatos docentes reclaman mayores salarios, pero nunca nadie habla del enorme grado de discapacidad académica, de analfabetismo funcional de los docentes, que desconocen una cantidad de contenidos , herramientas y recursos no por mala voluntad, sino porque no los aprendieron en su carrera docente por tratarse de cosas relativamente novedosas, y en parte, hay que reconocerlo, también por el "miedo al cambio", típico del ámbito de los educadores, donde la escuela históricamente, ha ido a la zaga de los avances de las demás organizaciones humanas.

Detengámonos en un solo punto: el de las posibilidades pedagógicas de las herramientas tecnológicas de la información y la comunicación (TIC), que desde luego, son impresionantes, mientras la inmensa mayoría de los docentes, acostumbrados plácidamente a que todo siga como está, siguen sin percatarse de ello.

Los niños y adolescentes de hoy, son "nativos digitales", es decir, nacieron con las nuevas tecnologías, no les temen ni las ignoran como sus padres y docentes, y las utilizan constantemente, con un nivel de manejo que desde luego los adultos no tienen.

Y hablemos con toda crudeza: por falta de competencia, por desconocimiento, por analfabetismo tecnológico, los docentes no están de modo alguno dispuestos a inmigrar a un mundo -que hoy es dominio de sus alumnos - para dotarlo de contenidos, para cambiar la estructura de los sistemas de enseñanza y aprendizaje, para optimizar métodos pedagógicos usando como eficaces soportes a las TICs.

Hoy más que nunca es imprescindible hacer una reingeniería de los planes de estudio actuales, de los objetivos de la educación, y de los métodos de enseñanza y aprendizaje, para adaptar a ellos a las nuevas tecnologías, y sacar de ellas el mejor provecho académico.

Mientras alumnos de primario y secundario viven conectados casi permanentemente a Internet, vía Messenger, Facebook, Fotologs, YouTube, Twitter, etc., utilzando estos maravillosos recursos solamente para el ocio, la diversión, los juegos on-line hasta altas horas de la madrugada, el intercambio de información personal, y la ampliación de sus redes sociales virtuales y reales, brillan por su ausencia los docentes del nuevo siglo dispuestos a ingresar a este mundo cotidiano de sus alumnos para hacer de estos recursos, los maravillosos vehículos para el aprendizaje que pueden y deben ser.

Además de utilizar para comunicarse con sus pares las lenguas que aprenden en el colegio, los chicos arman blogs, fotologs, usan el twitter, suben imágenes fijas, filman, editan y suben vídeos filmados por ellos mismos, incorporan textos...
¿Cuántos docentes y profesores son capaces de hacer lo mismo?
¿Cuántos por ejemplo, se sienten capacitados para evaluar el aprendizaje de su materia, a partir de una investigación de sus alumnos que se corporice en un blog?
¿Qué profesor se anima a indicarle a sus alumnos desde su propia cuenta de Facebook, qué es lo que deben estudiar, sugerirles sitios de internet para buscar información, comunicarle las fechas de exámenes, o armar un grupo para investigar un tema determinado?

Dice la famosa frase "Si la montaña no viene a Mahoma, entonces Mahoma va a la montaña". Aventuro a pensar, que si la imprescindible y siempre postergada revolución educativa no la realizan los docentes, bien pueden ser sus propios alumnos los que levanten la bandera de la revolución educativa, y sean ellos los artífices del cambio. Después de todo, en el caso de las TIC, la fórmula que le da sentido a la escuela (El maestro adulto que enseña, y el chico que aprende) hace rato que está invertida: los verdaderos maestros son los chicos, y los que nada saben, sus docentes.

Los alfabetizados tecnológicos son los estudiantes, y por ende, los realmente capacitados para enseñarle a los docentes a utilizar estos recursos.

La propuesta - desafío está lanzada:
¡Atención chicos y chicas!
¡No esperen que el cambio venga de arriba para abajo!
¡Sean ustedes los hacedores del futuro!
¡Revolucionen la forma de enseñar y aprender!
¡Enséñenles a sus maestros a armar un blog con textos, fotografías y vídeos sobre cualquier tema de cualquier materia!
¡Demuéstrenles cómo se implementa el aprendizaje colaborativo desarrollando un proyecto wiki!
¡Enséñenles por qué usar software libre es educarse para la libertad!
La clave, la llave, el motor de la transformación de un país, es la Educación.
¡Sean ustedes los artífices del futuro!
¡Empiecen ya mismo la revolución educativa!
La patria, el país del futuro, ese eternamente postergado, les estará por siempre agradecido.

30.9.08

Los reclamos docentes

Por Luis Alberto Lecuna*

Generalmente no es difícil hacer una prospectiva, esto es, avizorar cómo va a ser el futuro de algo o de alguien, si observamos minuciosamente su presente. Por ejemplo, si vemos un pequeño arbolito de buena madera, que está siendo cuidado, regado, abonado y protegido de las inclemencias, podemos inferir que el día de mañana será por ejemplo, un robusto árbol que brindará excelentes frutos.

Si queremos saber cómo será un país dentro de veinte o treinta años, miremos cómo son hoy sus escuelas, qué educación reciben sus alumnos, qué nivel de preparación tienen sus maestros.

Instalada la cultura de las huelgas y los piquetes, en defensa de los intereses económicos y sociales de sus miembros, los sindicatos docentes no encuentran otra vía mejor para plantear lo que consideran sus justos reclamos, que el paro de actividades.

Reclaman por más salario, por más becas estudiantiles, por mayor cantidad y calidad de comida para los comedores escolares, mostrando una faceta de la profesión ligada al asistencialismo, a la necesaria intervención de un Estado que debe hacerse presente para paliar las consecuencias de la inequidad social.

Pero la problemática docente es muchísimo más profunda que la planteada por sus sindicatos, centrada en cuestiones económicas. Así se designara, por decir un exceso, el cincuenta por ciento del presupuesto a la educación, la escuela argentina seguiría tan mal como siempre, sólo que con docentes muy bien pagos, mucho mejor pagos que el resto de las profesiones.

Ya ha pasado esto en países ricos, donde se creyó que pagando suculentamente a sus docentes, la educación mejoraría, cosa que no pasó. Por caso, en EEUU, los docentes de la educación de gestión oficial, ganan más que los de gestión privada, y son de público conocimiento las deficiencias de la educación estadounidense, una de las causas de la pérdida de competitividad de ese país con respecto a otros.


El drama de la educación argentina no es sólo cuestión de dinero. ¿Qué los docentes deben ganar muy bien? No cabe duda alguna. Pero también deben “saber” muy bien. Y una cosa, debe estar ligada a la otra.

Hagamos un rápido pantallazo del “aquí y ahora” de la educación argentina, para explicar esta aparentemente temeraria afirmación, consignando las otras facetas de la profesión docente, aspectos que nunca saltan a la consideración de la opinión pública:

- Más allá de la buena voluntad de quienes se preocupan por la calidad de su labor, la inmensa mayoría de los docentes en actividad, son analfabetos funcionales, que mal pueden contribuir a la formación integral de los futuros ciudadanos. La razón es muy simple: existe una cantidad y calidad de conocimientos, recursos, estrategias, contenidos, habilidades, técnicas y tecnologías, que no existían cuando ellos cursaron sus carreras docentes, y que por ende no formaron parte de sus planes de estudio.

- En los últimos años, este analfabetismo se incrementó de manera significativa, ante el avance de las ciencias cognitivas, la irrupción de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, de las herramientas y herramentales de gestión, y el conocimiento de cómo debe ser una educación compatible con la forma de aprender que tiene el cerebro.

- Históricamente, y a nivel mundial, la escuela siempre fue refractaria a los cambios, yendo a la zaga del progreso, cuando en realidad debiera liderar los cambios, ser la avanzada para la transformación hacia una nueva sociedad, con una mejor calidad de vida para todos.

- Estudios hechos en los últimos veinte años, demuestran que los mejores alumnos de la enseñanza media, eligen carreras relacionadas con el rédito económico y/o el reconocimiento social.

- Como contrapartida, los alumnos de más bajo rendimiento académico, y por ende, de más bajo nivel cultural, son los que eligen por varias razones, la carrera docente. Entre estas razones están el ser la profesión con mayor cantidad de días de vacaciones, de mayor tolerancia en el tema de ausentismo, de presentación de carpetas médicas, de pedidos de suplencias, sin la exigencia seria de una actualización adecuada, etc.

- Día a día los docentes enfrentan problemáticas sociales, culturales, y pedagógicas para las que no fueron formados.

- El país está atomizado en veinticuatro jurisdicciones, lo cual impide diseñar una política nacional con puntos en común.

- El estatuto docente, obsoleto y prebendario, es una traba para el progreso, para la jerarquización de los educadores.

- En vez de atar la remuneración a la meritocracia, al grado de actualización pedagógica del docente, se la ata a los adicionales, los ascensos dentro del escalafón, y fundamentalmente a la antigüedad. En un mundo donde todo cambia y aparecen continuamente nuevos saberes que requieren la actualización permanente, gana más quien más viejo es, sin importar si su nivel académico está en consonancia con los desafíos actuales.

- La inmensa mayoría del presupuesto educativo no va para la actualización docente, la mejora de los edificios escolares y la optimización de los recursos didácticos, sino para la obsoleta estructura administrativa, absolutamente burocrática y plagada de papelería y formularios, justamente en la era de la telemática.

Por todo esto, si analizamos hoy la escuela argentina, no existe indicio alguno de que dentro de dos o tres décadas estaremos mejor que ahora, sino todo o contrario.

El día que se den pasos firmes hacia la jerarquización docente, cuando ésta tenga, como la Medicina o la Abogacía o la Ingeniería (y como en los países más avanzados), rango universitario, cuando se ate la remuneración al grado de capacitación adquirida, recién entonces las cosas comenzarán a cambiar positivamente en la educación.

Mientras tanto, la escuela y sus educadores seguirán inexorablemente cayendo por una pendiente que no nos llevará como sociedad y como país, a otra cosa que no sean más frustraciones y futuros promisorios eternamente postergados.

La profesión docente es (debiera ser) la más importante de todas, porque en su ámbito de acción es donde se trabaja con el futuro. Y como hacedores del futuro, los maestros y profesores debieran ser los más capacitados, los mejor remunerados, los más respetados en la consideración de la sociedad.

Lejos estamos de esa visión deseable, si seguimos sepultados bajo toneladas de papelería inútil que lo único que justifica es la existencia de burócratas absolutamente prescindibles, si siguen pululando las carpetas médicas y los pedidos de suplencias, si no se hace una eficiente y ética reingeniería de la educación que por ejemplo, evite que haya en una escuela cuatro cursos de ocho alumnos en vez de unificarlos, si no se implementa un serio e intenso plan de actualización docente, si no se ata remuneración a jerarquía académica, si no se revisan ls desviaciones del normalismo corporativo, si no se optimizan y adecuan los estatutos docentes a las necesidades del país, si no se implementa un plan para que los educadores infantiles y maestros primarios tengan una profesión de jerarquía universitaria, como por ejemplo, la tienen países como Chile.

EL problema de la educación no es solo económico. Hace años, estuve en un congreso mundial de educación realizado en Caracas, Venezuela, donde le tocó disertar a un pedagogo cubano, inmediatamente después de un educador norteamericano, que habló entusiasmado sobre los recursos tecnológicos y didácticos que tenían en su escuela para concretar una educación de excelencia.

A su turno, el pedagogo cubano que sólo contaba en su escuela con una vieja computadora 386, dijo algo que me quedó grabado, y que habla en ambos casos, en ambos extremos ideológicos, de lo que significa la verdadera vocación docente, la pasión por su profesión, el sentido de su misión transformadora. El cubano dijo: “Puede que en el día, el docente cubano no haya contado con los recursos suficientes para educar. Hasta puede que el docente cubano, no haya comido lo mínimo necesario. Pero al día siguiente, a primera hora de la mañana, ese docente cubano estará firme al frente de su clase”.


No hay nada más que agregar, a la luz de lo que pasa hoy en Argentina.


* Investigador Educativo. Pedagogo. Andragogo.

9.9.06

UN MAESTRO POCO IMITADO

Hace un tiempo cumplí mi deseo de conocer el lugar donde ejerció Sarmiento por primera vez la docencia, contando con sólo quince años de edad.

Esta foto la saqué precisamente en San Francisco del Monte de Oro, una población ubicada en el valle de las Sierras de Michilingüe, al norte de la ciudad de San Luis. Se trata, desde luego, de la primera escuela de Sarmiento.

Para quienes como nosotros, tienen conciencia de nuestra misión y sienten la Educación a flor de piel, es inevitable impedir que afloren el sentimiento y las lágrimas.

En primer lugar impacta la determinación del Sarmiento casi niño, que con sus escasos quince años se dedicó a la labor docente con sus primeros siete alumnos, casi todos ellos mayores que él.

En segundo lugar, impactan la humildísima construcción de barro mezclado con paja y encalada en blanco, con vigas de palos de álamo y techo de paja que también forma un discreto alero, los dos ámbitos minúsculos, de piso de tierra, uno más pequeño que el otro, con la sola abertura de la puerta de ingreso, y el aula, con su puerta y un pequeño ventanuco.

Cualquiera podía suponer con toda lógica, dada la precaria construcción de adobe, que sus primeros alumnos fueron niños y jóvenes de extrema pobreza. Pero el mismo Sarmiento, los menciona en una carta de 1876, dirigida al gobernador Estrada, de San Luis: “Allí en San Francisco del Monte abrí primera escuela con siete alumnos, todos de mayor edad que yo, e hijos, excepto Dolores, de familias acomodadas”

Esto me llamó poderosamente la atención. Desde luego que entendí que en esa época, la ignorancia no era patrimonio de ninguna clase social, pues abarcaba todo el espectro: hijos de hacendados, de gobernantes, de los principales vecinos, y de pobres y menesterosos.

Sarmiento cuenta, casi cincuenta años después, que había hecho esa primer labor docente, a instancias de su tío, el presbítero Oro, “por amor a aquellos de sus feligreses, y de pena de verlos llegar a adultos, jóvenes ricos sin saber leer”

En la misma carta, Sarmiento dice que “Este incidente tan trivial, esta escuelita al aire libre, mientras estudiaba latín, hizo que los detalles prácticos de la enseñanza me fuesen familiares y dio un giro especial a mis ideas”

También la visión de las tropas de Facundo Quiroga contribuyeron por el mecanismo de los opuestos, a definir su labor futura. Dice Sarmiento: “Siempre he pensado, y creo alguna vez escrito, que el espectáculo de tanta barbarie como lo de aquellos llanistas medio desnudos, desgreñados y sucios, me trajo la idea de la educación popular como institución”.

Otro tanto le pasó en Chile, donde funda su segunda escuela tres o cuatro años después. Así comenzó a elaborar su concepto de la enseñanza laica, es decir, abierta, sin dogmas ni discriminación por causa de raza, género, status social, ideología política o religión.

Luego llegarían las lecturas y los viajes, para darle forma definitiva a su concepto de “civilización”: educar al soberano. Condorecet, Montesquieu, Locke, Rousseau, Tocqueville, Horace Mann… Francia, Estados Unidos, Prusia, Suiza, Italia, España, Inglaterra…

Otro tema interesante es el del idioma inglés. Antes de la Constitución Nacional, ya Alberdi sugería que debía ser de aprendizaje obligatorio. En 1860 Sarmiento vincula a Juana Manso con las norteamericanas María y Elizabeth Peabody, quienes le transmiten el ideario del creador de los kindergarten, Federico Fröbel quien también había trabajado y estudiado con Johann Pestalozzi. En 1869 designa a dos docentes norteamericanas para crear un Jardín de Infantes en Capital Federal y contrata a Sara Eccleston. En realidad, trajo más de sesenta docentes norteamericanas, pero fueron ellas las que debieron aprender castellano de manera acelerada para dar sus clases: Mary Gorman, las hermanas Dudley, Serena Frances Wood, Julia Hope, Frances Nyman, entre otras. Sarmiento las había buscado jóvenes, atractivas y de muy buen estado físico "para dar ejemplo a nuestras criollas, tan acostumbradas a estar inmóviles, asistidas por sus servidumbres."

Sarmiento es un personaje que me fascina: polémico, agresivo, contradictorio, vital, vehemente… Alguien que genera adhesiones absolutas y odios viscerales, pero que de ninguna manera puede pasar inadvertido…

En esta época tan individualista, donde “tanto tienes tanto vales”, donde el compromiso cívico no es un valor supremo, donde la política muchas veces es bastardeada por lo que viven de la política, donde muchos viven a la docencia como un trabajo como cualquier otro y no como una misión de vida, no está de más recordar al educador Sarmiento, al estudioso, al que pensaba y transformaba sus ideas en acción, al que lejos de los individualismos y del interés personal, obraba en función de “la posteridad”. Cada vez que leo en algún texto de cualquiera de los próceres que nos precedieron, la palabra “posteridad”, me da vergüenza propia y ajena, porque no estoy para nada seguro de que esa posteridad (o sea todos nosotros), estemos a la altura del esfuerzo que los sarmientos, alberdis, belgranos, morenos y sanmartines hicieron por nosotros, los argentinos actuales.

Por esa tradicional afición a la necrofilia, en vez de celebrar las fechas de nacimiento de nuestros próceres, los recordamos en el día de su óbito.

Por eso en vez del 15 de febrero, “festejamos” el Día del Maestro lejos del recogimiento y admiración que debe inspirar un 11 de septiembre la imagen de un anciano que dio todo por su país, y muere lejos de su patria, tan pobre como había nacido.

1.10.05

Contrastes y Utopías

Desde aquél espejismo primermundista del “deme dos” instaurado en los setenta por Alfredo Martínez de Hoz y reeditado en los noventa por Domingo Felipe Cavallo (cuyas consecuencias seguimos padeciendo bajo el rótulo de deuda externa), un anhelo compartido por no pocos argentinos, ha sido el de pasarse unos días de vacaciones en EEUU.

Las razones son harto evidentes: el mundo de fantasía que representa un viaje al gran país del Norte no se limita a Disneyworld, sino a esa posibilidad de desenchufarse de los eternos problemas que supimos conseguir, y poder por ejemplo, pasar durante el invierno argentino uno bellos días de playa en algún lugar de la Florida, adquirir el último aparato electrónico que no se consigue en Argentina (y menos a ese precio tan económico), salir de shopping en un excelente auto alquilado muy barato, generalmente un último modelo que sería imposible de tener en nuestro país debido a los costos e impuestos que siempre hubo sobre los automóviles importados, y por encima de todo, cargar las pilas para volver a enfrenta los avatares de vivir en un país tan hermoso como terrible como el nuestro.

El turista argentino se sienta al volante de ese impecable símbolo fálico con cuatro ruedas y olor a nuevo, se coloca el cinturón de seguridad que no se coloca en Buenos Aires, y comienza a transitar placenteramente una highway, con el aire acondicionado al mango, y sin salirse de su carril (Ya llegará el momento de hacer arriesgados zigzags en la ruta Panamericana y a exceso de velocidad, cuando vuelva a los pagos).

Las tiendas y malls cuyos carteles el viajero va observando a los lados de la ruta, gozan de las mismas proporciones gigantescas del american way of life: todo es amplio y generoso: los shoppings, los estacionamientos, los autos de gran cilindrada…

Irremediablemente, el turista realiza desde su subconsciente, comparaciones odiosas entre la realidad que dejó por unos días, y la que está disfrutando en ese momento.

Desde los setenta hasta no hace mucho, charlando con otros latinos que eligieron EEUU como el lugar para vivir el resto de su vida, el turista-tipo se informa de que gracias a un sistema crediticio a largo plazo, la gente puede adquirir una casa, el imprescindible automóvil, y todos los elementos para el confort. Nuestro turista recuerda que en algunas ocasiones eso pasaba también en Argentina, cuando los bancos no estaban enrolados en un sistema ominoso y voraz como el de los últimos tiempos, en los que fue imposible acceder a créditos blandos o al menos razonables.

Harto de sentirse bombardeado en nuestro país por las noticias sobre secuestros extorsivos, robos, asaltos, y otras delicias de la inseguridad colectiva (noticias que él considera especialmente exacerbadas por los medios de comunicación vernáculos, porque el morbo “vende”), escucha de boca de cubanos anticastristas y de inmigrantes legales e ilegales, las maravillas de un país que por ser la máxima potencia mundial, siempre brindó seguridad, eficiencia, y posibilidades ciertas de progreso económico como una de las formas más tangibles del alcanzar la felicidad que su Constitución promete.

Pero si nuestro turista argentino, además de entrar en la inevitable fiebre consumista alentada por las ofertas de productos excelentes y económicos, se dedicara a investigar un poco más en profundidad la idiosincrasia made in USA, descubrirá que es una tierra de profundos contrastes: fundamentalistas y progres, estrictos religiosos puritanos y los mayores productores de la industria pornográfica, el paraíso de la libertad y una acción de control de la información ejercida por el Estado y acatada por la inmensa mayoría de la prensa, una lucha liberal por mantener el estado de bienestar y la firme intención gubernamental por implementar recortes en el área social, el esfuerzo por mostrar y demostrar que se es la policía del mundo, y el esfuerzo por exigir que no se gaste tanto dinero de los contribuyentes en guerras preventivas y se piense más para dentro del país, el doloroso costo vivido en carne propia de mantener un mundo unipolar, o la necesidad de replegarse y convivir en un mundo multipolar.

No obstante, el turista argentino pensante (que también los hay), se maravilla de que la libertad de expresión en democracia en EEUU tenga entidad real, al leer por ejemplo declaraciones de un intelectual como Noam Chomsky que se anima a decir en su propio país que “los norteamericanos somos moralmente culpables de haber desatado la cólera de los condenados de la tierra”.

Porque claro, el número que ya todo el mundo conocía para discarlo en caso de una emergencia (911), se transformó es una bisagra en la historia del país. El 9/11 EEUU ingresó a un lugar del cual nuestro turista ya forma parte desde hace tiempo: el club de los países inseguros. Y la vuelta de tuerca en este sentido, vino con nombre de mujer: Katrina, y con una dato desconocido: el país tiene su propio patio del fondo, pobre, desempleado, con evidentes resabios de racismo e intolerancia, donde parece estar demostrado que las estadísticas del Estado de Bienestar no son absolutamente fidedignas.

Los agoreros del gran país del Norte, los que se regodean con la idea de que el imperio caiga porque lleva en sí mismo el germen de su propia destrucción, no entienden de la impresionante capacidad que tiene de reciclarse constantemente y auto transformarse. Ese tremendo dinamismo capitalista no termina de ser entendido por muchos, y de allí sus falsas apreciaciones. Tampoco entienden los críticos del consumismo exacerbado, que ésa es una forma de hacer patriotismo, porque al comprar y comprar, se está favoreciendo la industria nacional y el mantenimiento y creación de fuentes de trabajo. Desde luego, no faltará algún pícaro que pregunte con fingida inocencia: ¿Y entonces por qué todo lo que yo compro dice “made in China”?

La curiosidad por saber más de ese gran país de grandes contrastes, lo lleva a leer en un periódico latino que la inmigración hispánica, predominantemente mexicana, no sólo ha hecho que la mayoría de la población de Texas sea de ese origen, sino que también a los tradicionales enclaves latinos como la Florida o California, ahora se le esté sumando algo atípico: la llegada de requerida mano de obra hispánica para el comercio, la gastronomía y la construcción en los estados del Noreste: Pennsylvania, Connecticut y Massachussets.

Ratificando la cada vez más importante presencia hispana, en un McDonald’s escucha en la mesa contigua cómo en tono vehemente y jocoso a la vez, un mexicano progre afecto a la cópula le dice a unas amigas recién llegadas de Distrito Federal: “Ustedes deben colaborar generosamente con la revolución, porque la invasión la estamos realizando no con las armas, sino con el vientre de nuestras mujeres…”

Cuando vuelve a Miami después de unos días en Disney, intima con el chofer de la camioneta que lo lleva al aeropuerto de Orlando, y en un momento de la conversación el cubano-americano le dice con absoluto convencimiento y naturalidad: “¿Y tu crees, chico, que si nosotros necesitamos la Patagonia no la vamos a ocupar?

Pero sinceramente, nuestro turista no está en EEUU para enojarse, discutir, y menos para pensar demasiado, porque viajó para pasarla bien, para tomar sol, para divertirse, y porque consciente de su imposibilidad de cambiar el mundo, su prioridad existencial no pasa por la geopolítica, sino por mostrarle a sus amigos cuando vuelva, el último cacharro electrónico que compró a precio regalado.

Entonces vuelve a alquilar un estupendo auto, y observa que el galón de combustible aumentó sensiblemente en los pocos días que estuvo en Disney. Hace este comentario en el lobby del hotel antes de ir a la playa, y se arma espontáneamente un diálogo entre él, un conserje mexicano y un botones cubano. Allí se entera de que EEUU siendo el 5% de la población mundial, consume casi la cuarta parte mundial de petróleo, más de 8 veces el petróleo que produce… Que más de la mitad de los automóviles son de gran cilindrada, y que la de EEUU es una economía basada en el automóvil y el petróleo. Por eso las grandes extensiones, por eso la importancia de los vehículos para trasladarse de un lado a otro, por eso la facilidad de acceder crediticiamente a un carro, por eso la temprana edad en que se puede adquirir la licencia de conducir.

Nuestro turista, poco interesado en ese momento en la problemática nacional estadounidense, y más enfocado en pasarse por el cuerpo el Hawaiian Tropic que recién compró y pasar el día de playa, no tiene mejor idea que despedirse de la animada charla circunstancial con una pregunta: ¿Pero no es que el alto consumo de combustibles es el que general el calentamiento global y los desastres naturales como Katrina?
Bueno chico – le dice el cubano- si quieres ser catastrófico, recuerda que California puede desaparecer si se profundiza la gran falla geológica sobre la que está apoyada…
“Ni me lo recuerdes – acota el mexicano – Mi familia está repartida entre Tijuana, San Diego y Anaheim… Y si me pongo a pensar que la hipótesis de la CIA es de que en menos de 5 años hay un 50% de posibilidades de que los terroristas arrojen una bomba atómica en los EEUU, ya tendría que volverme a México…”

De vuelta de la playa, y pasados ya quince días de relax y shopping, empieza a sentirse aburrido de tanto consumismo, y comienza a extrañar a su familia, a sus afectos, a sus amigos del café, a las callecitas de Buenos Aires, y a esa agridulce costumbre de leer el diario a la mañana, con alguna noticia que seguramente lo llenará de indignación y le envenenará el estómago.

Al volver a Argentina, bronceado, relajado, con los últimos chiches cibernéticos y digitales que logró pasar sin inconvenientes en la Aduana, el reciente visitante del gran país del Norte se entera de que debe hacer con urgencia un trámite en un municipio del conurbano al que pertenece una discreta casita de fin de semana que tiene en una zona de quintas, y que religiosamente es visitada por atentos ladrones al menos una vez al año.

Entonces enfila hacia la Panamericana, y goza del inenarrable placer de manejar a 150 kilómetros por hora, haciendo zigzag entre coches cuyos conductores raramente tienen colocado el cinturón de seguridad, y yendo preferentemente por el carril de la derecha, que si bien es el designado para manejo lento, es por el que inexplicablemente se va más rápido. Con una sonrisa difícil de explicar, entre resignada e irónica, se dice para sus adentros: “Esto, en los EEUU no se consigue….”

Conforme avanza por el municipio bonaerense donde está empadronada su casita, nota la diferencia con su barrio de Buenos Aires: autos desvencijados, de modelos de los ’70 y ’80, micros destartalados, casas pobres, de paredes descascaradas y sucias, perros hambrientos deambulando sin rumbo, chicos pidiendo limosna, calles de tierra, otras en las que alguna vez hubo pavimento, puestos callejeros en las inmediaciones de la estación de tren, estridente música de cumbia villera atronando el ambiente, paredones empapelados o pintados con leyendas que dicen que Chiche es mejor que Cristina y viceversa, y gente con el rostro desencajado padeciendo la misma pobreza o indigencia que motivó a lo largo de la historia, la partida de tantos latinoamericanos que se fueron como pudieron a vivir a EEUU, por derecha o por izquierda, escapando del hambre y la miseria, y en busca del sueño americano.

Un par de cuadras en contramano por una calle sin señalizar adecuadamente, dos agentes municipales que lo detienen y secuestran su auto, subiéndose al mismo contraviniendo la ley, usurpando la propiedad privada haciéndose llevar hasta el corralón municipal, y nuestro argentino, que no muchas horas antes regresaba de tomar sol en South Beach, ahora está viviendo una pesadilla que decidió tomar con soda, perdiendo tres horas, yendo a pie 10 cuadras hasta el tribunal de Faltas -un edificio precario con más vocación de tapera que de inmueble- abonando la multa, y volviendo finalmente en su auto a la capital federal, preguntándose después de tantas experiencias diferentes, dónde está la felicidad, porque en su fuero íntimo, hasta ahora no la ha encontrado.

Y él, finalmente, está absolutamente convencido de que encontraría la felicidad si pudiera vivir en su país, en esta hermosa Argentina, en orden, justicia, seguridad, respeto por la ley, posibilidades concretas y sustentables de crecimiento y progreso económico, social y cultural, con políticos honestos y probos, con empresarios honestos y probos, con una legislación que no asfixie a los emprendedores, y con un bienestar concreto y real. Pero por ahora, y por muchísimo tiempo, eso pertenece al género de la ciencia ficción, o al de las utopías sociales, que como todas las utopías, son irrealizables.



23.8.05

Destierro y Exilio Interior

Siglos atrás, no había castigo más humillante para una persona, que no permitirle permanecer en la tierra donde había nacido.
La Inquisición sabía que tanto los dolores provocados por los azotes u otros métodos de tortura física, no eran nada comparados con el dolor moral que provocaba el destierro.
La obligación del destierro podía ser por cortos plazos o para toda la vida, de acuerdo a la jerarquía social del acusado y la gravedad de su delito.
Lope de Vega fue desterrado de Madrid simplemente por haberle escrito un poema injurioso a una mujer que lo desdeñó.
Mucho antes, en el siglo XI, cegado por la envidia, el Rey Alfonso VI desterró de Castilla al Cid Campeador por seis largos y dolorosos años.
En el siglo XVI, la condena a destierro perpetuo era una de las penas más graves que se podía infligir a una persona, luego de la pena de muerte y la de servir en la armada obligatoriamente (pena de galeras).
Cuando la “Santa Inquisición” consideraba que si la pena de muerte no estaba indicada, implementaba con sus acusados otra forma de la muerte: el infamante castigo del destierro perpetuo.
Los principales recipiendarios de la pena del destierro eran las minorías, los moriscos, los pobres, y fundamentalmente, los extranjeros.
En las últimas cuatro décadas, el destierro ha sido moneda corriente en Argentina, pero no el de los extranjeros, como ocurría en la vieja Europa, sino el de los propios argentinos.
No está la Inquisición con sus brutales procedimientos, pero sí se han dado sucesiones de gobiernos (ineptos o dictatoriales o corruptos o populistas o de centroizquierda o neoliberales o lisa y llanamente mediocres), que han condenado a centenares de miles de argentinos al destierro transitorio o definitivo: destierro por razones ideológicas y para preservar la vida, destierro por falta de posibilidades de desarrollarse en su profesión, destierro autoelegido para encontrar la seguridad y el desarrollo sustentable que en su país no se encuentra, destierro al fin.
La diáspora de científicos, profesores calificados, intelectuales e investigadores argentinos hacia el extranjero se inició en los oprobiosos días de julio de 1966, cuando las huestes del General Onganía arremetieron contra las universidades nacionales, interviniéndolas con la prepotencia de las armas, y justificando a partir de entonces el surgimiento de la violencia de signo opuesto. El terrorismo de estado justificaría su existencia con la aparición del terrorismo subversivo. Y viceversa.

Esos profesionales de la educación, la ciencia y la técnica que hacían brillar la universidad argentina, iniciaron un destierro involuntario, y necesitados de continuar sus actividades profesionales, se convirtieron en muchísimos casos y a través de los años, en piezas claves para el desarrollo y progreso económico de los países que oficiaron de anfitriones.

Otro tanto pasó durante la dictadura iniciada con Videla en 1976: con ella continuó la desjerarquización de la universidad argentina. Nuestro país, ejemplo cultural y educativo en el mundo de habla hispana a principios de los sesenta, fue cayendo sin pausa de su prestigioso sitial hasta llegar a una degradación académica y cultural que se evidencia actualmente en el soez lenguaje de la calle, en buena parte de los programas de TV, en el analfabetismo funcional de los docentes, y en las serias deficiencias en la formación de alumnos primarios, secundarios e ingresantes a la universidad.

La incipiente democracia de los ochenta poco y nada hizo por revertir esta situación, envuelta en nubes de soberbia y carente de toda autocrítica. Quienes dijeron oponer a las prácticas populistas y prebendarias, el discurso de la ética, terminaron siendo igual o peor que sus adversarios políticos. La salida anticipada del recitador del preámbulo se acompañó de nuevos destierros que se incrementaron a fines de la década del noventa conforme aumentaba la inseguridad y se hacía imposible planificar un futuro sustentable. Las interminables colas en consulados y embajadas extranjeras preanunciaban cuál era lamentablemente la única salida de Argentina para miles y miles de compatriotas: El Aeropuerto de Ezeiza.

Y allí están, desperdigados en el mundo, en España y EEUU, en Italia y Canadá, en decenas de países de todo el orbe, apenas unidos con sus familiares a través del Messenger y la webcam, de largas llamadas telefónicas, o por blogs que rezuman nostalgia y bronca contenida por pertenecer a un país que expulsa de mil maneras a sus hijos, en vez de ser una tierra promisoria y de bienestar general, como la soñaron los hombres que empezaron a darle forma en los albores de la independencia nacional.
Algunos emprendieron el camino inverso de sus abuelos o bisabuelos, que habían dejado su comarca europea con incertidumbre y dolor, con angustias y miedos contenidos, para iniciar un destierro definitivo en la promisoria tierra americana.

Otros eligieron el gran país del norte, seducidos por un standard de vida imposible de lograr en los países al sur del primer mundo, y por una tranquilidad que a partir de un 11 de septiembre se vio definitivamente alterada.

Con una lógica tan cruda como sarcástica, un francés cuyo nombre no recuerdo dijo no hace mucho tiempo que “la prueba de que Argentina es el país más rico del mundo está en que décadas y décadas de gobiernos y empresarios corruptos aún no lo han podido destruir”.
¿Cuál sería la realidad de Argentina si no hubiera existido ni la noche de los bastones largos, ni los delirios megalomaníacos de quienes se autoproclamaron “salvadores de la patria” y “reserva moral de la Nación”, si Frondizi e Illia hubieran terminado su mandato, si la misma democracia hubiera dado cuenta del mediocre gobierno de Isabelita, si tantos científicos y técnicos argentinos que contribuyeron al desarrollo y prestigio de universidades extranjeras, de laboratorios, de centros de investigación, de la NASA y de tantas organizaciones del primer mundo, no hubieran tenido que irse de Argentina pudiendo aplicar sus conocimientos para el bien y progreso de nuestro país?

¿Qué hubiera pasado si tantos miles de corruptos de la esfera oficial y privada hubieran dejado de robar, pero no por dos años -como sugería Barrionuevo- sino para siempre, imposibilitados por el riguroso control de una ciudadanía participativa, culta, activa defensora de sus derechos, y árbitro implacable del accionar de sus empleados los políticos?

Por lo pronto, no hubiera existido esta vocación inevitable por el destierro, el exilio y el exilio interior, esta diáspora interminable, este desarraigo constante, esta permanente postergación del promisorio país de grandeza cuya concreción cada vez se diluye más en el tiempo, este desmembramiento de familias, este sufrimiento de los que se van y de los que se quedan, por esa carencia de afectos que nunca podrán prodigarse unos a otros, porque convengamos que nunca la virtualidad de la tecnología podrá tener la calidez de un tierno beso o una caricia.

Más allá de sus distintas motivaciones, producido a pesar de uno o por propia decisión, el destierro siempre tendrá el mismo significado en el corazón del que se fue, y en el corazón de quien espera al desterrado: la imposibilidad transitoria o definitiva de construir y compartir juntos una historia en común.

Tanto desterrados como quienes vivimos un exilio interior en nuestra propia patria porque nos sentimos extraños por vivir o sobrevivir en una tierra que no es la que debería ser, agradezcamos que nos pase lo que nos pasa a los políticos que supimos conseguir, a los empresarios sin conciencia social, al sentido cívico que no supimos construir, y a la falta de espíritu solidario y participativo que no supimos desarrollar, envueltos en el enfermizo individualismo del “sálvese quien pueda”, y desconociendo lo más elemental: que una Nación no se construye desde el “yo” sino desde el “nosotros”.

5.8.05

CICLOS

Mientras los artesanos del texto escrito, de la imagen y el sonido, continúan desde los medios con su minuciosa tarea de formar, condicionar, adocenar o deformar la opinión de la gente para que sea funcional a los gobernantes de turno y/o a los dueños del poder y desde que tenemos uso de razón, la vida transcurre con las mismas tendencias y situaciones: guerras, violencia, terrorismo, hambre, miseria, un primer mundo pudiente y países periféricos en vías de un desarrollo que nunca se concreta. Peor aún: con una brecha cada vez más grande entre ambos extremos de la realidad.
La única casa de unos y otros, el planeta Tierra, se va deteriorando sin pausa, agredida por la explotación sin medida de sus recursos naturales, por los residuos industriales y demás contaminantes ecológicos. En este contexto, en el medio de tanto afán desmedido de riqueza, de tanta injusticia, de tanta hipocresía, está la gente y sus vidas.
Dicen que cuando una persona es joven y soltera, el mundo gira alrededor de ella. Es que, obviamente, cada uno es el protagonista principal de su propia historia, hasta que forma pareja. El Yo es sustituido por el Nosotros.
Si bien se sucedieron varios puntos de inflexión en la vida personal (el ingreso a la escolaridad, el pasaje de la niñez a la adolescencia), la vida en pareja es la primer gran bisagra en la historia de las personas. El mundo gira entonces alrededor del Nosotros. Cada yo individual cede una parte de sí y de sus pretensiones y objetivos anteriores, para sumarse a la sinergia de la vida de a dos. Pero esta situación concluye cuando llega el primer vástago. Un nuevo punto de inflexión en el mundo de los dos que ahora gira en torno a ese hijo, protagonista principal de la vida familiar. Los padres, conscientes y responsables de su rol, ahora se desvivirán el resto de sus días por ese hijo, por esos hijos que enriquecerán su existencia, si son educados adecuadamente.
La vida continúa, inexorable; los chicos crecen, nuevos políticos con nuevas promesas condicionan la vida de la gente, y en cada hijo se repite la historia de los padres, aunque esta vez en un escenario cada vez más inseguro, más imprevisible, más deteriorado ambientalmente. Ese hijo es protagonista único de su propia vida, hasta que llega el momento de encontrar a su media naranja, y la pareja formada asume el protagonismo, hasta que llega el primer hijo (es decir, el primer nieto de la pareja inicial de este relato) y la historia vuelve a repetirse.
Se necesita ser abuelo para darse cuenta de que ésta es la verdadera bisagra en la vida de una persona, para entender por qué es un sentimiento más fuerte que el de tener al propio hijo. Es cerrar un ciclo. Un ciclo que comienza con hijos que hay que criar y educar, y a los que, conscientemente o no, les transmitimos durante cerca de dos décadas todas nuestras ilusiones, esperanzas, logros y frustraciones sublimadas en deseos de que sus vidas no tengan las desesperanzas y el escepticismo que han impregnado nuestras propias vidas.
Se necesita ser abuelo para adquirir cierta dosis de sabiduría y entender que de la educación que les hemos dado a nuestros hijos depende de que hayamos conseguido burlar a la muerte, en cuanto ellos son la superación de nuestra finitud terrenal, en cuanto puedan llevar en su mente nuestra propia mente, en forma de enseñanzas, de valores de vida, de posturas ante las cosas, de actitudes y procederes que identifiquen la forma de ser de una familia, de un apellido, de una descendencia.
Se necesita ser abuelo para ver qué mundo le hemos entregado a nuestros hijos y a los hijos de nuestros hijos, y en qué medida nuestro paso por la vida ha sido algo digno o no, si es que tuvimos o no una actitud pro-activa, participativa en la sociedad, si lo que hemos hecho en nuestra vida ha sido simplemente vegetar, o si hemos trabajado activamente desde nuestro ámbito de acción para cambiar el mundo, poniendo nuestro pequeño granito de arena por lograr un mundo más justo, más equitativo, más solidario, más ético.
Se necesita ser abuelo para revisar las páginas de nuestra historia personal, y recordar al niño, al joven y al adulto que fuimos en aquel país de esperanzas renovadas que nunca se concretaron, en el que desfilaron militares mesiánicos, políticos oportunistas, radicales de centroizquierda y conservadores, peronistas de izquierda, de derecha y neoliberales, presidentes de facto, dictadores, todos ellos maestros del discurso, todos ellos “comprometidos en la grandeza de la Nación” para asistir al triste espectáculo de un país que a pesar de la capacidad de su gente y las riquezas de su tierra, lejos de ese prometido destino de grandeza, es apenas una democracia en construcción que exhibe su endeble estructura de país emergente, con una enorme deuda externa y una deuda interna más grande aún.
Se necesita ser abuelo para recordar y darles total significado a las sentidas palabras de despedida del ciclo secundario de ese profesor tan querido que, inmerso en un total escepticismo, nos pedía disculpas por el mundo que los adultos nos entregaban a fines de los sesenta, entendiendo que nosotros -jóvenes de entonces, adultos del futuro- éramos “la esperanza del país”.Se necesita ser abuelo para ponderar la vehemencia con que asumimos ese desafío de dar lo mejor de nosotros mismos en los claustros universitarios durante la tumultuosa década del setenta, tratando de formarnos de la mejor manera posible, mientras el país se desangraba entre mesiánicos visionarios de uno y otro extremo.
Se necesita ser abuelo para valorar el amor con que criamos a nuestros hijos en los ‘80, educándolos con la cultura del esfuerzo, con valores humanos positivos, en el desarrollo del conocimiento, en la importancia del estudio, en la esperanza de una vuelta a la democracia que, conforme pasaron los años, lamentablemente se fue deteriorando en credibilidad. “Con la democracia se come, se cura, se educa”.
Se necesita ser abuelo para entender esa persistente e ingenua renovación de la esperanza para que en los años '90 creyéramos dócilmente que entrábamos en una nueva era, en un nuevo país, mientras nuestros hijos concluían el colegio, iniciaban sus carreras universitarias y formaban sus parejas.
Se necesita ser abuelo para que en este nuevo siglo, la ironía del destino quiera que se tenga que viajar a Estados Unidos para conocer al primer nieto, ya que vivimos en un país que por falta de oportunidades, de estabilidad y de desarrollo sustentable, directa o indirectamente, viene expulsando a los hijos de sus hijos.
Los argentinos de la diáspora, los que tuvieron que irse de su patria desde la época de Onganía hasta nuestros días, por motivos ideológicos, políticos, y/o económicos, conforman una enorme legión de compatriotas que descollan en el primer mundo en todas las áreas del conocimiento, del mundo de la ciencia, del comercio, de las artes, contribuyendo con su aporte al crecimiento de los países que los acogieron y les brindaron las posibilidades de desarrollo que su propia tierra no les supo dar.
Dicen que las sociedades tienen los países que se merecen. Si Noruega es un país con alto grado de desarrollo, con estabilidad, con seguridad, es porque su sociedad está altamente comprometida, es participativa y ejerce un serio control de gestión de sus mandatarios. Una sociedad con empresarios responsables y gobernantes comprometidos con su pueblo, no solamente desde el discurso, sino en los hechos concretos.
A la distancia, cuatro décadas después de haber escuchado las palabras de despedida de aquel profesor del secundario, el mismo escepticismo se apodera de aquel joven alumno y ahora abuelo, que siente la enorme frustración de que su esfuerzo y lucha por un país mejor cayeron en balde roto.
Ahora tiene a su familia dividida por la inevitable diáspora: por un lado, los que se fueron lejos de sus afectos añorando la patria que no fue y les impide regresar, y por el otro, a los que se quedaron, luchando contra las injusticias de siempre, contra la burocracia de siempre, contra las legislaciones inapropiadas de siempre, sin ningún tipo de consideración ni apoyo para quienes aún -a pesar de todo- quieren hacer su aporte por una Argentina mejor, luchando hasta el último de los instantes. Como decía Luisito Sandrini en una de sus películas, “mientras el cuerpo aguante...” y con un hilito de esperanza de que alguien, alguna vez, sea coherente tanto en el discurso como en los hechos, y el país empiece realmente a cambiar para bien de todos: de los que se quedan sufriendo mil avatares y de los que se fueron porque no tenían más remedio.

24.6.05

El Fenómeno Blog

por Luis Alberto Lecuna

Son el Boom de Internet. Para fines de 2005 habrá en el mundo más de 50 millones. Los weblogs o blogs o cuadernos de bitácora tienen tantos cometidos como la imaginación de sus gestores. Junto a los Fotologs son la versión moderna de los diarios personales, del album fotográfico familiar, del newsletter, del medio de comunicación hecho a medida. Veamos de qué se trata.

Los cambios significativos, llegan para quedarse, pero como todas las cosas, a Argentina todo llega siempre tarde, y cuesta imponerse en una sociedad tan poco proclive a los cambios. Pero como una de mis tareas como especialista en Educación, es "otear el horizonte" en materia de nuevas tecnologías aplicables a la educación.
El colegio donde trabajo fue el primero de Argentina en incorporar el Email, el primero en incorporar Internet con una línea dedicada punto a punto provista por la Red Cientifica y Tecnológica Nacional (ReCyT), el primero en tener una RadioWeb que transmite vía Internet, y el primero en utilizar Weblogs con fines educativos.
El blog es un continente multimedia donde se puede poner hipertexto: palabras, fotos, vídeo, sonido, de una manera muy sencilla. Por eso el uso y utilidad de un blog parece ser ilimitado: temas educativos, contenidos pedagógicos, temas institucionales, blogs personales, familiares, de interés general, religiosos, de literatura, iencia y técnica, prensa digital, pornografía... El límite es la imaginación de las personas.
Pueden ser públicos o privados. A nivel íntimo, por ejemplo, actualmente estoy actualizando constantemente el Blog que relata el proceso del embarazo de una de mis hijas, y que culminará obviamente con la llegada de mi primer nieto. Cada reunión familiar o cumpleaños, o fiesta de fin de años, termina plasmada en un blog.
Recientemente me han invitado a colaborar en el Blog Nº 1 en el Ranking de los "TopBlog 100". se llama SPYRR
http://spyrr.blogspot.com, y toca temas de actualidad desde una perspectiva libertaria, alejada de la visión de la prensa "tradicional".

La pizza y la pre-pizza
Yo definiría a un blog como "Una página web que se puede armar sin tener conocimiento alguno en diseño". Una página web es una pizza hecha desde cero, desde la harina mezclada con el agua y la levadura. Y no todos sabemos hacer pizzas.
En cambio el Blog es una pre-pizza: se le agrega arriba de la masa ya hecha y precocida algún contenido a gusto (más o menos muzzarella, morrones, jamón, aceitunas o lo que se deseee, se pone en el horno, y listo. Cualquiera puede hacer una pizza a partir de una pre-pizza...
Desde luego, hay de todo: desde contenidos muy jerarquizados, hasta mera basura electrónica. Mucha gente cree que hace blogs, pero en realidad hace "laborterapia". Como en una moderna "Babilonia electrónica", hay de todo en la Red: desde información más fiable que la de los medios tradicionales, desde un manejo de la lengua castellana excelente, hasta cosas lamentables por la nula calidad en continente y contenido.
Algunos consideran al weblog una "amenaza" inmediata para los medios tradicionales, pero al menos en Argentina, no veo tal amenaza, ya que el numero de gente que usa frecuentemenete Internet, no es relevante comparado con el múmero de los que se manejan sólo con la TV, la radio y los diarios y revistas en su conjunto.
Pienso que el Blog llegó para ser no un sustituto sino una alternativa más o menos confiable (según los casos), a los medios tradicionales.
Ni el cine cuando apareció reemplazó al teatro, ni la TV cuando apareció reemplazó al cine, ni el arte digital sustituyó a la pintura de caballete, ni el e-book desplazó al libro de papel. Todos son diferentes soportes para la difusión del arte, de la cultura... y de información chatarra.
Hay que verlo de esta manera: El Blog no es una nueva forma de hacer periodismo, sino un nuevo soporte para hacer periodismo o para escribir desde las cosas más interesantes y verdaderas, hasta las más estúpidas y mendaces.
Pero es cierto que ya se pueden consignar logros en honor a la honestidad informativa:
- Dan Rather cuestionaba ciertos aspectos del pasado de George Bush a punto de partida de unos documentos que unos bloggers después demostraron que no eran verdaderos.
- James Guckert, periodista de un medio de derecha, fue designado por Bush para que en una conferencia de prensa le hiciera algunas preguntas preparadas como para lucirse en la respuesta, y desviar la atención sobre otros temás difíciles de explicar por el presidente de EEUU. Unos bloggers enrolados en la centro izquierda descubrieron esto y lo hicieron público.
-Los dichos off the record de Eason Jordan, fueron grabados por un blogger y puestos en Internet. De nada sirvió que Jordan se retractara diciendo que "no quiso decir que estaba convencido de que tropas norteamericanas habían asesinado deliberadamente a una docena de periodistas y que lo habían malinterpretado" Tuvo que renunciar como Jefe de Noticias de CNN.
Si la intervención de los bloggers hace que salte la verdad, enhorabuena...
¿Se puiede desinformar y tergiversar la realidad, al poder cualquier persona poner cualquier cosa en un blog? También nos podemos preguntar: ¿Qué o quién nos garantiza que los medios tradicionales no se presten por razones ideológicas o económicas a calumnias y/o desinformaciones?

El Weblog no es en sí ni bueno ni malo. Es un continente. El tema es el contenido que se le ponga. Lo que sí quedan claras son algunas diferencias a favor:
- No existe ningún tipo de censura. En cambio, en los medios tradicionales, muchos periodistas están obligados a seguir la linea ediorial o ideológica de los dueños del medio. Y desde luego no se puede sacar informacion que comprometa a los anunciantes.
- No se requieren conocimientos de programación y diseño. Cualquiera puede convertirse inmediatamente en su propio periodista.
En cambio, en la inmensa mayoría de los casos, es casi imposible ingresar en un medio tradicional, aunque se tenga talento. Las conexiones cuentan mucho más que el talento en el momento de ingresar en un periódico o en la TV.
- Los Blogs no responden sumisamente al monopolio de la información, son absolutamente libertarios. Y tiene la impronta de sus realizadores. Unos son veraces, brindan información que en los medios no sale, y son absolutamente creibles. Otros mienten, y tarde o temprano dejan de ser creíbles.
- Los Blogs logran hacer efectiva y eficiente la segmentación de la informacion en función de grupos de interés. Hay material de sobra para elegir la temática que nos interese. en cambio un diario nunca puede segmentarse tanto, más allá de las secciones que ofrece.
- La celeridad que tiene un blog para mostrar una noticia, es mayor que la de un diario. Lo mismo pasa con cualquier medio electrónico: las versiones digitales de la tarde del diario Clarín o de La Nación, están más actualizadas que el mismo diario en soporte papel, editado en la madrugada del mismo día.

Para hacer un Blog sólo hay que ingresar, por ejemplo, a www.blogger.com, y seguir las instrucciones.
Para enviar imágenes, hay que bajar un software muy liviano desde
www.hello.com, y seguir las instrucciones.
¡Y todo gratuito!

Por todo esto... no nos perdamos de vista a los Blogs...
¿Y para cuándo el tuyo?

30.5.05

¿Incorregibles?


Un Doctor en Filosofía de un país latinoamericano y con Maestría en la Sorbona, decidió en su año sabático viajar a Argentina, para realizar una investigación cuyo resultado final seguramente se plasmará en un libro que tratará sobre el país, su educación y su cultura, desde la vuelta de la democracia hasta la fecha.
Está claro que indagar en las acciones culturales y educativas desde la esfera oficial, analizando aciertos y errores, es una manera interesante de abordar la realidad de los argentinos, ya que la cultura en todas sus manifestaciones, es el espejo donde se refleja la realidad nacional, con todas nuestras falencias y todos nuestros logros.
Los medios de comunicación, tan acostumbrados a referirse a la punta del iceberg (los avatares económicos), nunca han tomado como tema crucial y prioritario para el cambio de la sociedad, a la cultura y a la educación, elementos que conforman parte sustancial de un país y explican su modo de ser y proceder.
No en vano se dice con certeza que si queremos saber cuál va a ser el futuro de una nación, simplemente hay que ir a ver cómo funcionan ahora sus escuelas.
Ambas -la cultura como manifestación de una realidad, y la educación como motor del cambio- permanecen por debajo del nivel visible de este inmenso témpano que es el gran default de un país que está más lejos que nunca del destino de promisión que alguna vez supusieron sus prohombres, debería alcanzar.
Me refiero, claro, a los otros default que conforman la enorme masa de hielo que no aflora en la superficie : el default ético, social, moral, cultural, de seguridad, en educación, en salud...
La tarea que se impuso este joven y brillante académico extranjero, no se limitó a entrevistar a ex funcionarios de los sucesivos gobiernos, sino que también fue mezclarse con la gente, transitar el país, ver con sus propios ojos tanto in situ como a través de las noticias y programas de la televisión vernácula, el enorme deterioro nacional, traducido en miserias físicas y morales, injusticias flagrantes, degradación del lenguaje y las costumbres, y otras exquisiteces ad hoc.
Se enteró por ejemplo, que casi el 30% de los docentes universitarios no cobran sueldo, que un porcentaje abrumador de alumnos mal formados en la escuela media reprueban en el ingreso universitario, que la cantidad de alumnos que se reciben es ínfima comparada con el número que ingresa, que la educación media es tan obsoleta en contenidos como en el estado de los edificios escolares, y que ya que los funcionarios no cumplen con su rol de trabajar para solucionar los problemas de la gente, la manera de que los problemas de los argentinos tomen estado público es a través de los piquetes.
Nuestro investigador entendió rápidamente que el concepto de “piquete” superaba las acepciones existentes en el Diccionario de la Real Academia Española, que se refiere a “pequeños grupos de personas que exhiben pancartas con lemas, consignas políticas, peticiones, etc.”, o también a “grupos de personas que pacífica o violentamente, intentan imponer o mantener una consigna de huelga”.
Comprobó que la variante argentina no pasa necesariamente por la huelga, sino por llamar la atención de los medios (y de un Estado que se mueve y toma decisiones monitoreando encuestas y viendo y controlando a esos medios), de la manera más inoportuna para los ciudadanos comunes: interrumpir el tránsito, provocando un simpático caos vehicular en toda la ciudad, con las consiguientes alteraciones en el ritmo laboral.
De hecho, se habla de una pérdida de mil millones de pesos a raíz de los últimos piquetes que realizaron desocupados que quieren que les dupliquen el monto del dinero que les dan mensualmente bajo el nombre de “Plan Trabajar”, estudiantes que quieren que les arreglen las aulas y que baje los precios el concesionario del bufet del colegio, y los entusiastas simpatizantes del Club Atlanta, que también tienen (por qué no, si es la moda), sus reivindicaciones por las cuales luchar e interrumpir totalmente el tránsito.
Desde luego que los grupos de ultraizquierda enrolados en el Partido Obrero y el Polo Obrero, brindan toda la logística que sea menester para apoyar a reclamos que en unos casos son justos y en otros no tanto, pero con una metodología que perjudica siempre al ciudadano que cumple, que paga sus impuestos, que quiere ir a trabajar a horario, que sostiene con su actividad a un país enclenque en lo jurídico y lo social.
Un país que prolonga el asistencialismo en vez de generar simultáneamente la cultura del trabajo, que tolera estas metodologías abusivas de cortar calles completamente porque hay absolutistas o hipergarantistas que piensan que de alguna manera, el victimario de los honestos que cumplen, es en realidad víctima de un país que los ha postergado y excluido de la sociedad y de las posibilidades de un futuro digno.
Una de las preguntas que se hizo el académico fue por qué siendo una ciudad tan rica y con superavit, Buenos Aires no solucionaba los problemas educativos, la inequidad distributiva de los subsidios que beneficia a las escuelas confesionales y perjudica a las laicas, la falta de adecuación de los contenidos pedagógicos a los nuevos tiempos, y el estado calamitoso de los edificios de muchas escuelas de gestión oficial. Y la primera conclusión que sacó fue que no había voluntad política para hacerlo.
Le llamó la atención escuchar por radio, por ejemplo, a una calificada pedagoga que decía con contundente sinceridad que “todos saben cuáles son los cambios que hay que implementar en materia educativa”, pero que “nadie está dispuesto a pagar el costo de las medidas que cada uno debía tomar”: el gobierno no está dispuesto a implementar los cambios, los sindicatos no están dispuestos a modificar estructuras obsoletas que los benefician, los docentes no están dispuestos a cambiar determinado status quo, los padres no están dispuestos a que sus hijos estudien y no vean tanta TV…”
Su segunda conclusión, más abarcativa, fue que Argentina es un país “in-dispuesto”.

Entonces comprendió que el problema argentino no era solamente del gobierno, sino de la sociedad toda. Una sociedad que se le antojó muy extraña, porque después de grandes movilizaciones para que se vayan todos los políticos, entra en prolongados períodos de inercia participativa y no cuestionadora de la realidad.
Una sociedad que habla de democracia pero no es persistentemente participativa y que no hace una eficiente control de gestión de sus mandatarios.
Una sociedad que se queja pero no actúa sino por impulsos orgásmicos, limitados a momentos puntuales ( como cuando les tocan el bolsillo), y sin la continuidad necesaria.
Una sociedad que tolera rasgos autoritarios porque en el fondo está nutrida y formada en autoritarismos de todo tipo y especie.
Una sociedad con partidos políticos sin vida partidaria, donde el dedo es el método de promoción de sus capas dirigentes y elección de sus candidatos.
Una sociedad que envuelta en nubes de melancolía tanguera es escéptica sobre la labor de la justicia, después de la falsa alarma de un aparente inicio de un proceso de mani puliti, donde la hija del recientemente fallecido ingeniero, cansada de estar en su prisón VIP, decidió encender el ventilador de la denuncia. Muchos ilusos pensaron: “Por fin se vienen las mani puliti, van a ir todos presos”, para caer rápidamente en la cruda realidad al comprobar que en vez de meter presos a todos, salió de la cárcel ella, para que no siguiera hablando...
Otra conclusión interesante que sacó el académico, fue un juego de palabras: “Los argentinos tienen el país como lo tienen y están como están, porque son como son, y no como deberían ser”
El investigador se convenció de otra característica argentina: el doble discurso político y social.
Kirchner habla de que hay que invertir en el país, pero puso una importante suma de dinero de su provincia, en plazos fijos en el extranjero. Eleva asiduamente su diatriba contra el FMI, pero es el mejor pagador de los últimos tiempos.
No es que el Presidente tenga doble discurso per sé, sino que lo tiene en cuanto emergente referencial de una sociedad con doble discurso, porque:
- Las mayorías que antes apoyaron masivamente a Menem y su discurso neoliberal, ahora apoyan al presidente Kirchner y su discurso socialdemócrata, y se enrolan en la onda “progre” que se expande por Latinoamérica, pero en realidad son conservadores. Argentina es un pueblo conservador, aunque no quiera reconocerlo.
- Todos hablan de la educación, pero la educación es un desastre y nadie se anima a tomar las medidas que son menester llevar a delante.
- Se habla de la necesidad de implementar políticas sociales transformadoras, pero se continúa con políticas sociales asistencialistas y clientelísticas.
- Se habla de lo imperioso de reformar el Estado y la Política, pero nadie mueve un pelo en ese sentido.
- Se habla de la corrupción de la clase política, pero no se repara en las dobles contabilidades, en el empleo en negro, en la evasión impositiva, y en los mil métodos no éticos que de algún modo muchos ciudadanos “se vieron obligados” a poner en marcha para que sus empresas no se fundieran en un marco tan hostil, sin crédito, y con una pesificación que dejó a tanta gente en la calle. La corrupción y la coima siempre son cosas de dos: un coimero y un coimeado, un corruptor y un corrompido.
Efectivamente, otra conclusión que sacó el investigador fue que en vez de oponerse de plano a la corrupción en todas sus facetas, la mayoría prefirió adaptarse a las reglas de juego que esa misma corrupción estructural proponía: coimas, tráfico de influencias, políticos “amigos”, sobornos y sobornitos, negocios y negociados...
Por eso en un momento el académico recordó aquella famosa frase del griego que había comenzado sus andanzas comerciales vendiendo ballenitas en las mismas calles de Buenos Aires que él ahora transitaba, hasta llegar a ser con el tiempo todo un magnate internacional. Aristóteles Sócrates Onasis decía: “No existe fortuna en el mundo, que admita una seria investigación, y salga indemne”. Y si él lo decía...
Otra conclusión que sacó, es que los argentinos son... impredecibles, y con poca afición por cambiar este supuestamente inevitable camuflaje adaptativo a un país viciado de malas prácticas, camuflaje que les permitió sobrevivir en la tierra de “el que apuesta al dólar pierde”, del “con la democracia se come, se educa y se cura”, y del “síganme que no los voy a defraudar”.
El académico, afecto a la buena mesa, entendió o interpretó que con semejante nivel de alimentos (le sorprendió la fabulosa jerarquía de los vinos y las carnes argentinas), no existía en las grandes masas una verdadera y sincera voluntad de cambio, y que al haber un partido hegemónico sin oposición, que se mantenía en el poder utilizando toda la gama ideológica que va del pretendido neoliberalismo a la pretendida socialdemocracia, no le pareció demasiado arriegado extender a toda la argentinidad, la calificación que Borges había usado oportunamente para definir a dicho partido mayoritario: La Argentina que él está conociendo mientras escribe su libro, es un pais de personas conservadoras, impredecibles, algo hipócritas, de doble discurso, poco dispuesto a los cambios de fondo... y al decir borgesiano... lamentablemente incorregibles.

27.4.05

UN PAÍS DE FICCIÓN

En los últimos tiempos es una escena muy frecuente el encontrar en muchas calles de la geografía porteña a una gran cantidad de camiones estacionados sobre una vereda, unos atrás de otros: modernos furgones con cajas y acoplados de color plateado, llenos de equipos de iluminación, cámaras, y demás elementos de filmación. Cables por doquier, luces y pantallas, y un hormiguero de asistentes que con su labor recrean una atmósfera hollywoodense en la sorprendente tierra de los argentinos.
Efectivamente, este país de ficción se ha convertido en una de las mecas de los hombres y mujeres de la industria del celuloide del mundo entero.
Jean-Luc Godard, Alain Resnais, Chris Marker, Agnés Vardá, Todd Solondz, son algunos de los cineastas que han participado recientemente en el VII Festival de Cine Independiente. Otros, como el famoso y controversial Spike Lee, vinieron simplemente a filmar comerciales para cine y televisión. Otros, arribaron para filmar sus “opera prima”.
Es que este país del confín del globo tiene características demasiado atractivas para los hacedores de mundos imaginarios: ya de por sí, aquí la realidad supera a la ficción, y por eso es interesante abrevar de estas fuente de historias inverosímiles y fantásticas, donde un mismo partido político continúa en el gobierno ante la falta de oposición, y asume distintos roles e interpretaciones de la ideología política (derecha, izquierda, centro, neoliberal, socialdemócrata), reciclándose para permanecer en el poder y tratar de arreglar los desastres que hizo el antecesor de turno, avalado por las mismas cámaras legislativas que primero aplaudieron el default para luego aplaudir la salida del default.
Además, los cineastas del mundo cuentan con una ventaja adicional: los costos absolutamente económicos de la mano de obra nacional, desde operarios altamente calificados hasta obreros, asistentes, artistas y extras. Venir aquí con euros o dólares, es poco menos que un festín.
Los que tienen muchos verdes, se han comprado el país: millones de hectáreas de tierras fértiles a tranquera cerrada, con ganado y fuentes acuíferas incluidas, y ni hablar de los intereses nacionales estratégicos, porque con ese tema ya los tengo aburridos a mis lectores.
Los cineastas por su parte, pueden hacer sus producciones a muy bajo costo, dado que como es vox populi, mientras los inmuebles han aumentado un 140% desde el deafult, los salarios aumentaron un magro 20%.
Los únicos que pueden tener problemas en estos lares afectos al realismo fantástico, son los guionistas de cine y TV, especialmente los enrolados en la ciencia ficción.
Imaginemos por ejemplo al Herbert George Wells que imaginó en 1895 a su héroe viajando en la máquina del tiempo ochocientos mil años, para encontrar lo mismo que encontraría hoy en día en Argentina…
En realidad, la ciencia ficción existía en nuestro país antes de que H. Gernsback inventara el término en 1911. Antes de esa fecha, teníamos una Argentina donde la clase dirigente tiraba manteca al techo, viajaba asiduamente a París y Londres con “la vaca atada” en algún lugar de los transatlánticos para tener leche fresca durante el viaje, y en esos mismos barcos traían luego de regreso y en piezas, casas y mansiones completas que luego hacían construir en la zona norte de Buenos Aires o en Mar del Plata, para tener en la pampa y frente al mar, una imagen similar a Biarritz u otros lujosos balnearios europeos que se engalanaban con el garbo de los argentinos manirrotos que se codeaban con la high society de la época, bailando el tango y hablando francés.
Borges decía que el peligro de la ciencia ficción es la tendencia al exageramiento, al gigantismo… Otra opinión erudita que abona la idea de que Argentina es un país de ficción.
Pero volvamos a H.G. Wells y su “The Time Machine”…
¿Para qué viajar miles y miles de años en el tiempo, si acá nomás, en el patio del fondo del primer mundo, podemos ver la misma escena que vio el George interpretado por Rod Taylor en 1960 o más recientemente, en 2002, Guy Pearce en el rol de Alexander Hartdegen?
Sólo que en esta versión que se puede observar cotidianamente en Argentina, hay una variante más perversa del texto original: los morlocks no necesitan estar en sus cuevas subterráneas, pues han adquirido la capacidad de mimetizarse entre los humanos, para tenerlos más a mano a la hora de comérselos.
Lo que los diferencia, más allá de la similar apariencia exterior, son las actitudes: Los humanos inocentes que vivían en la novela de Wells en su mundo de ilusiones, y que servían de alimento a los morlocks, aquí se llaman “argentinos honestos”.
Por su parte, los morlocks argentinos, adquieren distintos nombres y roles, pero todos se asocian en un único objetivo: alimentarse de los argentinos honestos, para satisfacer su propio apetito económico a costa de los demás en el caso de los privados, o para darle de comer al paquidérmico aparato burocrático estatal, a ese morlock representado por un estado sobredimensionado.
En el previsible marco de una sociedad corrupta y exitista, banal y sin escrúpulos, de valores subvertidos y signada por la ley de la selva, donde los estafadores se las ingenian para ser reconocidos como ilustres ciudadanos mientras guardan su dinero en paraísos fiscales, y los honestos sufren el escarnio de su ilusa sed de justicia, donde los grandes ladrones son intocables y los pobres chichipíos son perseguidos con saña, los morlocks pueden ser comerciantes, gobernantes, oficiales de justicia, miembros de la AFIP (Administración Federal de Ingresos Públicos), ejecutores de leyes injustas o del propio credo ideológico del morlock, basado en los conceptos de amor–odio, Eros–Tanatos, que se podría sintetizar en estos términos, en el país del “Sálvese quien pueda” y “Primero Vicente, los demás que revienten”:

“Si estamos hechos de amor y agresividad, lo que está frente a nosotros, que es el prójimo y la naturaleza, se constituyen en los interlocutores válidos para ejercer sobre ellos y de acuerdo a nuestros intereses y pulsiones, nuestro amor y nuestra violencia innatas. El mundo está hecho para quien tiene la decisión y las agallas para apoderarse de él. O comes o te comen. No hay alternativas. La vida es una lucha donde prevalece quien sea más fuerte física y/o psíquicamente dotado. La Historia de la Humanidad así lo demuestra. La historia de las naciones y el accionar de los gobiernos lo ratifican. Y los libros son escritos siempre por los vencedores.
La Ley no está hecha para ser respetada sino para aprovecharse de ella para satisfacer nuestros objetivos a costa de los honestos, que representan el objeto con el cual podemos satisfacer nuestras tensiones y pulsiones, nuestro afecto y nuestra agresividad que necesitan ser liberadas. Pero como uno representa lo mismo para el otro, y como no sabemos si quien se acerca a nosotros lo hace por desinterés y amor o por afán de destruirnos, y no sabemos si es un ciudadano honesto o un morlock, entonces es menester llevar siempre la iniciativa para evitar ser víctima de las pulsiones negativas que todo el mundo tiene. No está mal abusar del otro, engañarlo con bellas palabras, prometerle y no cumplirle, explotar para propio beneficio sus capacidades y talentos, deshonrarlo, humillarlo, ocasionarle sufrimiento físico o moral o ambos a la vez, martirizarlo, enlodarlo con injurias y apoderarse de todo o parte de su patrimonio con sutileza y astucia para lograr concretar nuestros propios proyectos, ya que si uno no lo hace, el otro puede hacer lo mismo con nosotros, pues el prójimo en cuanto ser humano que es, tiene en su esencia como nosotros, el Eros y el Tanatos”.

La implementación de este corpus ideológico alejado de la ética, el respeto, la solidaridad, está siendo llevada adelante en la Argentina de los últimos tiempos con magistral eficiencia. Los morlocks viven, sobreviven y/o se enriquecen a costa de los honestos, que por ingenuos, por creer en los discursos de los presidentes de turno, por apostar al país, fueron perdiendo su capital, sus empresas, su fortuna, sus ilusiones, su salud.
Los que se transformaron en morlocks y se rieron de tantos slogans como “El que apuesta al dólar pierde”, “el ahorro forzoso se devuelve”, “Síganme que no los voy a defraudar” o “Este es un país en serio”, gozan de buena salud, y no sólo no han perdido nada, sino que siguen enriqueciéndose a costa de los ilusos honestos buenudos.
Para mí el nuestro va a comenzar a ser un país en serio, cuando se arbitren las medidas para darle a la Educación de los argentinos el rol protagónico que hoy no tiene, porque entre la expresión de deseos y la realidad, hay un abismo: La Educación Argentina está desde hace muchos años, en franca decadencia: los colegios de gestión privada siguen cerrando sus puertas sin que nadie haga nada, la educación infantil y primaria está muy desactualizada, la educación secundaria es un desastre, y sólo el 20% de los universitarios se recibe.
El pilar fundamental para poder afrontar con éxito los retos de competitividad del siglo XXI es la Educación.
En la Educación está el proyecto de sociedad futura. Si queremos saber que país vamos a tener, miremos cómo funciona hoy la escuela. Y hoy en Argentina, la escuela en particular, la educación en general, no nos muestra un futuro feliz.
El gobierno debería tomar inmediatamente la firme decisión de desarrollar políticas educativas que generen credibilidad en los ciudadanos y que nos permitan competir en una economía globalizada a pesar de las enormes dificultades estructurales que tenemos. ¡Son tan sencillas las medidas que habría que tomar! Pero no hay caso.
No hay peor sordo que el que no quiere oir.
Al menos la novela de Wells tiene final feliz, pues las víctimas de los morlocks terminan rebelándose y venciendo. Aquí no. Aquí el final es abierto, y tristemente previsible: la revolución de los honestos no se avizora en el horizonte, y en tanto esto no sucede, los ilusos siguen siendo el alimento de tantos morlocks que pululan en los ámbitos oficiales y privados, muchas veces amparados y avalados por las propias leyes laborales, impositivas, educativas…
Disculpe mi escepticismo, estimado lector, pero es que aquí, los morlocks están ganando por afano.





23.3.05

Preguntas y Respuestas para entender al peronismo y a la Argentina de Kirchner

Tres preguntas con la misma respuesta

Si en 2004 (un año sin elecciones), no se hizo en el país absolutamente ninguna reforma de fondo (mecanismo de coparticipación federal, reforma de la política, reforma del Estado), ¿Por qué es mucho más improbable que en 2005 se realice alguna reforma estructural?

Porque es un año electoral.

¿Por qué esto del doble discurso de enojarse con el FMI y a su vez pagar mejor que nunca, no sólo intereses sino que parte del capital adeudado?

Porque es un año electoral, y el hecho de no tener presiones del Fondo Monetario es altamente conveniente para la agenda electoral.

¿Por qué retornaron las pensiones graciables suspendidas hace cuatro años?

Porque estamos en una año electoral.
A cada diputado o senador le corresponderá un cupo de treinta y seis a cuarenta mil pesos anuales, es decir que los legisladores en su conjunto podrán disponer a discreción durante 2005 de más de cuatro millones de dólares...
Y nadie puede objetarlo: La Constitución los habilita para utilizar este recurso apropiadamente denominado “graciable”.
El diccionario de la Real Academia nos ayuda: graciable: “que se puede otorgar graciosamente, sin sujeción a precepto”

Una pregunta con tres respuestas distintas

¿Por qué el peronismo es el partido mayoritario?

- Porque más allá de su doctrina, hoy es una estructura diseñada para la construcción de poder. Como es un movimiento, que sea una vez de derechas y otra de izquierdas es apenas un detalle: el objetivo es permanecer en el poder. Hoy vendemos el país con la aprobación del Congreso, mañana tratamos de recuperar parte del patrimonio nacional con la aprobación del mismo Congreso. Ayer era neoliberal, para achicar la corrupción estructural (“Achicar el Estado es agrandar la Nación”) y hoy es de centro izquierda y más estatista, y trata de tener entre otras cosas una petrolera nacional y una línea aérea de bandera.
Las peleas entre facciones parecen ser un divertimento que forma parte de la liturgia peronista, porque a la hora de los bifes, la estructura o el aparato o como se llame, se alinea y gana las elecciones.
Eso sí: antes, durante, y después, de izquierda o de derecha o de centro, pero siempre populista.
“Nosotros somos como los gatos: guando nos peleamos es porque nos estamos reproduciendo” (JDP)

- Porque es un partido donde la vida partidaria y las internas se han trasladado a los mismos despachos oficiales, y porque desde los mismos se hace política partidaria, contando para ello con la maquinaria electoral más desarrollada del país, especialmente en la provincia de Buenos Aires (36% del electorado)
Pareciera que se hubiera aburguesado y olvidado de la primera premisa de la famosa frase del viejo líder fundador, privilegiando las otras dos: “Primero la patria, después el movimiento, después los hombres”

- Porque no hay oposición. Y cuando la hubo, su gestión en el poder fue calamitosa.
“No es que nosotros seamos buenos, sino que los otros son peores” (JDP)

Tres preguntas con respuesta conocida pero no asumida
¿Por qué en EEUU cantan el himno nacional con unción y a viva voz, y en Argentina se canta el himno nacional como con vergüenza, en voz baja?

¿Hay una determinación en las instituciones oficiales y privadas estadounidenses por resaltar en la sociedad el sentimiento de amor a la tierra, a su historia y a sus tradiciones? ¿Y en Argentina, qué sucede al respecto?

¿Por qué más allá de las ideologías, norteamericanos, chilenos, brasileños, cubanos, tienen un profundo sentido de pertenencia e identidad nacional, cosa que no se evidencia por igual en los argentinos?

Una pregunta, una respuesta

¿El vínculo de Argentina con EEUU pasó de las “relaciones carnales” a un distanciamiento con EEUU?

- No hay que quedarse con lo que dice el gobierno, sino con lo que hace. La reciente visita del Secretario de Defensa norteamericano Donald Rumsfeld implicó la concreción de una poderosa alianza estratégica entre ambos países en materia de tecnología aeroespacial y misilística, lo que implica una reversión de la política aprobada en la década pasada, en la que se interrumpió el desarrollo del misil Cóndor, un vector de tecnología nacional que permitía poner en órbita un satélite. También los acuerdos implican el desarrollo de combustibles sólidos para lanzadores satelitales, la producción de agua pesada, la venta de productos argentinos como repuestos para aviones, la optimización del sistema de radarización del espacio aéreo argentino y el volver a realizar ejercicios militares conjuntos. Que el Ministro de Defensa José Pampuro haya sido el que recibió a su par norteamericano mientras Kirchner se quedó en el sur es un detalle para consumo interno. La razón es más que obvia, y coincide con el estilo K: ¿Acaso si Pampuro va a EEUU lo recibiría el presidente Bush? Lo importante es el acuerdo que se que se va a concretar a lo largo de este año.

Una pregunta con dos respuestas
¿La reciente aparición mediática del presidente de los argentinos convocando al pueblo a boicotear a las empresas que aumentaron el precio de sus productos, fue una medida correcta?

- Una característica fundamental de la cultura cívica de una sociedad, es hacer valer sus derechos, demostrando con su actitud quién es el soberano. Es común en EEUU y Europa que se produzcan espontáneamente estas circunstancias cuando los concientizados consumidores hacen valer sus derechos ante lo que consideran injusto. Una actitud de este tipo posiciona al país y a su sociedad en un estadio de mayor madurez, libre albedrío y protección ante medidas unilaterales que generan la peligrosa espiral inflacionaria de la que tan triste experiencia se tiene.

- Una acción de estas características altera el libre juego de la oferta y la demanda, y desalienta las inversiones extranjeras que tanto se necesitan para que se genere mayor actividad comercial y disminuya el desempleo.

Una pregunta que no hay que hacerse y otra que sí

¿Kirchner es un populista de derecha, como afirma Lilita Carrió, o un centroizquierdista que reivindica los ideales de los años setenta?

¿Kirchner está defendiendo o no con sus políticas, actitudes y medidas tomadas, los intereses estratégicos nacionales?

Una pregunta con tres respuestas dolorosas

¿Existen cosas vitales por hacer que no figuran en la agenda el gobierno?

-Educación.
Argentina, que fue uno de los países con la mayor tasa de alfabetización y cuyas industrias culturales marcaron rumbo en el mundo de habla hispana, está viviendo la más espantosa decadencia en el ámbito de la cultura y la educación. La escasa o nula actualización de conocimientos de los docentes en función de las exigencias de este mundo de principios de siglo, hace que se hayan convertido en analfabetos funcionales que mal pueden preparar a los ciudadanos del futuro. Los pésimos resultados de la enseñanza media se evidencian en los patéticos desempeños en los exámenes de ingreso a las universidades. La escuela pública de gestión oficial en buena medida más que educativa, es un ámbito de contención social y para paliar el hambre. No puede haber hambre de cultura con el estómago vacío. Las escuelas públicas de gestión privada siguen desapareciendo en cantidades impactantes sin que a nadie se le mueva un pelo, a causa de una presión tributaria asfixiante, y con un estado de indefensión jurídica abrumadora ante los docentes que aprovechan la industria del juicio para obtener indemnizaciones ominosas, y ante los padres que no abonan los aranceles escolares. La televisión con su culto del rating y la realización de programas poco edificantes en nada contribuye a la educación de la sociedad, que en vez de cultivarse, se idiotiza cada vez más.

-Reforma de la politica y del Estado

Nada se ha hecho, a pesar de que siendo gobernador, el Dr. K dijo el 23 de enero de 2001 que juzgaba “imprescindible” la reforma de la política, jactándose de que en su provincia no existían las listas sábana.
Un estado paquidérmico, que en vez de hacerse eficiente y veloz con la informatización, la capacitación y la reducción de sus plantas permanentes continúa siendo el ámbito de alianzas y construcción de poder, de sostenimiento de aparatos y estructuras políticas, de desplazamiento de técnicos en las más diversas áreas, para ser reemplazados a partir de “compromisos políticos” por amigos, conocidos, y afiliados partidarios. La falta de transparencia en todos los ámbitos es fuente de corrupción estructural (baste citar lo que sucede desde tiempos inmemoriales en la Aduana, más la reciente cereza del postre representada por el affaire Southern Winds - narcotráfico).

-Un proyecto de país
Que yo tenga idea, no existe proyecto de país, un plan estatégico nacional sustentable, desde hace cuarenta años.
No se sabe (ni se procede en consecuencia), qué país queremos de acá al bicentenario de la Revolución de Mayo, ni menos para 2020 y 2030.
Y será imposible si el peronismo sin oposición, continua hegemónicamente rigiendo los destinos de nuestro país, con la mismas metodologías, sin discusión de estos temas vitales como saber qué país queremos, de modo tal de que todo siga quedando librado al oscilante vaivén del péndulo ideológico peronista, y a que su prioridad sea no pensar y construir un país justo, libre y soberano como reza su doctrina, sino estacionarse en el poder, mantenerse en el poder, construir poder, por el poder en sí. No importa si una gestión responde a la ideología que fuere, total la lealtad y el aceitado aparato partidario a la hora de las votaciones permite que en el poder esté bajo el mando de la gente más variopinta: el tío Cámpora, Isabelita y el brujo, Menem, Duhalde, y que los mismos que vivaron la entrada en default con Rodríguez Saa, viven la salida el default con Kirchner.

Como decía Jorge Luis Borges, “el peronismo es incorregible”, y toda su magnífica doctrina que habla de justicia social, independencia económica y soberanía política, sigue quedando postergada por el ejercicio de la rentable “profesión” de político, con poder, con buen pasar económico y ahora nuevamente con la disposición de “pensiones graciables” para distribuir a su antojo.
Ante la inexistencia de una oposición, es segura la reelección de Kirchner, y no nos queda más que esperar que vaya superando sus falencias, ya que le guste o no le guste a sus detractores, el destino de los argentinos y de la Argentina, desde hace sesenta años y por mucho tiempo más, está en manos del movimiento que creó don Juan Domingo.

Dr. K: Si quiere pasar a la posteridad, ponga su conocida vehemencia en la reforma de la política y el Estado, en ser prospectivo y convocar a la inteligencia argentina para diseñar un proyecto de país, y en dejar la retórica y ser absolutamente concreto en materia de lo único que nos puede sacar de este marasmo de decadencia y caida en picada: la impostergable puesta en funcionamiento de una Ley de Defensa, Rescate y Desarrollo de la Educación, la Ciencia y la Técnica. Hágame caso… ¿Sí? Educación, educación, y más educación.