24.6.04

¡SON NUESTROS INTERESES, ESTÚPIDO!

Por Luis Alberto Lecuna

Imaginemos que en pleno medioevo, vasallos y campesinos se pusieran de acuerdo y decidieran decirle al señor feudal que en adelante ya no le darían más sus tierras para que las proteja, ni le pagarían por esa protección; que ya no tolerarían más sus caprichosas decisiones ni sus vergonzantes privilegios, como el derecho de pernada; y que si bien les interesaba seguir con el feudalismo, éste debería remozarse, adecuarse a los nuevos tiempos. Y que por lo tanto ya no deberían existir tantos indigentes por un lado, ni tampoco, por el otro, unos pocos como él detentando el poder y viviendo con boato tras los seguros muros de su castillo. En síntesis, que la idea era hacer para el futuro un feudalismo más justo, equitativo y participativo. Y que para realizar esa histórica transformación, le pedían al señor feudal que fuera él mismo quien implementara el cambio.

Seguramente el señor feudal, los miraría con su mejor cara de sorprendido, los "felicitaría" por su impactante idea, y les diría que se fueran tranquilos, que él se encargaría prestamente de "la magna tarea" de cambiar el status quo medieval y convencer a los demás señores feudales de abandonar definitivamente su mundo de privilegios.

En su fuero íntimo se reiría a carcajadas de la inocente estupidez de sus vasallos... ¡Pedirle a los ratones que abandonen su afición por el queso!
Volviendo al aquí y ahora argentino... ¿A quién se le podía ocurrir que esta nueva "alianza" de la corporación política que puso al titubeante Duhalde en el poder, iba a ser quien produjera la transformación de la política, la transición hacia un nuevo país, implementando medidas troncales, como la transformación de un estado paquidérmico en uno pequeño y eficiente? ¿Qué se hizo desde la legislatura, desde el gobierno, desde los pactos Alfonsín-Duhalde, Duhalde-Sindicalistas, por remozar la vieja política, por diseñar una nueva ley electoral, por eliminar las jubilaciones de privilegio? No se hizo ni se hará nada.

Los señores feudales siguen jugando con fuego, ciegos y sordos a la apremiante realidad, en un país al borde del estallido...
Decía el viejo general que "sólo el pueblo salvará al pueblo". Habida cuenta del incierto rumbo del actual gobierno con sus idas y venidas, el tiempo que nos resta es exiguo para diseñar la estructura política de un nuevo país. La gente cuando dice airada "que se vayan todos", quiere decir que no sólo es menester cambiar en elecciones al presidente, sino a todos los actuales gobernantes, en una nueva estructura democrática.

Sería una estupidez llamar a elecciones para elegir un nuevo presidente y continuar con la misma y excesiva cantidad de funcionarios, con la misma inapropiada estructura y organigrama funcional de los tres poderes. Se impone previamente una reformulación global de la política de esta segunda república que se necesita fundar.
Para instalar un estímulo transformador integral, producir cambios sustanciales en la esfera política y elegir administradores honestos, capacitados y patriotas, se necesita previamente modificar la estructura operativa de la función pública en todos sus estamentos. ¿Existe en los actuales gobernantes la voluntad de hacerlo? Si existe, no se nota.

Un dato halagüeño: la gente honesta está cambiando sus esquemas mentales. El tocar fondo ha servido para tomar conciencia de su realidad, y ya no está dispuesta a tragarse más el sapo de los corruptos, mediocres, punteros políticos y chantas de siempre. El país de los que han usado la función pública para propio beneficio, está en agonía. Sus estertores mortales se intensifican.

Y, simultáneamente, hay aroma a vida nueva. Espontánea y afortunadamente, han surgido los Noé, aquellos quienes están diseñando el Arca antes de que el diluvio arrase definitivamente con esta Argentina. ¿Y quién es Noé? Desde luego no son los políticos ni los gobernantes de estas últimas décadas, muchos de los cuales están tratando de "diferenciarse" del resto con la intención de ser de la partida en la Nueva República.

Tampoco son los dirigentes sindicales que a lo largo de la historia se han enriquecido mientras se regodeaban discursivamente por "defender los intereses de la clase obrera". Tampoco el poder judicial de "una justicia que no juzga con justicia". Noé es la gente, que generalmente no ha participado de la política y que a partir de asambleas populares, de organizaciones no gubernamentales y de las universidades, está pensando y construyendo en estos momentos el nuevo país.

Recuerdo que hace un par de años intenté organizar una lista de discusión para "pensar la Argentina del futuro", y aportar ideas y propuestas. Se llamaba "FuturizArgentina". No tuvo éxito. Quizás era demasiado pronto. Ahora, después de la bochornosa gestión de De la Rúa y de quienes le siguieron, la presencia en Internet de sitios donde encontrar y ofrecer propuestas de cambio se ha incrementado de una manera notable. Baste citar "Respública" www.respublica.org , "Qué queremos" www.quequeremos.com.ar , y los hasta ahora tres "Manifiestos a la Nación", www.manifiestoargentino.cjb.net , generados por intelectuales progresistas como Angélica Gorodischer, Héctor Timerman y el chaqueño Mempo Giardinelli quien acaba de editar el recomendable libro "Diatriba por la Patria", en el que reproduce algunos párrafos de una nota que escribí para El Suplemento, pero sin citar como fuente a nuestra revista.

Asombrosamente (o no tanto), las propuestas que surgen de estos "Noé", de estas organizaciones populares o académicas o no gubernamentales, coinciden en sus puntos centrales, lo cual significa que hay un consenso no sólo en el diagnóstico, sino también en el camino a seguir y las medidas a tomar. Analicemos algunos de los puntos más importantes de esta voluntad colectiva:

1.- Reducción de los cargos de gobernantes (en municipios, provincias y estado nacional), instaurando lo que yo llamaría una "democracia de mínima expresión". Esto implicará la eliminación de cargos oficiales supernumerarios, de legisladores con legiones de ayudantes, asesores, secretarios, ñoquis (empleados estatales que cobran pero no trabajan), y demás variantes del exceso burocrático de gastos y principal artífice de la corrupción estructural estatal.

2.- Reforma del Estado. Reforma Constitucional. Reforma Electoral. Eliminación de las leyes electorales vigentes. Eliminación del sistema de Listas Sábanas por partido, sustituyéndolo por otros sistemas, como por ejemplo la Lista Única con pluralidad de candidatos y sistema de tachas. Eliminación del aporte estatal a los partidos políticos. Auditoría del origen de los fondos utilizados en las campañas electorales. Disminución de los jueces, legisladores y ministerios a la mínima expresión posible. Análisis de alternativas en tal sentido, como la puesta en funcionamiento de una Asamblea Legislativa con tantos miembros como provincias, que reemplace a las cámaras de Senadores y de Diputados. Ídem para provincias y municipios en cuanto a la composición de sus tres poderes. Poder Judicial electivo (por concurso de antecedentes) y no vitalicio.

3.- Implementación de un efectivo, eficiente y eficaz sistema de control de gestión de todos los integrantes de los tres poderes. Auditoría e investigación Integral: Deuda Externa, Privatizaciones, Corrupción, Patrimonio de los gobernantes.

4.- Implementar mecanismos legales para combatir la corrupción y eliminar la impunidad, para hacer desaparecer las prebendas y privilegios como por ejemplo las ominosas jubilaciones de tantos funcionarios de los sucesivos gobiernos de facto y democráticos, partidas de gastos reservados, viáticos excesivos, becas, pensiones graciables, subsidios, etc. etc. Eliminación de los ATN (Aportes del Tesoro Nacional) que se han usado espuriamente desde sus orígenes para cualquier fin menos para el cual fueron creados.

Está claro que las corporaciones dominantes (empresarias, políticas, sindicales, judiciales) tratarán de reacomodarse a los nuevos tiempos, para persistir en sus privilegios. Entonces, surge la pregunta del millón: ¿cómo modernizar el aparato político, la Administración del Estado, cómo hacer una gestión democrática de mínima expresión (sin tantos burócratas), si sabemos que estas medidas están absolutamente en contra del status quo actual, y que quienes detentan el poder tratarán de "embarrar" la cancha para impedirlo? Esta claro que los ratones no se van a autoprohibir el queso así nomás.

Veámoslo así: en este momento hay tres bandos, tres sectores, tres realidades en el país, quienes propiciaron el infierno, quienes se merecen el cielo y quienes se redimen en el purgatorio argentino.
- El infierno argentino está ocupado por la dirigencia que ha sido alternadamente la protagonista del proceso de decadencia nacional de las últimas décadas (dirigencia política, económica, empresarial, militar, educativa, sindical, etc.)
- El cielo (la esperanza), es la que anhela el resto: aquí también hay empresarios, políticos, sindicalistas, militares, profesionales y fundamentalmente el ciudadano común: la gente honesta. Aquellos que nunca se enriquecieron a costa del Estado, aquellos que siempre han sido el pato de la boda, aquellos que pagan sus impuestos, que siempre han sido ciudadanos cabales, que en vez de llevarse la plata afuera, la pusieron en el país y ahora están en el "corralito", aquellos a quienes no los animan intereses personales sino esa palabra absolutamente desconocida por los hacedores del infierno: patriotismo. Sólo el accionar organizado de este bando garantizará la segunda fundación del país.

El tercer bando (el que está en el purgatorio), está conformado por los que necesitarán después de un sincero mea culpa, modificar su actitud para poder formar parte con dignidad, del bando de los honestos. Aquí están los políticos que quizás sean admitidos por la gente luego de su actual proceso de reciclaje, los ciudadanos que tienen parte de su economía en negro, los que no pagan adecuadamente sus impuestos, los que tienen sus ahorros en dólares y euros en bancos de paraísos fiscales y decidan finalmente pensar en función del futuro país y su gente, y repatrien el dinero, y hagan empresas argentinas competitivas, nuevas fuentes de trabajo para argentinos.

Salvo en las corporaciones política-sindical-judicial, que siguen viviendo en sus nubes de ventosidades y gozan de un buen pasar gracias sus privilegios y prebendas legalizadas, ese heterogéneo eufemismo que llamamos "el pueblo" o ahora "la gente", tiene más claro que nunca que llegó la hora de barajar y dar de nuevo, pero como cuando se juega al truco, sacando del mazo las cartas que no serán de la partida, para garantizar no volver al "infierno tan temido".

Antes de que corra sangre (posibilidad dolorosamente cierta), ¿podrá concretarse la pacífica revolución de los honestos, la de quienes pueden diseñar y construir un nuevo país? ¿Podrán los argentinos de ley vencer a los indeseables, a los corruptos, a las corporaciones de los viejos políticos, de los "sindicalistas gordos", de los jueces que no juzgan, de los empresarios de las coimas y negociados?

¿Podrán acceder al poder los honestos, los probos, los sabios, los administradores eficientes, que trabajen por el bien común y hagan una encendida defensa de los intereses nacionales? Y me detengo finalmente en esta última frase: "hagan una encendida defensa de los intereses nacionales", porque aquí está la esencia de la política. La historia de los países es de algún modo, la historia de la defensa o no de sus propios intereses.

¿Supo Argentina defender sus intereses? La creatividad argentina supo hacer estragos en cinco buques de la flota británica. ¿Fue bueno para nuestros intereses que el proyecto de desarrollo del misil Cóndor se haya desactivado?. ¿Por qué los Altos Hornos Zapla, que pueden producir acero de calidad superior, ahora hacen briquetas para el asado?. Las privatizaciones de nuestras utilities (gas, petróleo, electricidad, etc.)... ¿fueron hechas teniendo en cuenta nuestros intereses estratégicos?. Mientras tanto, el acero, la miel o los limones nacionales encuentran serias trabas para ingresar en otros países que sí defienden sus intereses, como si el discurso globalizado de la "apertura económica de los mercados" fuera (¡Es!) unidireccional...

¿Cuántos argentinos valiosos forman parte de los planteles científicos de los más importantes laboratorios, universidades, centros de investigación, y hospitales del mundo? ¿Quién ha medido en términos de pérdida económica y de intereses estratégicos, la "fuga de cerebros", la diáspora y el exilio de la inteligencia argentina desde la dictadura de junio del 66 a la fecha? ¿Por qué buscamos siempre un "enemigo externo" para explicar nuestras falencias, falta de patriotismo y la no-defensa de nuestros intereses nacionales?

¿Por qué no les va tan mal con la globalización a los chilenos? ¿Por qué lograron importantes acuerdos económicos con la Comunidad Europea y con EEUU? Porque son confiables. Y son confiables porque son creíbles. Y son creíbles porque defienden sus intereses. Y defienden sus intereses porque son patriotas. Y son patriotas porque aman a su país, y proceden en consecuencia.

Si no hay patriotismo, se da la frase de Hipólito Irigoyen: "No temo tanto a los de afuera que nos quieren comprar, como a los de adentro que nos quieren vender".
Cada receta del FMI será una tabla de salvación o una estocada mortal, si no se defienden los intereses nacionales y no se es patriota. Ejemplo: "Privatizaciones": Bien hechas, eliminan la corrupción estructural, y transforman déficit en superávit, cuando se hacen patrióticamente y se audita a posteriori su accionar. Mal hechas, son fuente de negociados y sobornos.

Otro ejemplo: "Precios regulados por el mercado" si no hay patriotismo significará especulación, desabastecimiento y subas indiscriminadas... o coincidencia masiva de todos los consumidores para no comprar un producto hasta que no baje su precio a valores razonables, si priva en ellos la conciencia colectiva de defender el interés común.

Insisto: Para que exista una nación debe haber sentimiento nacional. Y éste se evidencia cuando hay patriotismo. El patriotismo se da cuando hay sentido de pertenencia. Cuando hay sentido de pertenencia se ama la propia tierra. Cuando se ama la tierra de uno, se la defiende. Defender el país es defender nuestros intereses nacionales, y no los intereses personales, como han defendido los gobernantes que durante décadas, usufructuaron la política en su propio beneficio. Parafraseando a Bill Clinton en su campaña electoral, podemos decir: ¡Son nuestros intereses, estúpido!