26.4.09

Scioli: candidatura testimonial y obediencia debida

No me miró con buena cara el Sr. Vicepresidente de la Nación cuando le tomé la foto...


Todos recordarán que a poco de iniciado el gobierno de Néstor Kirchner se produjo un conflicto de proporciones entre él y Daniel Scioli. La respuesta al intento de libertad de acción del entonces vicepresidente, fue contundente: con la celeridad de orgásmico precoz, Kirchner decapitó a todos los referentes e integrantes del equipo de Scioli que estaban en la Secretaría de Turismo.
A nadie le escapa que desde el primer momento de su presidencia, Kirchner dio muestras claras de cómo sería su gestión: un cacicazgo autoritario, intolerante de todo diálogo, sin margen alguno para la disidencia o la opinión distinta a la propia, impulsor del pensamiento único. Algo así como "Quien no piensa como yo, y no acepta mis designios, es mi enemigo y será tratado como tal".
Para colmo de males, la impronta y verdadera personalidad del vicepresidente era (y es) opuesta a la de Kirchner: desde siempre Scioli se presentó como una persona sociable, proactiva, con capacidad de escucha, dialoguista, propensa a la búsqueda del consenso como método civilizado para superar los problemas lógicos del devenir social e institucional de una nación.

Por el contrario, su jefe comenzaba a mostrar y demostrar su afición por la profundización de los conflictos, su desprecio por el funcionamiento independiente de los tres poderes, su afinidad por redoblar la confrontación cuando surgían opiniones distintas a la suya, apostando siempre a la ley del Todo o Nada.
Dueño de una cintura que envidiaría el mismísimo Nicolino Locche, Scioli entendió prontamente cuáles serían las reglas de juego para no sufrir la furia de Kirchner, y desde entonces cambió radicalmente su forma de actuar, alineándose definitivamente a la dialéctica kirchnerista del discurso único.
Como buen discípulo y cultor de la obediencia debida al santacruceño, ahora, lejos de expresar su criterio conciliador y propositivo, y de decir lo que piensa de los iterados errores de la gestión presidencial que Néstor Kirchner ahora ejerce entre bambalinas, sigue a pie juntillas las órdenes de su jefe, atando definitiva y peligrosamente su futuro político al del presidente consorte.
Temeroso de represalias, no se animará a decir lo que realmente piensa, a marcar los innumerables errores del matrimonio K como sí se están animando a plantearlo tantos políticos y funcionarios kirchneristas y ex-kirchneristas, que están dispuestos a acompañar al Néstor hasta el camposanto, pero con la suficiente inteligencia histórica peronista como para no atravesar con los K la puerta de entrada al cementerio político de ambos.

La obediencia debida ahora lo llevará a Scioli a incursionar en este engendro dialéctico, a este supuestamente recurso democrático recientemente inventado de ser un "candidato testimonial", esto es, integrar un plebiscito con pátina de elección, donde como sabemos, los candidatos se postularán, pero en caso de ganar, no ocuparán el cargo para el cual los ciudadanos los votarán.