23.2.05

SEAMOS OPTIMISTAS... Y GOOD SHOW!

Empecé 2005 con renovadas dosis de optimismo, lo cual no es poco para quien vive en el país de los sueños eternamente postergados, y en el que cotidianamente aparece alguna noticia que es una seductora invitación a bajar los brazos y pensar que Argentina es como una farmacia pobre: “no tiene remedio”.

¿La razón de tan buena onda?
Como hace dieciocho años, todos los veranos coordino un ciclo de conferencias en el Centro Cultural Pueblo Blanco de Punta del Este, un ámbito participativo y plural para la reflexión e intercambio de ideas y para la interrelación cultural regional.
En el escenario al aire Libre “Jaime Barylko” tuve esta vez la oportunidad de entrevistar entre otros a los periodistas Marcelo Bonelli y Jorge Lanata, a los escritores Marcos Aguinis y Martín Caparrós, al ingeniero Juan Carlos Blumberg (padre del secuestrado y asesinado Axel), y al Dr. Bernardo Kliksberg, prestigioso funcionario del BID, especialista en ética, y director de la Iniciativa Interamericana para el Desarrollo Social. A cada uno le propuse no solamente hacer un diagnóstico de la realidad desde su óptica y rol, sino también avanzar en la “terapéutica”, es decir, qué se debería hacer para que nuestro país se encamine definitivamente en el sendero del progreso y de una mejor calidad de vida para todos.
Obviamente que para mi optimismo fuera creíble, tuve que guardar en un imaginario “baúl de los olvidos provisorios” varios hechos que conforman la dura y cruda realidad de los últimos tiempos. Por ejemplo no pensar en la gente que murió por hacerse administrar confiadamente inyecciones de hierro cuyo contenido estaba falsificado, en la gente que murió a causa de los idiotas que se dedican al mortal deporte de las picadas automovilísticas, en la gente que murió en Cromagnon cuando fue al recital del grupo Callejeros, en los chicos menores de cinco años que mueren cada año en Argentina por causas perfectamente evitables (cifra equivalente a treinta Cromagnones, pero que como pasa todos los años, no es “noticia”).
También debí guardar en este baúl temas como el del patrimonio nacional que ha pasado a manos extranjeras: millones de hectáreas de territorio nacional con sus reservas de bosques y de agua potable, recursos estratégicos vitales (gas, telecomunicaciones, petróleo, electricidad, minería, etc.). Otra cosa que debí olvidar fue la siempre anunciada y nunca concretada Reforma del Estado: ni se redujo la cantidad de cargos de gobernantes (en municipios, provincias y estado nacional) con sus legiones de ayudantes, asesores, secretarios, ñoquis y demás variantes del exceso burocrático de gastos y principal artífice de la corrupción estructural estatal. Tampoco hubo reforma constitucional ni reforma electoral. No se eliminó el sistema de listas sábanas por partido, sustituyéndolo por otros sistemas, como por ejemplo la lista única con pluralidad de candidatos y sistema de tachas. No se eliminó el aporte estatal a los partidos políticos. No se realizó auditoría investigando el origen de los fondos utilizados en las campañas electorales. No se implementó un efectivo, eficiente y eficaz sistema de control de gestión de todos los integrantes de los tres poderes. Ni se hizo una Auditoria para la investigación integral de la deuda externa, las privatizaciones, la corrupción, el análisis del patrimonio de los gobernantes. No se implementaron mecanismos legales para combatir la corrupción y eliminar la impunidad, para hacer desaparecer las prebendas y privilegios de todo tipo y especie (como por ejemplo las ominosas jubilaciones de tantos funcionarios de los sucesivos gobiernos de facto y democráticos), analizar las partidas de gastos reservados, de viáticos excesivos, becas, pensiones graciables, subsidios, etc. etc. Tampoco se eliminaron los ATN (Aportes del Tesoro Nacional) que se han usado sin discreción desde sus orígenes para cualquier fin menos para el cual fueron pensados. No se eliminaron tampoco los mal llamados “Planes Trabajar” para reemplazarlos por programas de generación de trabajo genuino, autoconstrucción de viviendas, producción de productos y servicios, etc.

Y finalmente, acabo de poner en el baúl el increíble affaire del tráfico de drogas desde Ezeiza, que seguramente lleva ya varios años, y que involucra vaya uno a saber a cuántos y a quiénes, además de a la empresa aérea Southern Winds, que viene recibiendo anualmente un subsidio estatal de casi dos millones y medios de dólares… (O sea que nosotros pagamos esa cifra con nuestros impuestos… para que se trafique droga…)

El lector dirá con justa razón: -“Claro, escondiendo todo eso en el cajón del olvido, es fácil ser optimista acerca del futuro argentino…”
Pues yo le respondo que si no queremos que Argentina desaparezca, tenemos la obligación moral de ser optimistas, y obrar en consecuencia.
Juan Carlos Blumberg podía hacer muchas cosas: encerrarse en su dolor, deprimirse, irse del país, o tratar de olvidar, pero eligió un fin de promoción social y lucha desde la “Fundación Axel Por la Vida de Nuestros Hijos” contra la corrupción y por más seguridad para todos.
Juan Carr podía haberse dedicado a hacer plata, desarrollarse en su profesión y mejorar su situación patrimonial, pero eligió crear la ONG Red Solidaria, y la tarea que viene haciendo es admirabilísima, atendiendo las necesidades de la gente. Las actividades que está desarrollando el tercer sector (fundaciones, ONGs) en Argentina es impresionante, apareciendo en los lugares y situaciones done el Estado brilla por su ausencia.

Convengamos que este imaginario baúl es inmenso, porque si hay algo que sobran, son pálidas y malas noticias .Lo último que pongo en el baúl es algo que acabo de escuchar: en el país de tantos millones de indigentes y hambrientos (por debajo de la línea de la pobreza), se tiraron a la basura 100 toneladas de frutas de primera calidad, porque “no se la pudo procesar y comercializar” Esto pasó recientemente en Los Antiguos, provincia de Santa Cruz, y ha pasado en otras ocasiones en la mesopotamia, con los cítricos.

Pues bien. Despojados artificial y psicológicamente de tantas malas noticias, ejercitemos nuestro renovado optimismo, de cara a 2005, y veamos qué cosas positivas están sucediendo…

Por empezar, hay una ligera caída del desempleo. El país creció más de un 8% durante 2004, y parece que seguirá en esos niveles. La producción industrial subió. El canje de la deuda apunta a ser exitoso. La industria turística está creciendo significativamente. El presidente sigue contando con un mayoritario apoyo, a juzgar por las encuestas, y es bueno sentirse avalado para la toma de decisiones. Pareciera que Argentina está levantando la cabeza, y negociando sus compromisos crediticios con ejercicio soberano, desde una postura mucho más digna que en gestiones anteriores. Si bien se ha pagado más que antes, la estrategia supone negociar con nuestras propias reglas, y no con las reglas de juego del fondo monetario que no es otra cosa que un instrumento al servicio del negocio financiero mundial y de las empresas multinacionales.

Pero lo que es más significativo de todo, no es patrimonio del gobierno sino de la gente, y me refiero a su voluntad de ejercer un rol mucho más participativo en el control de gestión de sus gobernantes, en el reclamo de sus derechos, en la exigencia de cambios sociales. Un pueblo participativo y activo no puede ser manipulado por el gob.ernante de turno. La sociedad civil se está poniendo los pantalones largos, y ese es un evidente signo de madurez cívica. Y este parece ser un camino de ida. La gente no se calla. La gente sale a la calle para reclamar sus derechos. Para exigir justicia. Para denunciar la corrupción. Para reclamar cambios. Y esta sí que es una noticia por demás promisoria. ¿Recuerdan aquella frase? “Cuando los pueblos se cansan, hacen tronar el escarmiento”. Efectivamente, estamos hartos de los que usan el sistema democrático, no para el bienestar popular sino para mejorar sus ingresos personales por mecanismos espurios.

Como bien dice Bernardo Kliksberg, cuyo libro “Más Ética, más Desarrollo” recomiendo con entusiasmo, “hay una sed de ética en nuestro país y en América latina”, y enhorabuena que así ocurra. Esto si que alienta el optimismo. La sed de ética es el arma más poderosa para combatir sistemáticamente la corrupción, para hacer control de gestión de nuestros empleados los intendentes, gobernadores, legisladores y ministros, y para exigir a cacerolazo limpio que se reforme el Estado.

Vivir en Argentina es para quienes tienen sed de ética y justicia, un maravilloso desafío, porque si bien algo se ha hecho, quedan infinidad de cosas por hacerse… Por eso, quien lo ve de este modo, vivirá muchas situaciones, menos el sentirse aburrido…
Por eso, la consigna es, tomar las cosas con paciencia y optimismo, ser inclaudicables en el reclamo de justicia y en la lucha cotidiana contra la corrupción, y tener la enorme satisfacción de que nuestras vidas sólo adquieren trascendencia cuando superamos el individualismo, y pensamos en función de nuestro destino colectivo.
No es malo salvarse uno y su familia (así piensan los que tienen su dinero en banca privada de paraísos fiscales off-shore), pero es mucho más ético y patriótico y solidario y edificante y significativo y digno, trabajar para que nos salvemos todos como sociedad, como país.
Por eso, seamos optimistas, y como decía Tato Bores… ¡Good Show!